La suspensión masiva de vuelos, derivada de la tensión entre EE. UU. y Venezuela, transforma el reencuentro navideño en una odisea. En Táchira, miles de venezolanos enfrentan colas interminables en los pasos fronterizos para sellar sus pasaportes y lidian con pasajes aéreos locales escasos y costosos.
San Cristóbal. Miles de venezolanos enfrentan un “calvario” para cruzar la frontera y llegar a sus familias durante la temporada decembrina, en medio de largas filas, restricciones aéreas y el impacto de la crisis internacional que ha reducido drásticamente los vuelos hacia y desde el país.
Lo que debería ser un reencuentro familiar se convierte en horas de espera en los puentes fronterizos, viajes con escalas inesperadas y la incertidumbre de conexiones aéreas canceladas por la escalada de tensiones militares entre Estados Unidos (EE. UU.) y Venezuela.
Desde el inicio de esta nueva crisis, la ilusión del regreso a casa suele chocar con una cruda prueba de perseverancia. A diario se ve la misma postal: familias y viajeros, flanqueados por su equipaje y sus papeles, resignados a invertir horas preciosas en una espera estática, un tributo forzoso que se cobra con especial intensidad en las fronteras principales.
Para ingresar deben sellar su pasaporte en la taquilla del Servicio de Migración, organismo encargado del control de entrada y salida de personas, ubicada en el puente internacional Atanasio Girardot, en San Antonio, municipio Bolívar, una de las principales ciudades fronterizas del estado Táchira.
A pesar de ello, las colas suelen ser interminables. El avance es lento y la incertidumbre acompaña a quienes esperan bajo la presión del tiempo y de los compromisos ya asumidos, como conexiones aéreas o traslados internos.
Reencuentro en escalas
Para muchos, el verdadero viaje comienza después de cruzar la frontera. Para Ariana Gelviz y otros residentes en Panamá, el viaje se detiene en ella. Su experiencia—varias horas de espera para un simple sello documental—ilustra la barrera logística y administrativa que antecede al traslado al interior del país.
El viaje para pasar la Navidad y el Año Nuevo junto a su familia en el estado Carabobo, ubicado en la región central de Venezuela, debió ser programado con escala en Bogotá, capital de Colombia y principal punto de conexión aérea, ante la falta de vuelos hacia el aeropuerto de Maiquetía, en el estado La Guaira, principal terminal aéreo internacional del país.
La ruta, más larga y costosa, fue la única alternativa disponible para concretar el reencuentro familiar, según el testimonio de Gelviz a Crónica Uno.
Esta dificultad se enmarca dentro de la crisis aérea en Venezuela, que se desencadenó por la escalada de tensiones militares entre EE. UU. y el gobierno de Nicolás Maduro, incluyendo operaciones antidrogas estadounidenses en el Caribe y el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford.
Desde noviembre de 2025, múltiples aerolíneas internacionales suspendieron vuelos hacia Venezuela. Las restricciones se han prolongado hasta enero de 2026, afectando gravemente la conectividad en temporada navideña.
Aerolíneas como Copa Airlines, una de las principales compañías aéreas de la región, anunciaron la extensión de la suspensión temporal de vuelos desde y hacia La Guaira hasta el próximo 15 de enero, una consecuencia directa de la crisis aérea, en medio de la tensión militar entre EE. UU. y Venezuela, marcada por sanciones y medidas diplomáticas.
Taquilla única
Este escenario internacional, aunque distante para muchos viajeros, se traduce en menos opciones de traslado y mayor congestión en los pasos fronterizos.
En un comunicado, la aerolínea panameña informó que incrementó su frecuencia de vuelos entre Panamá y Colombia. El vecino país que se ha convertido en ruta alternativa, con destinos a las ciudades de Bogotá y Cúcuta, en el departamento Norte de Santander, zona fronteriza con Venezuela.
Para los pasajeros, esta medida representa solo un alivio parcial ante la alta demanda propia de la temporada, pues la conectividad internacional sigue muy limitada, con solo algunas aerolíneas nacionales y regionales operando.

El continuo ingreso de pasajeros provoca largas y repetitivas colas de viajeros nacionales y extranjeros que entran y salen por la frontera, muchos de ellos con itinerarios ajustados. Cada persona en la fila arrastra su propia historia de retrasos, escalas forzadas y gastos adicionales, derivados del contexto actual y de la falta de vuelos internacionales.
Gelviz explicó que la tardanza se debe a que los usuarios que se trasladan en taxi o en vehículos particulares solo tienen acceso a una taquilla habilitada para el sellado de pasaportes. Esto reduce la capacidad de atención. La limitación operativa termina concentrando a cientos de personas en un mismo punto.
Reclamó al Servicio de Migración mayor celeridad en el procedimiento o la habilitación de más taquillas, como medida para descongestionar el flujo, a fin de evitar demoras y contratiempos, como la pérdida de vuelos tanto en el aeropuerto de Cúcuta como en el de San Antonio, terminales clave en la ruta fronteriza. Cada minuto de espera incrementa el riesgo de no llegar a tiempo al siguiente tramo del viaje.
Demoras en vuelos
José Antonio García llegó al estado Táchira procedente de Chile, país del Cono Sur donde reside desde hace varios años, tras perder su boleto cuando la aerolínea suspendió los vuelos hacia Venezuela. Esta situación que afectó a miles de pasajeros debido a las alertas de seguridad y las restricciones de las aerolíneas internacionales.
Esta situación lo obligó a viajar vía Bogotá, con escala a Cúcuta. Aun así, aseguró que conseguir un pasaje resultó complicado debido a la escasa oferta propia de la temporada, caracterizada por alta demanda y pocos cupos disponibles debido a la crisis aérea. La planificación se convirtió en una carrera contra el calendario.
“Luego de las elecciones en Chile muchos venezolanos están pensando en retornar por temor a ser expulsados, mientras que otros quieren venir por las festividades, sin embargo, son pocos vuelos los que hay por estás fechas”,
dijo.
Destacó que para sellar su pasaporte tuvo que esperar más de dos horas en la taquilla de Migración cercana al puente internacional Simón Bolívar, otro de los pasos fronterizos más transitados. Ahí es común la presencia de gestores, personas que ofrecen agilizar trámites a cambio de dinero.

La espera se prolongó mientras observaba cómo otros optaban por vías alternas para agilizar el trámite.
En su caso, prefirió aguardar para evitar pagar a terceros. El costo del “sellado express”, modalidad informal, puede superar los 10 dólares, con entrega del documento en menos de 10 minutos.
“Preferí esperar y no pagar. Tampoco pienso soltar un documento tan importante como el pasaporte a cualquiera persona”, expresó.
Supervisión a extranjeros
Una fuente consultada en el eje fronterizo, zona que agrupa varios municipios limítrofes, explicó que las colas para el sellado aumentarán en los próximos días, especialmente a medida que se acerque el fin de año, cuando se intensifican los desplazamientos. El flujo constante anticipa jornadas aún más congestionadas.
Indicó que las autoridades mantienen una mayor supervisión sobre los extranjeros, al punto de que a algunos se les estaría solicitando carta de invitación para poder ingresar al país, documento que acredita hospedaje o vínculo familiar. Esta revisión se ha intensificado en un contexto de mayor vigilancia fronteriza, reforzado por la crisis aérea y las restricciones internacionales.
Esta medida forma parte de la nueva estrategia de presión de EE. UU. contra el chavismo, que ya ha impactado la operatividad aérea. La tensión bilateral, elevada tras la incautación de tres buques petroleros desde y hacia Venezuela por parte de Trump hasta este 23 de diciembre, estuvo precedida por la cancelación de vuelos internacionales.
En la frontera se mantiene un despliegue de seguridad, especialmente en los pasos ilegales, conocidos como trochas. En estos puntos el Gobierno busca preservar el control para evitar hechos de violencia. La presencia militar contrasta con la vulnerabilidad de los viajeros que solo esperan avanzar.
El gobernador del estado Táchira, Freddy Bernal, aseguró que no permitirá incursiones de militares extranjeros ni la pérdida del control de la seguridad en la entidad.

Sin pasajes
Mientras tanto, las colas para sellar pasaportes continúan registrándose en los puentes internacionales, y el aeropuerto Cipriano Castro, terminal aéreo del municipio Bolívar, está abarrotado de pasajeros desde hace casi un mes.
El trayecto no termina en la frontera: para muchos, aún queda la incertidumbre del vuelo, limitado por la crisis aérea que mantiene la conectividad internacional muy reducida.
El flujo de viajeros aumentó hasta 7000 personas por semana, informó un trabajador del aeropuerto que prefirió mantener su identidad en reserva, por no estar autorizado a declarar.
A las 26 frecuencias semanales que operan por el aeropuerto Cipriano Castro se sumaron cuatro vuelos especiales de la aerolínea Estelar y dos de Rutaca. Ambas compañías venezolanas ahora cubren la ruta San Antonio–Maiquetía y viceversa.
Pese al incremento de vuelos, los pasajes siguen siendo escasos. Las tarifas oscilan entre 150 y 225 dólares, montos elevados para gran parte de los viajeros en esta temporada de alta demanda y con pocas opciones internacionales. Para quienes esperan en la frontera, el viaje solo concluirá cuando finalmente crucen la última puerta de embarque rumbo a casa.
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