Comunicarse con títeres y marionetas mantiene con ilusión a Gabriel Solís en Maracaibo

Titiritero zuliano | títeres

El titiritero ha creado más de 300 personajes con material de desecho con los que ha alegrado a niños y adultos por más de dos décadas en el Zulia y fuera de sus fronteras.

Maracaibo. Gabriel Solís ha llevado el arte en la sangre desde que era un niño. Se crio en un hogar que lo llevó por ese camino debido a la cercanía de sus padres con el arte y el canto. Hoy solo pide seguir mostrando su talento al mundo hasta que Dios lo llame.

Formado en Filosofía y Psicopedagogía, además de su licenciatura en Teatro, fue parte del reconocido teatro universitario Parque Infantil Chímpete Chámpata de la Universidad del Zulia por más de 25 años. Ahí comenzó su amor por los títeres, las marionetas y llegó a montar más de 100 obras por año.

Recuerda que su primera obra fue Sol de Papel, de Freddy Marín. “Yo era un psiquiatra y tenía que ir al hospital psiquiátrico de Maracaibo para poder profundizar en el personaje y enriquecerlo”, cuenta.

Para él, el arte de comunicarse a través de sus personajes lo ha mantenido de pie ante las adversidades, las tristezas e incluso la crisis económica. Rodeado de solo una parte de sus títeres, explicó cómo revolviendo en la basura ha aprovechado algunos materiales para sus creaciones.

Siempre he hecho mis personajes de material reciclado; como el buchón, que las alas las conseguí en la basura, igual que la goma espuma, la gorra y así. El esqueleto es de palos de escoba y hay otros personajes hechos de vasos plásticos, botellas de refresco, resortes, pegamento y papel sanitario”, reveló.

Motivación

El tiempo de construcción de un títere y su caracterización en el personaje le lleva hasta un año. Confiesa que a veces en el proceso se desanima, pero saber que los niños tendrán una nueva aventura de la que aprender, lo motiva de nuevo.

titiritero zuliano
Las funciones de Solís tienen un costo de 30 a 50 dólares; sin embargo, hace obras de manera gratuita para comunidades/Mariela Nava

Para Gabriel, el teatro es un arte poco valorado. “Vivimos en una sociedad donde todos quieren ser protagonistas”, apunta sin profundizar, pues para él lo verdaderamente importante es que las nuevas generaciones de artistas se formen, investiguen y entiendan la unión de la ciencia con el arte.

“Se ha perdido la capacidad de asombro. Si yo enseño un títere robótico la gente se toma una foto y ya, pero el reto del actor es ser creativo para animar”, dijo.

El actor vive del aplauso 

Solís asegura que ese interés por profundizar en el arte lo llevó a estudiar varias carreras. Quería aprender a neutralizar sus emociones ante una sociedad, incluso su propia familia, que lo juzgaba por no producir dinero suficiente para mantenerse con su trabajo, ser titiritero.

Mi familia me criticaba por eso y siempre estuvieron en contra. Pero el teatro me enseñó a no tener prejuicios. He querido ser un actor integral y por eso me he interesado por aprender tantas cosas. He sido un investigador del tema actoral”, recalca convencido.

Un trabajo que alienta

Gabriel tiene frescos los recuerdos de su amor por el colorido, los movimientos y las caracterizaciones de sus primeros pasos en el mundo de los títeres. “Cuando vi las marionetas, me enamore”, comenta.

Dice que vio en los títeres un ingrediente especial “porque el hombre actúa con una figura animada con la que puede interactuar, pero él se roba el show porque yo para el público paso desapercibido”.

Recuerda que sus primeros títeres fueron de guante, hasta que creó la obra “El gato y el globo”, que hasta la fecha es una de sus favoritas.

“Esa obra la monté en el teatro Lía Bermúdez con un público de más de 300 personas. Es increíble cómo la gente reacciona a un títere, es un fenómeno donde el hombre de desvanece”.

Titiritero Zulia
Gabriel se enamoró del escenario y desde hace 20 años ha construido más de 300 personajes con material de desecho/Mariela Nava

Para el titiritero, el público es su motivación, por eso no para de crear y de aceptar invitaciones de escuelas, organizaciones, comunidades y voluntarios que quieren llevar alegría y enseñanzas a sus comunidades. A cambio, solo pide respeto.

Las obras de Gabriel Solís se han presentado también fuera de la frontera venezolana, como México, Brasil y Colombia. La puesta en escena dura alrededor de una hora con diversos personajes, todos dejan una moraleja. Incluso, ha montado obras católicas como la historia de la Virgen de Coromoto y la vida de San Tarsicio.

Actualmente Gabriel ha unido fuerzas con algunos activistas ambientales para ayudarlos a llevar el mensaje ecológico a las comunidades.

“Mi sueño es mantener siempre la conexión entre el objeto y la razón de mi alma, aportar cambios a la sociedad y mantener la felicidad y la paz que me da construir un títere; por eso estoy trabajando para concretar todo lo que tengo en mi cabeza y corazón”.

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