Denuncian que el Cicpc abandona los cadáveres en morgue del cementerio Luis Herrera en San Fernando (y II)

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Deudos se quejan de la lejanía del nuevo camposanto. Pese a que en el cementerio de Rabanal hay fosas gratis, son pocos los entierros porque el traslado sale caro.

San Fernando. El cadáver de un hombre hallado en un monte y dejado casi una semana a la intemperie en el cementerio fue retirado el 4 de julio por sus familiares y llevado a la población de Arichuna.

“Ya estaba hediondo”, cuenta Adolfo Medina, propietario de la funeraria más grande de Apure, con más 30 años, y conocedor de todos los cementerios de la capital y su periferia.

Son cadáveres llevados por el Cicpc a “la morgue” del cementerio del sector Luis Herrera, de San Fernando, a los que practican autopsia y abandonan cuando no hay quien los reclame.

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La morgue del cementerio del sector Luis Herrera es un techo y cuatro paredes que están vandalizados. Foto: Sulay García.

El problema es viejo, asegura Medina, que conoce la movida del camposanto también clausurado en 2021, tras cesar como sustituto del viejo cementerio Jobalito de la avenida Miranda.

Yo mismo me encargué, hace cinco años, del entierro de un hombre que tenía como 20 días en el cementerio sin que le aparecieran dolientes”, cuenta el empresario funerario.

Y añade: “Se lo estaban comiendo los perros, las ratas. Humanitariamente, yo le regalé la urna y le puse todo y, con la gente del cementerio, lo enterramos de acuerdo con el Cicpc”.

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Adolfo Medina, propietario de la funeraria más grande de San Fernando, asegura que con clausura del Luis Herrera “abandonaron el cementerio y pasaron a la gente para un chiquero de cochinos”. Foto: Sulay García.

En el mismo camposanto de la urbanización Luis Herrera, sentado sobre las tumbas con sus compañeros, Jorge Miranda, sepulturero y residente del sector, corrobora el relato de Medina.

“Hay muertos que los sacan del hospital y los traen para acá. Ahí llega el Cicpc y los tira ahí, en la morgue”, señala con su dedo a una pequeña casucha ubicada al fondo del terreno.

Miranda llama “morgue” a un techo con cuatro paredes, puerta, baño y lavadero vandalizados, que tiene una troja de aluminio en su interior.

“Cuando pasan días ahí uno mismo los entierra”, continúa el joven. “Si no, se lo llevan los zamuros”, completa uno de sus compañeros desde la tumba en la que se encuentra sentado.

La morgue de aquí del cementerio no tiene ninguna función y el tiempo que pasa ese muerto ahí, eso perjudica a los alrededores de la comunidad”, asegura el vecino y sepulturero.

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Capillas del cementerio de la urbanización Luis Herrera de San Fernando están desmanteladas y hay fosas en sus aceras. Foto: Sulay García.
Boca de tigre

“Esto es la boca del tigre a las 6:30 p. m., ya no hay alumbrado, la gente llega a la puerta y se devuelve al ver el monte”, describe Gabriel Barrios, entre dientes y con la cabeza gacha.

La vandalización e inseguridad del cementerio Luis Herrera también le preocupa a Barrios y a sus 19 compañeros, que viven de limpiar tumbas, construir fosas y sepultar difuntos.

Con machetes, trapos y baldes en mano, Barrios y cinco de sus compañeros aguardan sentados en las tumbas la llegada de un chance, pero “el trabajo está pesado”, comenta.

Uno se gana 15 o 10 dólares, depende de lo que salga, pero mira cómo está el cementerio”, se queja Barrios, mientras escribe en el suelo con un viejo cuchillo que carga en la mano.

Sin levantar la cara expresa: “Aquí no ves ni fantasmas, la gente ve el cementerio limpio y viene y visita a sus familiares, pero, así como está ni viene, y si lo hace, entra asustada”.

Este cementerio municipal está en estado “deplorable” denunció, recientemente, el concejal de San Fernando y excandidato a gobernador de la Mesa de la Unidad, Wilson Gallardo.

“Esto no es Ucrania, es el cementerio que se encuentra en ruinas. Es increíble cómo tomaron las capillas y las aceras para sepultar”, dice Gallardo en un video viralizado en redes sociales.

Un hombre mayor que se identifica como el trabajador más antiguo, desde la inauguración del camposanto en 1984, afirma que “hay hasta nueve muertos en una misma fosa”.

Además, de que en las 10 hectáreas del cementerio hay 20.000 sepulturas y “allá —señala con el dedo la parte posterior del terreno enmontada e inundada— todavía queda espacio”.

Medina, el empresario funerario, también sostiene lo dicho por el antiguo trabajador: “Ufff, todavía quedan como 7000 metros cuadrados donde caben, fácilmente, unas 3500 fosas”.

Y agregó: “Usan las aceras porque aquí no hay ley. A ese cementerio lo que le falta es un cariñito, tiene una pared caída, pero eso es nada, le meten 4 o 5 máquinas y rellenan todo”.

A los familiares de los difuntos también les cabe lo suyo por el abandono del cementerio, considera el sepulturero Jorge Miranda.

No deberían involucrar al Gobierno en esto, también es parte nuestra venir a darle vuelta a las tumbas y estar pendientes de qué les falta y, así, se mantiene el cementerio limpio”, opina.

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Jorge Miranda, sepulturero del cementerio de la urbanización Luis Herrera, dice: “La hediondez no se aguanta en la comunidad cuando dejan cadáveres en la morgue del cementerio”. Foto: Sulay García.
Olvido en la lejanía

Tras recorrer 13 kilómetros por la Troncal 19, desde San Fernando hasta el sector Rabanal hay un desvío a mano izquierda, por un camino de tierra de casi dos kilómetros, campo adentro.

En ese brazo del eje carretero Biruaca-Achaguas está la comunidad rural Euclides Parra y al final de su única vía, el cementerio actual de los difuntos sanfernandinos y biruaquenses.

Es el nuevo camposanto de Rabanal, mancomunado con el municipio Biruaca que sustituyó al cementerio municipal de la urbanización Luis Herrara, clausurado en 2021.

El barro y los huecos para llegar hasta allá son imposibles de evadir, pero el trato afable de José Cabrera, el único obrero con sueldo fijo del camposanto, compensa la travesía.

Sentado en una tumba, Cabrera relata que los deudos poco entierran sus difuntos allí, pese a las 600 fosas vacías, gratis, para cuya tapa no hace falta más de 10 dólares de colaboración.

Tal vez sea porque el traslado del difunto en carroza fúnebre cuesta 40 dólares y de familiares en una buseta, 60, si hay gasolina. Cuando escasea el combustible la tarifa aumenta.

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El cementerio mancomunado Biruaca-San Fernando es subutilizado por la lejanía Foto: Sulay García

“Aquí no se anega, pero la gente dice que es muy lejos la entrada para acá”, cuenta el compañero de cuatro obreros más, a quienes pagan, eventualmente, con una bolsa de comida.

Reafirma: “Los mismos familiares dicen, cuando vienen a enterrar para acá, que aquí es muy lejos, que la calle está intransitable”.

Los entierros no pasan de cinco por mes en este cementerio. En cambio, en el Luis Herrera, sepultan casi la mitad de los 60 difuntos mensuales del servicio funerario de Adolfo Medina.

“Ni para el Día de los Muertos viene casi gente y eso que aquí es sano. Nadie se mete a molestar porque aquí estamos cinco personas pendientes, apenas llega alguien raro”, asegura.

El mayor índice de sepelios del cementerio Rabanal fue en la etapa crítica de la pandemia, en 2020-2021. “Se enterraron 1200 personas en año y medio, hasta 15 diarias”, revela Cabrera.

Antes de ser mancomunado, en 2017, el cementerio Rabanal era un pequeño lote con más de 25 años destinado a la inhumación, únicamente, de difuntos de esa comunidad. De estos Cabrera lleva 18 cuidándolo.

El espacio de nueve hectáreas y media, a medio terminar, tiene construidas 2400 fosas, “de 5000 que planeaban hacer solo están ocupadas 1600”, prosigue el trabajador.

El proyecto integral que incluye 5000 fosas, caminerías, cerca, bancos, crematorio y capilla velatoria, con sus respectivos servicios, apenas lleva un adelanto de las fosas y el crematorio.

“Ya tiene la bombona de 3000 litros de gas, ya probaron todo, nada más de inaugurar”, detalla el trabajador acerca del crematorio recién culminado y aún no inaugurado.

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José Cabrera, trabajador del cementerio mancomunado San Fernando-Biruaca, manifiesta que: “Familiares dicen que no entierran aquí porque es muy lejos y la vía está muy mala” Foto: Sulay García.
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Para llegar al cementerio mancomunado de San Fernando-Biruaca hay que recorrer 13 kilómetros por la carretera Troncal 19 y kilómetro y medio de vía rural en mal estado. Foto: Sulay García.

El hombre menciona que “el señor de la casa crematoria (contratista) va a poner un portón y arreglará la vía porque viene la alcaldesa (San Fernando), el alcalde (Biruaca) y el gobernador”.

De los trabajos restantes solo se ve un montón de tierra enmontado y arrimado, según Cabrera, por un contratista que yace en el mismo cementerio. No ha escuchado más.

Cuando empezaron dijeron que iban a cercar y rellenar para hacer las caminerías. El año pasado, vinieron unos ingenieros, vieron y comentaron que esperarían recursos, pero no volvieron más”, comenta Cabrera.

Inconsciencia

Llueve en San Fernando y la alcaldía limpia los drenajes de la ciudad. La alcaldesa Ofelia Padrón, con botas de goma, jeans y chaqueta impermeable, llega de supervisar estas tareas.

Se acomoda en su estrecho escritorio rodeado de cajas y confiesa que no es fácil lidiar con la inconsciencia de la ciudadanía: “No me doy abasto, la gente no colabora”.

Se refiere a quienes tiran basura en los drenajes, pero también a los que sepultan a sus difuntos en el cementerio Luis Herrera, a pesar de estar clausurado.

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La alcaldesa de San Fernando, Ofelia Padrón, afirmó que: “No pueden seguir enterrando en el cementerio Luis Herrera. A todo el que viene a solicitar permiso para enterrar lo orientamos para el cementerio mancomunado de Rabanal”. Foto: Sulay García.

Aprovecho esta entrevista para dejar claro que el cementerio de la urbanización Luis Herrera está clausurado, no pueden seguir enterrando allí”.

Para la alcaldesa revolucionaria, tres veces reelecta, también es inconsciente el concejal Wilson Gallardo, por su denuncia del estado “deplorable” del cementerio Luis Herrera.

“Cuando uno denuncia tiene que ser responsable, debe ir a la fuente para informarse. El concejal no tiene el más mínimo conocimiento de la inversión que hicimos en mi primera gestión en un nuevo cementerio mancomunado”, reprocha.

Aun así, no niega la necesidad de recuperación tanto del cementerio del sector Luis Herrera como del viejo camposanto de Jobalito.

Eso también es muy importante, pero en este momento tenemos unas prioridades que son los problemas de los servicios públicos deteriorados por el bloqueo”, explica.

Añade: “Nosotros sí le hacemos mantenimiento a los dos cementerios. Los fumigamos para controlar la maleza, pero en invierno la maleza crece rápido y es difícil concentrar allí una cuadrilla porque no solamente tenemos ese problema”.

Padrón reclama también, “que los deudos asuman su corresponsabilidad” en el mantenimiento de las tumbas de sus difuntos. “Así es más fácil”, comenta.

Prioridades por bloqueo

Padrón afirma que todos los recursos están concentrados en restablecer los servicios de agua, educación y salud “priorizados en el 1 por 10 del buen gobierno”.

“No vamos a destinar recursos a un cementerio, hemos tenido una situación económica crítica en nuestro país porque nosotros estamos bloqueados”.

El 1 por 10 del buen gobierno es un instrumento de la plataforma estatal Patria, a través de la cual la ciudadanía, vía electrónica, reporta los problemas comunitarios de prioritaria atención.

“Lo de los servicios públicos es fuerte, a veces hemos tenido situaciones donde nos hemos visto con un solo compactador de basura”, expresa la mandataria.

Sin embargo, no descarta aplicar una medida legal para impedir que sigan los entierros en el cementerio clausurado de la urbanización Luis Herrera.

Desmiente que haya riesgos de salud pública en este cementerio con la autopsia de cadáveres denunciada por sepultureros y vecinos de la instalación.

“No hay un problema de salud pública porque ahí no quedan cadáveres, permanecen allí sólo mientras les hacen la autopsia y, luego, los entregan a sus familiares”, enfatiza Padrón.

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En una fosa hay hasta 9 difuntos asegura sepulturero más antiguo del cementerio de la urbanización Luis Herrera de San Fernando. Foto: Sulay García.

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