Desde hace cinco años la biblioteca de la USB espera por arreglos que le permitan reabrir todos sus espacios

Biblioteca USB - Sede Sartanejas

El déficit de personal, problemas de infraestructura y limitaciones presupuestarias afectan a la biblioteca de la Universidad Simón Bolívar (USB). Julio Montenegro, director de ese departamento, propone revisar el concepto de la biblioteca, pues considera que carece de sentido conservar los libros de papel.

Caracas. Disculpe, ¿puedo usar el libro aquí?, pregunta un estudiante a una trabajadora de la biblioteca de la Universidad Simón Bolívar (USB).

Esta le responde que no y le notifica que los libros, solo se prestan por una semana.

Es como triste que tengamos este espacio tan grande y no podamos usarlo, ni buscar nosotros mismos los libros, dice el alumno que apenas está en su primer semestre de carrera universitaria. 

La otrora imponente biblioteca de la USB, en el sureste de Caracas, se encuentra en una encrucijada. En su condición actual contrasta su pasado glorioso y un futuro incierto.

Lo que antes era un estimulante centro de conocimiento, ahora es un espacio silencioso y casi vacío, que refleja las dificultades que enfrenta la educación superior en el país.

Desde hace cinco años, los últimos dos pisos de la biblioteca de la USB no reciben público interesado en ver el material bibliográfico que se mantiene en los estantes.

Foto: Lucía Fernanda Ramírez

Aunque el personal que trabaja allí asegura que los últimos dos pisos están inhabilitados, Julio Montenegro, director de la biblioteca de la casa de estudios, sostiene que se trata de un acceso limitado para evitar aglomeraciones en esas plantas y mantener sus condiciones.

Ningún piso de la biblioteca se ha inhabilitado. Simplemente no hay libre acceso masivo, ya que no tenemos forma de controlar los ambientes porque el sistema de acondicionamiento de aire no está funcionando, reveló a Crónica.Uno.

Montenegro aseveró que han cubierto la demanda. No obstante, una hoja pegada en una cartelera con un listado que contiene los libros disponibles para prestar a los estudiantes desmiente dicha aseveración.

Se hace de esa manera porque no se pueden bajar 20.000 libros y ponerlos aquí. No somos suficientes para eso, indicó una fuente que prefirió no ser identificada.

La Encuesta de condiciones de vida de la población universitaria hecha por el Observatorio de Universidades (Enobu 2023), detalló que 42 % de los profesores y docentes no cuentan con bibliotecas especializadas.

Foto: Lucía Fernanda Ramírez
Sin personal

Así como la oferta de libros disponibles para consultar, la cantidad de trabajadores en las distintas áreas de la biblioteca de la USB disminuyó en los últimos años. De 40 empleados que trabajaban en las tres plantas, ahora sólo quedan seis personas, es decir, uno por cada departamento.

Hay personas que se han ido del país, otros fueron asignados a otras áreas de la universidad, se fueron jubilados, o eran estudiantes que se graduaron y consiguieron otros empleos, expuso.

El déficit de empleados, aunado a los problemas de transporte los obliga a asistir bajo una especie de horario especial en el que, por turnos, asisten solo tres veces a la semana. La modalidad aplica solo en los días en los que hay mayor asistencia de estudiantes a la USB.

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La planta baja de la biblioteca está en condiciones óptimas. Sin embargo, no está acondicionada para recibir estudiantes. Fotografía: Tairy Gamboa

También tienen conocimientos de las labores de todos en cada área, por lo que si alguno se ve obligado a faltar, otro compañero sabe qué hacer.

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Fotografía: Tairy Gamboa

El director de la biblioteca sostuvo que hay un déficit importante de trabajadores por un asunto de oferta y demanda.

Los costos de asistir a la universidad, algo que por cierto se debió haber pensado cuando la construyeron, son muy altos por lo distante a la ciudad. Las dificultades de transporte y el sueldo que se puede ofrecer no son atractivos, y poco a poco nuestros empleados han ido emigrando. La pandemia y la cuarentena fueron el mayor hito. Muchos cambiaron su centro de trabajo a lugares más cercanos a sus casas para reducir costos, y eso indudablemente nos afectó como a muchas otras instituciones, dijo.

Acceso limitado

A través de un estudio hecho por las antiguas autoridades de la universidad se concluyó que la biblioteca de la USB tiene un alto porcentaje de humedad por la zona en la que está ubicada y las condiciones del edificio, el cual se agravaba por los problemas del sistema de aire acondicionado.

Aunque por trabajos de la Misión Venezuela Bella se logró arreglar la filtración en la platabanda que afectaba el tercer piso, en donde hay revistas especializadas, el resto se mantiene a la espera y sin ningún plan de reparación a corto plazo.

Una trabajadora, que prefirió no ser identificada, cuenta que en noviembre de 2019,  el antiguo director pidió que se quitaran las alfombras para evitar la acumulación de ácaros y la humedad. Desde ese año se mantiene así.

Biblioteca USB
Foto: Lucía Fernanda Ramírez

Los estantes con los libros siguen ahí, pero ya nadie los toca. Sobre ellos reposa polvo, que poco a poco se acumula debido a que solo lo limpiande vez en cuando. Otra consecuencia de la falta de personal de mantenimiento. También hay techos sin láminas y falta iluminación en algunos espacios.

Sobre algunas butacas que podían ser usadas por quienes iban a estudiar varias horas, ahora hay libros, o están puestas unas sobre otras. 

Foto: Lucía Fernanda Ramírez
El costo

El profesor Julio Montenegro, director de la biblioteca y egresado de la USB, ratificó que por un trabajo realizado por la Misión Venezuela Bella se reconstruyó una acumulación de defectos que datan desde la construcción misma del edificio, hace unos 30 años. 

La instalación de las bases del sistema de enfriamiento del edificio fue mal hecha y año tras año fueron reparadas parcialmente hasta que no hubo presupuesto para seguir sosteniéndolos, indicó.

Expuso que como consecuencia, se terminó de degradar el techo y el agua comenzó a colarse hacia el último piso. La obra más importante ya se hizo, que fue detener la causa del daño hacia abajo. 

Biblioteca USB Sartanejas
Foto: Lucía Fernanda Ramírez

Nos queda ahora resolver el tema de los enfriadores, porque los equipos anteriores ya culminaron su vida útil y necesitamos reemplazarlos. Estamos trabajando en ese sentido, explorando posibilidades de financiamiento externo, dado el monto de lo que necesitamos, detalló.

Resaltó que no han podido avanzar como quisieran porque el presupuesto interno es insuficiente para afrontarlas.

Si quieres tener alguna referencia, por ejemplo, el costo de un equipo enfriador para el sistema de acondicionamiento de aire requerido puede estar entre 150 o 200 mil dólares, dijo.

Sin planes

A nosotros nos llegan muchachos que nos preguntan si hay algún espacio en el que puedan estudiar, pero es que no podemos tenerlos aquí. Nos hemos adaptado medianamente a tener ventanas abiertas, tenemos ventiladores, pero no podemos hacer más, afirmó parte del personal entrevistado.

A veces, los trabajadores sienten que, aunque el director de la biblioteca está pendiente de ellos, la planta física es la última prioridad para las autoridades universitarias.

Para Montenegro no es así, por lo que invita a quien tenga alguna propuesta a comunicarla. No creo que alguien opine que la biblioteca no es una prioridad, eso ni siquiera se discute. Lo que sucede es que en tiempos de escasez, los recursos se reparten a un ritmo más lento del deseado, porque no se dispone de suficiente liquidez.

Foto: Lucía Fernanda Ramírez

Aclaró que la recuperación de la biblioteca tiene dos vertientes. Una abarca su estructura física, que se atiende actualmente gracias a gestiones institucionales. La  otra se refiere a su funcionamiento interno, que se resuelve al mismo ritmo de las otras funciones de la universidad.

A quienes piensan que la biblioteca está abandonada a su suerte, lo invito a que venga y vea lo que estamos haciendo, y mejor si puede colaborar con algo.

El docente propone revisar el concepto de la biblioteca, pues considera que carece de sentido conservar los libros de papel como en un museo, pese a lo valiosos que son. A su juicio, es necesario migrar hacia sistemas más modernos de acceso a materiales en formato electrónico, como ya funcionan las bibliotecas de punta en el mundo.

Foto: Lucía Fernanda Ramírez

Eso permite un uso más eficiente de los espacios y reduce los costos de mantenimiento en forma dramática. Inclusive, los espacios dentro del edificio pudieran tener otros usos de mayor provecho para la docencia y la investigación, como aulas virtuales o salas de conferencias en línea, expuso.

Para Montenegro hay muchas cosas que se pueden hacer tratando de ver hacia adelante, en lugar de anclarnos a lo que fue. Los tiempos han cambiado y debemos adaptarnos. Estamos completamente dispuestos a escuchar propuestas, la universidad y su biblioteca nos pertenecen a todos.

Foto: Lucía Fernanda Ramírez

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