Deterioro de la calidad de vida y estrés desatan crisis de pánico y ansiedad en población joven

Crisis de pánico, ansiedad

Aunque los episodios son hereditarios y multifactoriales, se hacen más frecuentes en personas de entre 25 y 50 años. Las preocupaciones derivadas del ritmo de vida se encuentran entre las causas. Expertos recomiendan las distracciones para evadir los pensamientos inquietantes.

Caracas. Tres de cada diez personas sufrirán una crisis de pánico de forma repentina y sin causa aparente en algún momento, apuntan datos de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, en Venezuela, la merma en la calidad de vida y los altos niveles de estrés suponen un factor de riesgo para el desarrollo del trastorno, un tipo de ansiedad que afecta a la población productiva de entre 25 y 50 años y que requiere tratamiento de por vida.

Franca Caterina, miembro titular de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, explicó durante su intervención en el XXVII Congreso de Psiquiatría, que las elevadas cantidades de cortisol y adrenalina generadas como respuesta a la angustia y el estrés hacen más proclives a los venezolanos a estar mentalmente afectados por los pensamientos catastróficos derivados del ritmo de vida y las preocupaciones.

Un ataque de pánico se vive con un intenso temor y va acompañado de una sensación de muerte inminente. La percepción irreal de peligro se origina –según la experta– debido a la alteración de algunas estructuras cerebrales asociadas a las amígdalas y el hipocampo.

La crisis repentina

A diferencia del ataque, un trastorno de pánico alude a un tipo de ansiedad diagnosticado que se caracteriza por episodios inesperados y repetidos de intenso miedo acompañados por síntomas físicos. En esos casos, indicó Caterina, las crisis repentinas –que suelen durar unos minutos– ameritan medicación de por vida, psicoterapia y restructuración cognitiva.

Quien ha padecido un ataque vive en estado de alerta y con el miedo de que le vuelva a ocurrir, lo que le impide llevar una vida normal. Las situaciones de estrés y las preocupaciones actúan como catalizadores, señala la psiquiatra. “Estos estímulos internos y externos provocan que se active el sistema de alarma del organismo, pero cuando ocurre el paciente piensa que se está volviendo loco y que va a perder el control”, indicó.

Aunque la afección obedece también a factores hereditarios, es más frecuente en mujeres y personas metódicas o perfeccionistas, entre los 25 y los 50 años.

“Los motorizados me generan pánico. Al verlos me quedó de pie paralizada en la calle por un rato. Me han asaltado muchas veces y he sido víctima de burlas. Es difícil vivir así teniendo en cuenta que hay motos en todos lados”, relató ante el panel de expertos una de las asistentes.

Para tener en cuenta

Lo importante –destaca la especialista– es identificar las crisis y aprender a manejarlas como episodios transitorios. Para ello sugiere observar si la persona presenta los siguientes síntomas:

  • Palpitaciones.
  • Temblores y sacudidas.
  • Sudoración.
  • Sensación de opresión en el pecho.
  • Escalofríos.
  • Náuseas.
  • Sensación de desmayo.
  • Inquietud.

Aunque afrontar o sobrellevar una crisis puede ser confuso o intimidante para algunas personas, Caterina sugiere lo siguiente:

  • Ayudar a la persona afectada a distraerse con algo que le permita olvidar los pensamientos angustiantes.
  • Internalizar que todas las crisis de pánico duran solo unos minutos.
  • Tomar aire fresco y focalizar la atención en hechos, recuerdos o situaciones agradables.
  • Identificar el miedo como una sensación irreal e injustificada.
  • Leer sobre el tema y hablarlo abiertamente.
  • Evitar el café, el tabaco y otras sustancias que sobreestimulan la actividad cerebral.
  • Hacer ejercicio físico.

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