Estos locales –en los que prevalece la importación masiva de mercancías– han tenido un crecimiento vertiginoso en los últimos años. En muchas ciudades surgen en medio de la quiebra de la mayoría de los establecimientos tradicionales, revela un estudio de la Universidad de Oslo, en Noruega, y el Centro de Investigación y Formación Obrera.
Caracas. Los bodegones aparecieron en Venezuela hace menos de tres años y desde entonces no han parado de proliferar. Reconocerlos es fácil: fachadas recién pintadas, golosinas americanas apiladas, aceites de oliva, arroz basmati, leches de almendra, soya o cualquier otro derivado. Anaqueles llenos con sello importado. Una investigación de la Universidad de Oslo, en Noruega, y el Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO) lo define como uno de los fenómenos sociales recientes más importantes ocurridos en el país y el surgimiento de un capitalismo fragmentado que genera nuevas y “más profundas” desigualdades.
El universo de bodegones está calculado por el estudio en 613. Casi la mitad de estos establecimientos tiene menos de dos años, mientras que 20 % tiene entre dos y tres años: “Se trata de un fenómeno reciente que da cuenta de la apertura focalizada de la economía y en la que nuevos comerciantes han incursionado, ya que en su mayoría los propietarios no tienen experiencia previa en el sector o su experiencia es muy reciente”.
El fenómeno bodegón se muestra también en la ampliación de panaderías boutique; algunos tienen una decoración excesiva o están ubicados en torres de lujo; o se promocionan como nuevas tiendas de electrodomésticos. En entrevista a Crónica.Uno el economista Manuel Sutherland, uno de los investigadores, explica que este suceso trae consigo un nuevo estamento social dentro de la clase empresarial venezolana, donde participan aquellos más a tono con el discurso del gobierno.
La mayoría de las tiendas ofrece productos que se han vuelto populares en el país por el volumen con que se comercializan. Uno de los casos son las Nutella o las mantequillas de maní, que abundan en los anaqueles. Para Sutherland “es algo muy evidente” que entre los cambios sociales que se han impuesto está una especie de estadounidenzación del consumo local, donde se ven chocolates de marcas como Snickers o Milky Way.
“Esto antes era una rareza; regalar una Nutella era algo especial, y ahora es hasta cotidiano. La cuestión allí es el cambio en el modo de producción: uno donde el motor de la importación sustituye cualquier iniciativa de producción nacional, y es el gobierno el que estimula esa importación de bienes terminados, que implica una salida de divisas y no contribuye a algún desarrollo económico importante”, explica el economista.
El fenómeno económico del bodegón en Venezuela puede ser uno de los sucesos sociales más importantes ocurridos en el país. Aunque su impacto en el PIB no es significativo, a nivel social ha sido fundamental”, indica.
Estos locales han tenido un crecimiento vertiginoso en los últimos años. En muchas ciudades crecen en medio de la quiebra de la mayoría de los establecimientos tradicionales. En ellos se ha mostrado con más ahínco los procesos de importación masiva de mercancías, ventajas arancelarias, dolarización de sus productos y de los salarios y la expansión inmobiliaria.
El investigador señala que buena parte de quienes participan en estos comercios estaban acostumbrados a tasas de ganancia muy altas por negocios con Cadivi, importaciones fraudulentas o con Pdvsa: “Algunos traen su capital creyendo que lo van a reproducir en un tiempo muy breve. Son personas que están aprendiendo a ser empresarios formales y que probablemente tengan precios elevadísimos y con el tiempo verán que los deben poner más bajos y ser más competitivos”.
¿Quiénes son los dueños de estos locales? Es una pregunta que recorre eventualmente los debates de la sociedad. El economista Manuel Sutherland cuenta que fue difícil conseguir incluso la información más básica: “Hay mucho secretismo, hay temor. El mismo gobierno es reacio a dar información pública a la que está obligado, entonces los privados también lo hacen”. En ese sentido, agrega que en algunos de estos establecimientos los capitales provienen de lavado de dinero o de estructuras opacas.
“Desde ningún punto de vista se pudo obtener nombres u orígenes serios de esos capitales. En los bodegones más cercanos a Aragua era muy complicado conseguir información. Otros también se cuidan de ser víctimas de robos, secuestros. Algunos han sido extorsionados, pagan vacuna o tienen testaferros que tapan esa información”, dice.
El estudio, basado en 83 bodegones ubicados en los estados Aragua, Miranda, Mérida, Barinas, Zulia y Distrito Capital entre el 15 de diciembre de 2020 y el 20 de enero de 2021, encontró que los salarios de los trabajadores en estos establecimientos se pagan principalmente en estas monedas: solo bolívares, 56 %; bolívares más euros, 23 %; solo dólares o euros, 12 %, y no contestó, 4 %.
“Aunque los bodegones reciban en total más divisas que bolívares, solo un escueto 12 % paga sueldos en divisas. Se suele cancelar a los trabajadores una cantidad en bolívares equivalente a las divisas acordadas, lo que también parece indicar que el proceso de dolarización podría estar más bien concentrado en élites”, señala.
Los medios de pago más usados aquí son: dólares en efectivo, 23 %; divisas a través de transferencias, 11 %, y bolívares, 66 %.
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