El virus se llevó el negocio de muchos comerciantes del mercado de Las Pulgas

mercado de las pulgas

El mercado fue cerrado en mayo de 2020, lo que llevó a la ruina a muchos de los comerciantes que tenían puestos allí. Cuando se cumple un año de la pandemia en el país, quienes volvieron a sus negocios tras la reapertura en agosto del año pasado, tienen ingresos 70 % por debajo de lo que facturaban normalmente. 

Maracaibo. Un grito casi desesperado que anuncia la venta de plátanos “baratos”, en la calle ancha del mercado Las Pulgas de Maracaibo, se mezcla con el calor y un fuerte olor a basura que proviene de las orillas del lago. Apostado en una mesa plegable, Heberto Ramírez, de 34 años, luce desgarbado, pálido y sudoroso. De cuando en cuando libera su rostro de un tapabocas de tela curtido para insistir en la venta: “¡Llévese los plátanos antes de que nos quiten, aproveche, señora!”

A un año de la pandemia y luego de estar cerrado por 90 días, en Las Pulgas, el mercado a cielo abierto más grande del estado Zulia, la faena sigue, como quien se resiste a morir. En las mañanas luce lleno de compradores, como un espejismo de sus mejores momentos, pero en la tarde la soledad se apodera del casco central de Maracaibo.

El 13 de marzo de 2020, el gobierno de Nicolás Maduro reconoció la llegada de la COVID-19 a Venezuela. Una semana después el Zulia figuraba en los boletines nacionales: el mercado Las Pulgas, una de las plazas municipales de mayor extensión en Latinoamérica, con un total de 37.092 metros cuadrados, era el foco de contagio

Omar Prieto, gobernador del Zulia, anunció que desde el 25 de mayo el mercado quedaría cerrado indefinidamente. Según las estadísticas oficiales, hasta la tarde del 24 de mayo de 2020, la entidad acumulaba nueve casos confirmados.

“El mercado estará cerrado y tomado definitivamente por los cuerpos militares y policiales hasta nuevo aviso. La medida surgió luego de determinar que 63 % de los casos altamente sospechosos con COVID-19 provienen de ese lugar”, dijo Prieto.

Ender Pinto, presidente de la asociación de comerciantes de Las Pulgas, Asopulgas, recuerda claramente ese día como el inicio de la criminalización de los trabajadores. El gobernador aseguró que lo ocurrido en el mercado Las Pulgas era un “plan paramilitar” desde Colombia. 

“Para mí, como ya lo expresamos en los organismos de seguridad, ahí está el plan, contagiar el estado. Desde el ámbito epidemiológico y desde el ámbito militar y policial, lo vamos a detener y lo vamos a desmantelar”, expresó el gobernador.

Un mal trago

El 19 de marzo de 2020 los comerciantes informales del mercado fueron los primeros afectados. El alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, ordenó el derrumbe de cientos de kioscos y tarantines. La jornada se debió a las primeras acciones de limpieza por la pandemia.

“Recuerdo cómo arrasaron con todo, la gente corría para todos lados tratando de salvar su mercancía, no solo de la maquinaria que tumbó todo sin compasión, porque eso fue en la noche, sino de los robos. Algunos lo lograron, otros no”, recuerda Maira Sánchez, una vendedora de medicinas. 

Para el lunes 25 de mayo, efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana tomaron el centro. Los accesos estaban restringidos, nadie podía entrar. Un aproximado de 500 comerciantes rodeó el mercado, exigían retirar su mercancía, los ánimos se caldearon y se produjo un enfrentamiento con bombas lacrimógenas. 26 personas fueron detenidas por “alteración del orden público”.

Una semana después del decreto de cierre, los comerciantes comenzaron a denunciar el robo de su mercancía dentro del mercado, que permanecía custodiado y cerrado. La segunda semana de agosto, Ender recibió la llamada de un compañero. “Venite pa’el negocio que te lo volvieron leña”. 120 comerciantes formales corrieron con la misma suerte.

Con martillos rompieron los locales de los comerciantes formales del mercado para robar mercancía. / Foto Cortesía

Me quedé paralizado, las imágenes de mi negocio destrozado no las olvidaré nunca. Le dieron con martillo y cincel a las paredes, partieron los vidrios de las cavas exhibidoras, no servía nada, la mercancía se la llevaron en carretillas. Nadie me dio explicaciones, nadie vio ni escuchó nada, me quedé sin trabajo”.

En la ruina 

Ender Pinto tiene 60 años, es comerciante en Las Pulgas desde los 16, cuando después del colegio ayudaba a su padre en una charcutería ubicada en el antiguo mercado, donde ahora es el centro de artes Lía Bermúdez. 

40 años después, confiesa que enfrenta su realidad con dolor. Buscó un par de puertas viejas y hierro para reforzar las ruinas de su charcutería, ahora es ayudante de los vendedores de verdura. Tiene 30 kilos menos y solo come proteína una vez a la semana, si acaso. Él y su esposa resuelven la comida diaria con verduras que otros compañeros les regalan. “Hacemos salsa con arroz, pasta o arepa”. 

Ha pasado un año, y no me he podido recuperar económicamente, al contrario, cada vez estoy más arruinado. Necesito mil dólares para rescatar mi negocio y la verdad no los tengo, lo que si tengo es un dolor tremendo”, dice Pinto.

La ganancia de Ender Pinto en su charcutería rondaba los 30 millones de bolívares semanales, hoy se gana 2 millones bolívares diarios. Hace un silencio y luego agradece a Dios no haberse enfermado, porque va y viene en autobuses atiborrados de gente. “Lo lamentable es que muchos compañeros se han muerto de hambre, tristeza, de ansiedad. Con la ñapa del quédate en casa no podían salir a trabajar y la angustia de verse arruinados, se ha llevado a más de uno con infartos y subidas de tensión”.

Migración peligrosa 

Los vendedores informales que se vieron afectados con el cierre de Las Pulgas migraron al segundo centro de abastecimiento el 23 de mayo, el mercado Santa Rosalía. El 30 de mayo, el gobierno regional anunció su cierre junto con el mercado de mayoristas Mercasur, conocido como Mercamara y el 2 de junio cerró La Curva de Molina. 

Según datos de Asopulgas, un aproximado de 800 comerciantes informales migraron a otras partes de la ciudad como Pomona, Haticos, Kilometro 4, Patrulleros, La Curva de Molina y Sabaneta con pequeños mercados improvisados.

Los más grandes se instalaron entre Puente España y la estación Urdaneta del Metro de Maracaibo y, en Pomona, desde la estación de servicio conocida como bomba de Chucho, hasta el antiguo cine Lido. Otros se han convertido en pregoneros, visitan residencias, barrios y edificios vendiendo mercancía, lo que genera críticas y miedo ante el coronavirus.

Reynaldo Sáenz siente que se quedó en la calle. “Siempre hemos sido comercio informal, pero yo tenía en Las Pulgas 15 años vendiendo lo que podía, después de esto nos terminamos de hundir, ahora sí me quedé en la calle, ando con esta carretilla llena de mercancía para todos lados, donde puedo me paro a vender. Es injusto, todos necesitamos comer, pero tampoco le voy a pagar a la policía tres dólares diarios para que me dejen volver al mercado”. 

El cambio de rubro fue el común denominador durante este año de pandemia que afrontó un aproximado de 7000 comerciantes de Las Pulgas, entre formales e informales. La venta de ropa, calzado, medicinas, y productos de aseo personal quedaron rezagados. Según Asopulgas 2000 comerciantes han dejado de vender su mercancía de toda la vida. Ahora lo que resulta es la venta de pescado, pollo, verduras, plátanos, yuca, queso, harina, café y azúcar.

 “Los que han vuelto han tenido que cambiar de rubro por otro más rentable. La tercera parte de los comerciantes de Las Pulgas han cambiado de rubro. Los ingresos para los comerciantes han bajado 70 % este año”, dijo Ender Pinto. 

Contagios fatales 

Desde el 24 de mayo, cuando el gobernador del Zulia anunció el cierre del mercado, los contagios de COVID-19 y las muertes fueron en ascenso. Desde el 25 de mayo hasta el 10 de junio, según los balances oficiales, los casos asociados a Las Pulgas eran de 141. Mientras que del 29 de mayo al 6 de junio se registraron seis muertes. 

Delcy Rodríguez dijo el 3 de junio que los casos relacionados con el mercado eran 121 para la fecha. El domingo 7 de junio, Nicolás Maduro, dijo en consejo de ministros, que había más de 100 casos activos en el estado.

“Tenemos más de 100 casos activos en este momento, con cinco fallecidos, lo cual nos lleva a tomar medidas especiales en los municipios San Francisco y Maracaibo. Lo fundamental: el aislamiento que se haga en estos municipios”, dijo el presidente. En Zulia se reportó el primer caso de COVID-19 el 19 de marzo, antes de que el gobierno nacional anunciara como epicentro el mercado popular zuliano.

Zulia sumó 635 casos en un mes. Pasó de tener 39 casos confirmados el 25 de mayo a tener 674 el 25 de junio, relacionados al mercado Las Pulgas. Solo entre el 15 y el 21 de junio se registraron 349 casos, según las cifras oficiales. 

Pero la asociación de comerciantes del mercado no tiene las mismas cifras. Ender Pinto dijo a Cronica.Uno “Nuestras cifras son 30 contagios y 12 fallecidos en 2020. En lo que va de 2021 solo cuatro personas tienen síntomas y están en su casa sin trabajar”. 

“Cuando comenzaron a dar los balances hicimos seguimiento, cosa que nos indignó mucho porque decían que éramos los culpables de los contagios de otras ciudades, cuando la realidad es que muchas personas que se contagiaban en otra parte decían en el Hospital Universitario que eran de Las Pulgas para que los atendieran”, insistió el presidente de la asociación de comerciantes. 

Reapertura para algunos comerciantes formales

Luego de 90 días cerrado, el mercado Las Pulgas abrió al público el 25 de agosto de 2020, con más de 400 casos confirmados, según cifras oficiales. Había medidas de bioseguridad que incluyeron seis túneles de desinfección.

marcado de las pulgas
Foto Cortesía

“Queda total y absolutamente prohibido la colocación de tarantines (…) solo iniciarán operaciones los comercios formales”, dijo el gobernador Omar Prieto. El horario establecido fue de martes a sábado, de 8:00 a. m. a 3:00 p. m. Domingo y lunes permanecería cerrado. 

Asopulgas reconoce el plan de abordaje para el mejoramiento del mercado que ha llevado a cabo el gobierno regional, con el reacondicionamiento de la fachada, el sistema eléctrico y las medidas de bioseguridad. Sin embargo, criticaron que en el interior del mercado el panorama no sea el mismo. 

“La realidad es que en los pasillos del fondo, 12, 3, 4, 11 hasta la cancha del mercado, las aguas negras y la basura continúan”. Las cloacas se desbordan porque todos los colectores del centro están colapsados, desde plaza lago hasta la redoma. 

Actualmente los buhoneros siguen trabajando de manera no regulada, con mesas plegables que hace más fácil su movilidad por si las autoridades los quitan, la gente lo que quiere es trabajar porque hay hambre, reconoció Ender Pinto.

“Yo trabajo para los bloques de atrás y hay sucio y mal olor porque la basura sigue ahí. Pero no se puede negar que antes de entrar al mercado tenemos que pasar por los túneles, mantener el tapaboca y echarse antibacterial. En todas las vías principales del centro hay apoyo de la gente de la gobernación, pero han aflojado, antes había más vigilancia y control”, dijo una comerciante.

Pinto agregó: “Ahora hay más despelote porque no han buscado una solución para el comercio informal que también merece el pan”. 

El lunes 22 de febrero Asopulgas informó que debido a la acumulación de desechos sólidos en la parte trasera del mercado, contrataron por autogestión, maquinaria para la remoción de escombros con una inversión de 280 dólares que beneficiarían a los trabajadores de los bloques siete, ocho y parte del nueve. “Le pedimos a Maduro que le eche la mano al gobernador del Zulia con unos camiones para que recojan la basura”. 

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