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La falta de mantenimiento en las redes eléctricas de la entidad se observa no solo en fluctuaciones y apagones constantes, sino en otras fatalidades: Ceni Vizcaya, de 42 años de edad, pisó una guaya desprendida de un poste y se electrocutó. De los 14.000 km de líneas eléctricas distribuidas en los 14 municipios del estado, unos 6000 (43 %) fueron instalados hace más de 40 años y no han recibido el mantenimiento adecuado.

Valencia. Las denuncias en las redes sociales abundan. Varias son emblemáticas. El 9 de septiembre una falla eléctrica impidió bombear agua desde la planta potabilizadora Alejo Zuloaga hacia la Gran Valencia. Para el viernes 25 de septiembre un bajón eléctrico nacional dejó a oscuras varios sectores en los municipios Valencia, Guacara, Naguanagua, Los Guayos, San Diego, Diego Ibarra, San Joaquín, Libertador y Naguanagua, y el martes 29 unas 1500 familias del sector Bello Monte, en el sur de Valencia, denunciaron que llevaban 72 horas sin servicio eléctrico. La falta de mantenimiento e inversiones en nuevos equipos han convertido el sistema eléctrico de Carabobo en un grave problema, con distintas aristas que afectan la calidad de vida en la entidad.

Y a finales de septiembre, entre el 29 y 30 del mes pasado, las fluctuaciones eléctricas fueron constantes. La energía se apagó, muchas zonas de los 14 municipios de la entidad pasaron hasta 10 horas sin electricidad, al punto de que hasta las transacciones electrónicas de la banca colapsaron y los afectados no podían adquirir alimentos para saciar el hambre y cancelar otros bienes y servicios.

La respuesta llegó con un ataúd de cartón piedra

Los cortes de energía originan graves problemas a las personas que se encuentran hospitalizadas o a quienes en sus casas dependen de aparatos eléctricos para mantenerse con vida. También a quienes no tienen gas desde hace meses y necesitan cocinas eléctricas para preparar los alimentos. Pero ninguno de estos fue el caso de Ceni Vizcaya.

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Ceni Vizcaya tuvo el infortunio de pisar una guaya de alta tensión que había caído al piso. Foto: Cortesía

Esta mujer de 42 años de edad falleció electrocutada el 21 de septiembre. Una muerte que conmocionó al estado. Ella pisó una guaya de alta tensión que se desprendió de un poste eléctrico en el sector 13 de la Isabelica, al oeste de Valencia. Iba a comprar unos aliños para cocinar el almuerzo a sus tres hijos, luego de buscar agua en unos tobos, otro problema que también azotaba su vida.

Vizcaya dejó tres niños huérfanos. Su hija mayor cumplió 15 años de edad el día siguiente de la tragedia. En su recuerdo de quinceañera quedará que su madre falleció por negligencia gubernamental. Ni Corpoelec ni la Alcaldía de Valencia atendieron el llamado de los vecinos de la zona para que repararan los daños de los cables de alta tensión que tenían varios días generando cortocircuito.

Fidedina Díaz, hermana de Vizcaya, recuerda con profundo malestar que la Alcaldía de Valencia solo envió un ataúd de cartón piedra, que no aceptaron porque consideraron el gesto como una falta de respeto. Para el sepelio tuvieron que invertir 20 dólares. Fue necesario comprar tabelones, cemento, arena y agua para cerrar la fosa en la que fue enterrada Ceni, en el Cementerio Municipal de Valencia.

Desinversión y falta de mantenimiento

Solo era cuestión de tiempo para que una tragedia como la que enlutó a la familia de Ceni Vizcaya ocurriera en Carabobo. De los 14.000 kilómetros de líneas eléctricas distribuidas en los 14 municipios del estado, unos 6000 (43 %) fueron instalados hace más de 40 años y, al menos durante las últimas dos décadas, no han recibido el mantenimiento adecuado. Algunos componentes incluso deberían ser sustituidos.

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43 % del tendido eléctrico de Carabobo  fue instalado hace más de 40 años. Foto: Cortesía

Así lo advirtió el presidente de la Asociación de Ingenieros Electricistas y Mecánicos de Carabobo, Isnaldo Jiménez, que expuso que las guayas o conductores han perdido su estado natural de tensado. Además, el resto de los elementos constitutivos de las líneas, como aisladores, cortacorrientes, transformadores, entre otros, también presentan un notable deterioro, que aumenta la posibilidad de que un accidente como el de La Isabelica pueda repetirse.

Lamentablemente, el mantenimiento que hay que hacerles a esas instalaciones de forma periódica no se ha hecho”, señaló Jiménez, que además es presidente la Comisión de Electricidad del Colegio de Ingenieros en Carabobo.

“Hay aún transformadores de aquella época que están hasta sin fusibles y deben ser cambiados, pero todavía no lo han hecho por la marcada dejadez existente. Eso representa un peligro”, advirtió.

Los habitantes de La Isabelica se encuentran temerosos y en alerta constante luego de lo ocurrido con Ceni, ya que las guayas y conexiones en varios puntos de la comunidad están deterioradas por falta de mantenimiento. El 5 de octubre los habitantes del sector 10 reportaron que incluso una guaya ya estaba caída. En el sector 9 se produjo una avería cuando seis cables conductores chocaron y se incendiaron.

La imagen del deterioro del tendido eléctrico se replica en prácticamente todo el territorio carabobeño, aunque es más evidente en algunas zonas. En los alrededores de la urbanización La Granja, Naguanagua, se notan las guayas debilitadas e incluso algunas ya caídas ante la inacción de Corpoelec.

De acuerdo con el especialista, la desinversión comenzó desde antes de 1997, pero fue en los años posteriores cuando se hizo más notoria: “Ha venido mermando el flujo de recursos financieros para que las cosas se hagan en su debido momento. Hace 20 años asignaban anualmente presupuestos robustos para grandes inversiones y mantenimiento del servicio eléctrico”.

El ingeniero advirtió a Corpoelec que debe hacer diagnósticos periódicos de aquellas líneas que tienen más de 40 años de funcionamiento y sin mantenimiento.

En las zonas críticas hace falta mantenimiento predictivo para evitar que ocurra lo que sucedió en La Isabelica”, añadió.

Fallas eléctricas acaban con electrodomésticos

En agosto, el promedio de cortes eléctricos en Valencia se ubicó en 30 horas semanales y al finalizar el mes se sumaron 120 horas, que representan 20 % del tiempo de los valencianos, según la estadística del diputado a la Asamblea Nacional Marco Bozo, a través del Monitor Ciudad. Bozo recalcó que las constantes fallas atentan contra el comercio y también contra la educación a distancia, porque frenan el acceso a Internet.

Las fluctuaciones eléctricas dañan los aparatos electrodomésticos, difíciles de sustituir por la crisis económica. Esta es una afectación que no mata, pero que menoscaba la calidad de vida.

Carla Bravo, residente del sector Nueva Esparta del municipio Naguanagua, sumó 18 horas sin servicio eléctrico. Para auxiliarla, sus vecinos encendieron un fogón en el que ella pudo preparar desayuno y almuerzo. No tenía gas doméstico y cocinaba en hornillas eléctricas. Los bajones de tensión le han dañado varios electrodomésticos.

Milagros Ceballos vive también en Naguanagua. Debido a los constantes cortes de energía eléctrica ya se le han dañados dos aires acondicionados, un ventilador, dos televisores y la nevera. Su calidad de vida ha mermado porque no cuenta con los recursos económicos para repararlos: “¿Con este sueldo qué se puede reparar? Por lo menos me queda un televisor bueno que está en el cuarto de mi mamá, en cama desde hace ocho años”.

No hay formación de trabajadores eléctricos

El Centro de Formación Profesional Germán Celis Saune durante 51 años formó a más de 8000 profesionales eléctricos y fue punta de lanza en América Latina, al abrir también sus puertas a aprendices de países vecinos. Hoy en día solo quedan escombros de esa estructura.

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Del Centro de Formación de Profesionales Eléctricos hoy solo quedan escombros. Foto: Leomara Cárdenas

El 11 de septiembre de ese 2017, los 100 trabajadores y los 600 estudiantes que se iban a formar durante ese nuevo año no pudieron arrancar actividades porque el hampa cargó hasta con el techo de zinc.

En aquel momento Yoana Galarraga, vocera del personal de Corpoelec, aseguró a Cronica.Uno que, desde marzo de 2017, la empresa de servicio de seguridad que se encargaba de resguardar las ocho hectáreas de la escuela fue sustituida por dos milicianas que eran adultas mayores.

Al parecer, la razón por la que quedó sin servicio de vigilancia fue la falta de presupuesto. Los robos habían empezado en 2016. Para ese entonces los trabajadores se organizaron durante seis meses para resguardar las instalaciones, hasta que la situación se hizo insostenible por las frecuentes amenazas que recibían, así que dieron parte al Cuerpo de investigaciones Penales y Criminalísticas, al Sebin y la Alcaldía de Libertador, pero todo fue en vano y la escuela quedó inoperativa.

Saúl Jiménez, presidente del Centro al Servicio de la Acción Popular (Cesap), sostuvo que la falta de personal se hace evidente al no haber respuesta para estabilizar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Recalcó que quienes se encargaban de hacer mantenimiento de pica y poda de la maleza y sustitución de equipos, entre otros, se han jubilado y los pocos que quedaban activos fueron renunciando por los bajos salarios, que no estaban acordes con la realidad económica del país.

La centralización es otro factor que ha puesto en jaque el servicio eléctrico, ahora cada región debe pedir los insumos al Gobierno nacional.

En cualquier rincón de Venezuela para comprar un tornillo debe solicitarlo a Caracas”, dijo Jiménez.

La recaudación por concepto de pago por el servicio eléctrico quedó fuera de rango en julio de 2018. Esto imposibilita que Corpoelec pueda adquirir nuevos insumos, lo que ha generado ausencia de mantenimiento mayor y menor de las subestaciones, redes de distribución y tendidos eléctricos.

El presidente del Cesap argumentó que todo el sistema de distribución de energía eléctrica, desde líneas, transformadores y subestaciones a todo lo largo y ancho del país deben tener un mantenimiento permanente: mayor y menor.

Saúl Jiménez explicó que el mantenimiento menor es el que hacen las cuadrillas regularmente. Ellas inspeccionan cómo está el cableado, roturas, fallas, así como limpieza de las líneas de conducción, poda de árboles en conexión con guayas, entre otros.

Lamentablemente, eso quedó en el olvido por la dejadez y descapitalización de la empresa. Ahora se requiere una fuerte inversión que el Estado no está en capacidad de hacer, e indudablemente pasan casos como el accidente en el que una línea de alta tensión se reventó y electrocutó a una señora”, agregó.

Carabobo sin generación interna

A pesar de tener una capacidad instalada para generar alrededor de 3700 megavatios en sus seis plantas termoeléctricas, actualmente Carabobo no produce ni uno solo de los 700 megavatios requeridos para atender su demanda interna, detalló el ingeniero Isnaldo Jiménez. La entidad depende por completo de la electricidad enviada desde la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, también conocida como Hidroeléctrica Guri.

El vocero de la Comisión de Electricidad del Colegio de Ingenieros de Carabobo expuso que hasta hace tres años el estado era capaz de generar al menos 300 de los 700 megavatios requeridos para cubrir todo su consumo, lo que se traduce en un déficit de 42,85 % para ese entonces. Los 400 megavatios restantes eran suministrados desde el complejo hidroeléctrico, en el estado Bolívar.

La colapsada Hidroeléctrica Guri, que envía energía a los 24 estado del país, destina para Carabobo entre 300 y 400 megavatios, los cuales son suministrados por la estatal Corpoelec a los 14 municipios bajo un esquema de racionamiento que hasta la fecha no ha sido publicado, alterando así la cotidianidad de los cuatro millones de usuarios que dependen del servicio.

“Planta Cero”

Un trabajador de Planta Centro, que prefirió declarar bajo el anonimato por seguridad, sostuvo que los apagones se van a acentuar debido a que la Unidad VI, que es la única que estaba generando energía eléctrica, está convertida en “chatarra”. Afirmó que la termoeléctrica que alimenta la región centroccidental del país ahora la llaman Planta Cero, ya que tampoco cuentan con hidrógeno para alternar la generación de energía.

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La Unidad VI de Planta Centro es la única que genera electricidad y está convertida en chatarra. Foto El Carabobeño/ Archivo

La madrugada del 4 de diciembre de 2019 la Unidad VI dejó de funcionar, luego de un incendio que afectó 30 % de su estructura. Ese día se cortó el suministro de 300 MW que iban al SEN, de los 600 MW que era capaz de generar. Para ese momento el presidente de la Federación de Trabajadores de Corpoelec (Fetraelec), Ángel Navas, explicó que para arrancar nuevamente la unidad tardarían más de 12 meses, porque sufrió daños considerables. Navas creyó que ese tiempo podría reducirse dependiendo de la actuación de las autoridades de la Corporación Eléctrica y de la respuesta de la empresa china CMEC.

Hasta la fecha se desconoce de fuentes oficiales qué trabajos se han adelantado para recuperar en su totalidad a la Unidad VI. Esta unidad de turbo-gas fue construida a través del Fondo China-Venezuela, con un monto de inversión de más de 1463 millones de dólares. Fue puesta en funcionamiento en el segundo trimestre de 2016.

En ese momento, Miguel Ángel Romero, gerente general de Generación de Corpelec, señaló en una entrevista a Telesur que la Unidad VI era la más grande en su tipo de todo el país y, posiblemente, una de las más grandes de toda Latinoamérica. Añadió que tenía como finalidad mantener los niveles de tensión para la explotación de energía que proviene del bajo Caroní y facilitar la distribución del centro hacia el occidente del territorio nacional.


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