“La ENH registró tres veces más fallecidos por COVID-19 que la cifra oficial”, dice informe de Médicos por la Salud

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Según la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), para mediados de 2022 el número de fallecidos por Infección Respiratoria Aguda, acumulados desde el inicio de la epidemia de COVID-19, en Venezuela es de 15.112.

Caracas. Uno de los datos de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), que publicó este 22 de junio la ONG Médicos por la Salud, refleja una profunda discrepancia con el reporte oficial en el número de muertes por COVID-19.

Según reseña la ENH para mediados de 2022 el número de fallecidos por infección respiratoria aguda (IRA), acumulados desde el inicio de la epidemia en Venezuela, es de 15.112. Para la primera mitad de 2022, 225 venezolanos han perdido la vida en los hospitales venezolanos debido a la falta de luz.

La mayoría de las veces la ENH registró tres veces más fallecidos que la cifra oficial.

Inconsistencia

Los responsables de la encuesta explicaron que esta discordancia puede ser, en primer lugar, que su registro cuantifica los fallecidos por definición sindromática. Es decir, contabiliza las muertes a causa de IRA. Hasta el 21 de junio el gobierno de Nicolás Maduro reconoció 5725 decesos.

Esto no es exactamente igual a contabilizar los fallecidos con un diagnóstico positivo para COVID-19. Lo que nos lleva a la segunda explicación. Para el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) se consideraba una muerte por COVID-19 a quienes fallecieron con una prueba molecular positiva.

Médicos por la Salud

Contra la opacidad

La encuesta también destaca que en todo momento la curva de fallecidos del muestreo independiente ha sido simétrica con los casos que igual registran. Insisten en que los indicadores oficiales del monitoreo de la pandemia en Venezuela han sido “sumamente escasos” desde el principio.

Hasta el día de hoy solo se contabiliza el número de PCR positivo discriminado por estado y el total de fallecidos por día. Estos indicadores que, ciertamente, tienen limitaciones importantes, han sido la única guía sobre la cual la ciudadanía y el propio gobierno ha establecido las políticas durante dos años de pandemia. No ha sido posible siquiera saber el número de pruebas de PCR que se hacen diariamente para poder establecer el porcentaje de positividad en los resultados de las pruebas moleculares, reflejó el reciente reporte.

Este es un índice muy sensible para conocer el estatus de transmisibilidad del virus. Pero en Venezuela, dicen los especialistas, hasta este miércoles 22 de junio aún es desconocido.

abril, Amnistía Internacional
Foto: Luis Morillo

Explican que, en la mayoría de los países del mundo, se usa una gran cantidad de indicadores para poder tener una mejor perspectiva del impacto de la epidemia en el apartado hospitalario; la capacidad de atención y el saldo que dejan estas enfermedades en la población.

El equipo de la ENH, a través de los médicos en la red asistencia pública (en medio de las limitaciones de comunicación y de conexiones con las regiones) levanta esta información, que si bien algunos de los indicadores no son exactos a infección por Sars-Cov2 (Covid-19), sí son marcadores que permiten entender mejor el funcionamiento de los puestos de emergencia en este contexto y dan una idea de la afluencia de pacientes y de la ocupación de los servicios en los hospitales más importantes del país.

Ondas endémicas

Los datos del monitoreo, publicado este 22 de junio, reportan al menos tres ondas pandémicas diferentes en el territorio venezolano.

La primera, la producida por la variante original. Posteriormente, aparecieron secuencialmente las variantes gamma y delta con una duración muy prolongada, desde marzo de 2021 hasta diciembre 2021.

Luego, dice el informe, aparece ómicron en diciembre de 2021. Esta variante llegó en paralelo a Delta. Finalmente, tenemos que para el año 2022, la mutación predominante es Ómicron.

Es importante destacar que aun cuando los datos de nuestro monitoreo en hospitales no coinciden en números absolutos a los datos oficiales de pruebas PCR, sí existe una correlación entre nuestras estadísticas y las oficiales, al menos en términos del aumento o disminución de afluencia a los hospitales versus aumento o disminución de PCR positivas, aclara Médicos por la Salud.

COVID-19
Foto: Archivo

Y dice, además, la evaluación de los datos obtenidos a través del monitoreo permite saber que menos del 15 % de los casos en hospitales tienen diagnóstico molecular, lo que evidencia una clara dificultad para realizar PCR a la totalidad de los casos sospechosos.

Esta situación se vuelve más evidente en algunos momentos específicos de la epidemia, cuando nuestros datos dejan de correlacionarse a las cifras oficiales, siendo evidente que no está siendo suficiente el número de pruebas moleculares disponibles en los hospitales, para abarcar la demanda de casos sospechosos.

Además de ser una dificultad logística evidente, sostiene el documento, la escasez de pruebas PCR en el ámbito hospitalario en gran medida responde a la centralización de ellas en el Instituto Nacional de Higiene (INH) que tiene como único proveedor al Ministerio de Salud.

Esto también incidió en el retraso en la entrega de los resultados, agravándose en los estados más alejados de la capital, por los temas propios de la logística para trasladar las pruebas, el procesamiento y la posterior entrega de los resultados.

Terapias intensivas

Por otro lado, sostienen que los datos de ocupación de las terapias intensivas (UCI), las emergencias y los ventiladores, han sido indicadores muy sensibles, no solo a la tasa de transmisión sino a la capacidad operativa real de los hospitales, cuyos datos son imposibles de saber por la vía oficial y hace difícil evidenciar la incapacidad de recepción de nuevos pacientes que ameritan atención crítica.

Estos datos han tenido una correlación muy alta con la sensación de colapso del sistema de salud. Cada vez que la ocupación superó 40 % y la utilización de ventiladores fue mayor a 45 % por pacientes con Infección Respiratoria Aguda (IRA), fue al mismo tiempo que la tasa de transmisión era extrema.

De igual manera es un indicador precoz de pacientes con enfermedad severa en ascenso, pero también es un indicador que cae tardíamente en relación al número de casos. Se ha visto un retraso entre la disminución de los casos generales y la disminución del porcentaje de ocupación de UCI y respiradores.

COVID-19
Foto: Archivo

La explicación a este fenómeno, dicen los responsables de la ENH, está dada porque los pacientes que requieren de cuidados intensivos, suelen pasar mucho más tiempo internados en estos servicios, a pesar de que ya haya pasado la ola de la epidemia.

Estos datos se publican dos días después de que el mandatario Nicolás Maduro alertara al país sobre el repunte de casos de contagios por COVID-19 en el territorio nacional. El lunes 19 de junio precisó que la pandemia pasó de un caso por 100.000 habitantes a dos por cada 100.000 habitantes. Ese día fueron reportados un total de 86 casos de contagios de transmisión comunitaria y dos importados. Mientras que en las últimas 24 horas la cifra fue de 127 pacientes.

Emergencia hospitalaria

Desde el año 2014, el equipo de Médicos por la Salud ha monitoreado distintos elementos del sector hospitalario a fin de poder hacer una evaluación objetiva de la crisis del sector salud en Venezuela.

En la reciente entrega semi anual el equipo de la ENH presenta una actualización de los indicadores más importantes para la primera mitad del año 2022, entre los que destaca que el desabastecimiento de insumos de Emergencia se situó en 46,8 %.

En promedio, cerca de la mitad de los insumos indispensables en la Emergencia de cualquier hospital hoy en día no están disponibles.

Los estados que registran mayor desabastecimiento en emergencia son Monagas (74 %), Amazonas (73 %) y Barinas con (68 %).

Foto: Tairy Gamboa

En cuanto a los insumos de quirófano destacan que los tres estados con mayor desabastecimiento en este servicio son Portuguesa (81,5 %), Carabobo (80 %) y Monagas (78 %). El promedio nacional de desabastecimiento en insumos de quirófano es de 71,5 %.

Para el cierre del año 2021 este indicador se situó en 70%, lo que significa que esta falla general aumentó en la primera mitad del 2022.

Junto con el score de desabastecimiento de insumos, monitorearon la operatividad de los servicios principales. Durante el mismo lapso de estudio el de Tomografía y Resonancia Magnética es el más crítico, situación que viene registrándose desde al menos cinco años, de acuerdo con los reportes de la ENH.

Con 79 % de inoperatividad, resulta casi imposible realizarse estos estudios a nivel hospitalario, por lo que los pacientes deben acudir a servicios externos que generalmente son muy costosos para poder realizarse una tomografía o una resonancia magnética. Esto en muchas ocasiones también se traduce en que los pacientes no pueden realizarse el examen, justamente por los altos costos de estos en el sector privado.

Hoy en día en Venezuela, para que un paciente sea atendido en un hospital, este debe llevar si no todos, la gran mayoría de los insumos que se necesitan para atenderlo. Ese es uno de los puntos negativos que destaca la encuesta.

El colapso de los servicios públicos

Para la primera mitad del 2022, 50,7 % de los centros monitoreados por la Encuesta Nacional de Hospitales reportaron haber tenido fallas de luz. Para finales de 2021, 53 % de los centros había notificado apagones, lo que significa una leve mejoría en el servicio eléctrico.

También, 13 % de las instituciones públicas reportaron que la planta eléctrica, aunque instalada, no funciona; siendo el porcentaje de equipos instalados, pero no operativos de 9,7 %.

hospitales sin luz
Cortesía MUV

Luego de la crisis eléctrica de 2019 observaron una leve mejora en este indicador. Pero para los primeros seis meses de este año vieron una tendencia a empeorar. Esto probablemente se deba a la falta de mantenimiento de los equipos, sostuvieron.

Capacidad reducida

Las fallas de energía constantes sumado a que las plantas eléctricas no funcionan, compromete seriamente la capacidad de atención de nuestros hospitales.

Desde el paciente que depende de asistencia respiratoria, hasta el que necesita ser trasladado de manera urgente a otro piso del hospital y los ascensores no funcionan.

La falla del servicio eléctrico inevitablemente se traduce en pérdida de calidad del servicio y en algunos casos, incluso la muerte de los pacientes. Para la primera mitad de 2022, 225 venezolanos han perdido la vida en los hospitales venezolanos debido a la falta de luz, se lee en el informe.

Además, la ENH expone datos como la cantidad del tiempo que transcurre desde que el paciente llega al servicio de Emergencia y se le suministra la primera dosis del tratamiento.

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Foto: Tairy Gamboa

Abarca en especial a ciudadanos con infarto y enfermos con neumonía, por ser de las condiciones más comunes con las que las personas llegan a las emergencias.

Para los pacientes con neumonía, calcula, el tiempo promedio desde que llega hasta que se le suministra la primera dosis de antibiótico es de 244 minutos. Alrededor de cuatro horas.

En el caso de los pacientes con infarto, el tiempo de atención es de 196,5 minutos. Lo que equivalen a poco más de tres horas.

Falla estructural

En su reporte semestral también reseñan la cantidad de muertes evitables. Es decir, la cantidad de venezolanos que perdieron la vida por causas atribuibles tanto a la condición con la que llegan al hospital (trauma o infarto) como a las carencias del centro de salud. Entre estas se cuenta la escasez de insumos; falta de personal; falta de camas; servicios inoperativos, etc.

Como se ha podido observar en los resultados de la Encuesta Nacional de Hospitales para la primera mitad del año 2022, la situación de los hospitales venezolanos sigue siendo muy compleja. Estos resultados son una clara evidencia del abandono de nuestro sistema público de salud y la casi inexistente inversión del Estado para mejorar la calidad del servicio, insisten.

Al final destacan que, así como en su mayoría estos resultados han sido consistentes en el tiempo, al menos desde 2019, el más reciente monitoreo no parece arrojar indicios de mejoras en el futuro cercano.


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