Andrea Cumarín decidió vivir sola en Caracas y graduarse de licenciada en Comunicadora Social. Se cambió al turno de la noche en su universidad para no perder su empleo.

Caracas. Dedicarle tiempo a estudiar para alzarse con un título universitario implica no solo invertir mucho tiempo leyendo e investigando, sino bastante dinero. Por eso hay quienes que, si no cuentan con el apoyo de los padres, deben salir al ruedo laboral. De lo contrario su meta de ponerse toga y birrete se hace cuesta arriba.

“Decidí irme a vivir sola porque tenía problemas familiares, aunque los primeros meses estuve en casa de una amiga, luego se me hizo muy complicado conseguir una habitación que se ajustara a mi presupuesto. Visité varias pero la mayoría eran muy costosas”, detalló Andrea Cumarín, estudiante del tercer trimestre de Comunicación Social en la Universidad Católica Santa Rosa (Ucsar).

La estudiante de 19 años labora vendiendo cosméticos y productos de belleza en una tienda, en un centro comercial de El Cafetal. Dijo que antes de comenzar a estudiar ya trabajaba aunque su padre la ayudaba con el pago de la universidad, hasta que decidió independizarse.

“Cubro todos mis gastos, pero el sueldo se me va casi siempre en el alquiler y la comida”, aseguró Cumarín, quien contó además que cuando vivía en la casa de su amiga, en El Llanito, nunca llegaba temprano a sus clases en La Pastora, que comenzaban a las 7:15 pm, pues si salía muy temprano se exponía a la inseguridad.

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En la mañana trabaja en El Cafetal y estudia en las noches en La Pastora.

Conseguir una habitación a un precio acorde a las posibilidades e ingresos de un estudiante se hace muy complicado, ya que la mayoría oscila entre los 5.000 y 8.000 bolívares.

“Visité cuatro habitaciones y llamé a otras en las que el precio era muy alto. En una que me cobraban Bs. 4.000 pero era muy pequeña y tenía que compartirla. Hice mi última llamada a una que la ofertaban en Bs. 3.500 por La California que era solo para caballeros, pero ahí me dieron información de que alquilaban una en La Florida por un precio más bajo. Eso fue un lunes y el jueves ya me había mudado”, comentó con alegría.

Destacó que no le da tiempo de ir a hacer colas y comprar comida. “No he sacado la cuenta de cuanto gasto en alimentos en la calle, pero si la saco es el triple de mi sueldo”, dijo con jocosidad.

Esta bachiller trabaja con su prima y entre las dos se ayudan para conseguir la comida. Recordó que antes su prima compraba los alimentos y ella cocinaba. “Donde vivo ahorita me ofrecen todos los servicios”.

Otro de sus dolores de cabeza es el dinero que invierte para imprimir las asignaciones de la universidad, aunque dijo que su mamá trabaja en un banco y a veces se le facilita en ese aspecto. “La mayoría de las veces me toca imprimir en otro sitio y en blanco y negro está en 20 bolívares. Ahí gasto mucha plata”, indicó.

Un inconveniente que enfrentó cuando vivía con su amiga en El Llanito, era que llegaba muy tarde al salir del trabajo y contó, que eran muy estrictos en cuanto al horario y no le permitían usar la computadora hasta tarde ni para hacer tarea.

Relató que a causa de ello su desempeño en la universidad fue disminuyendo en ese trimestre, pero que desde que se mudó  y se cambió al turno nocturno la cosa empezó a mejorar.

Anteriormente trabajaba en una fundación y daba charlas para prevenir el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas mediante actividades didácticas a todo tipo de público, y que en esa labor descubrió que quería estudiar Comunicación Social. “Ahí se me prendió el bombillo y quise ser comunicadora. Vi que se me hacía fácil hablar con la gente”, detalló.

Salir a bonchar, tener novios, ponerse a la moda, es una cosa que Andrea Cumarín no tiene en su lista de prioridades. De nuevo insistió que todo se le va en pasaje, alquiler y en comida.

Fotos: Cristian Hernández


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