En un mismo bloque hay carniceros, zapateros, reposteras y licoreros. Las medidas para prevenir la propagación de la COVID-19 ha llevado a la gente a buscar opciones. La voz corre entre las comunidades para ofrecer los servicios. El uso de mensajería también es utilizado para hacer las promociones.

Caracas. Antes de que llegara la pandemia por el nuevo coronavirus la población ya se inventaba formas de estirar el dinero. Siete años de recesión económica en Venezuela reconfiguraron las dinámicas de los venezolanos. El país ha pasado de la escasez de artículos esenciales a las ventas de productos detallados en bolsitas, la compra de alimentos por bulto o las ofertas en efectivo por la escasez de bolívares. Ahora, tras cuatro meses de confinamiento con la amenaza de una curva que no desciende, la compra-venta de productos entre vecinos se extiende en las comunidades. En un mismo bloque hay carniceros, zapateros, reposteras y licoreros.

En Ocumare del Tuy Raiza vende golfeados, hielo y detergente. Cuenta que ha cumplido la cuarentena obligatoria. Raiza no necesita ir al centro a comprar las cosas, pues con solo atravesar la puerta de su casa encuentra charcutería, medicinas, pollo y hasta víveres.

La mujer relata que en cada apartamento hay algo diferente. Dos vecinas hacen dulces. En las otras torres aledañas algunos cortan y secan cabello. La gente también ha armado vitrinas con los productos que ofrece en el porche de las casas. “Hasta farmacia tenemos dentro de las casas. Hay una muchacha que nos vende los medicamentos”, dice.

La cuarentena aplicada desde el 17 de marzo en todo el país ha restringido el desplazamiento entre estados y municipios. Los horarios de atención al público también son limitados. Las panaderías abren hasta el mediodía o máximo hasta las 2:00 de la tarde. Solo ciertos sectores tienen permiso para operar. Las medidas para prevenir la propagación de la COVID-19 ha llevado a la gente a buscar opciones. Raiza es una, cuando las panaderías de la zona están cerradas, los vecinos acuden a ella en busca de golfeados.

Para Raiza este mercado entre vecinos no empezó con la pandemia. “Ya esto venía porque la gente iba a la frontera y compraba. Vendían en su casa porque se les hacía más fácil que alquilar un local, pero esto se extendió con la cuarentena. La pandemia nos ayudó a emprender más”, explica por teléfono, y agrega una nueva idea a su negocio: vender tajadas con queso por raciones o plátanos en almíbar.

La última Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi 2019-20) revela que el año pasado el ingreso promedio de los venezolanos fue de 0,72 dólares. El estudio advierte que se destruyó el empleo formal. Cada vez son más los que se deciden por el trabajo por cuenta propia debido a los bajos salarios.

Es el caso de Lisbeth, una licenciada en Enfermería, quien lleva meses vendiendo artículos para el cabello, ropa y comida. Desde que empezó la cuarentena vende distintos quesos entre los vecinos. Compra la mercancía a unos muchachos que vienen de Mérida. Trasladarse dice que es un desafío en medio de las alcabalas por la pandemia.

La situación país obliga a buscar otra entradita y, pues, a mí también me tocó. Yo soy licenciada en Enfermería, pero con un sueldo muy mísero aquí estoy, expresa Lisbeth. Los trabajadores de la salud han comenzado campañas para pedir insumos de bioseguridad. En Zulia la mayoría de las muertes por COVID-19 son de médicos. Alrededor de 20 % y 30 % del total de muertes registradas en el país a causa del virus son de trabajadores de la salud.

La mercancía llega los lunes. La enfermera cuenta que moverse no es fácil por las restricciones, así que muestra el carnet para poder llegar hasta donde hacen las entregas, tarea que repite de vuelta a su casa. Lisbeth dice que los productos que vende no la harán millonaria, pero sí al menos son de ayuda para los gastos de la casa.

Lisbeth también relata que entre los vecinos se ayudan. A uno le ha comprado pan, otro que es mecánico va hasta su casa: “La idea es tratar de no salir de nuestra comunidad y, pues, se conformó un grupo de ventas (de WhatsApp) dentro de la misma comunidad y así unos venden una cosa, otros ofrecen sus servicios como peluquería, electricista, peluquería canina y hasta ventas de celulares”.

Venezuela lleva años de retroceso. Las cifras de pobreza la alejan de las estadísticas de la región y solo son comparables con países de África. Encovi 2019-20 señala que 79,73 % de la población vive en pobreza extrema y 96 % es pobre por ingresos. La crisis ha empujado también a muchos a recurrir al sobretrabajo para costear gastos esenciales.

En San Joaquín, estado Carabobo, este tipo de negocios también proliferan. Génesis Mendoza temía que los vecinos no le compraran sus productos, porque la gente prefiere destinar el dinero a comida, sin embargo, hace dos meses en un cumpleaños dio a conocer sus postres y desde entonces los encargos se multiplican. Hace roles de canela, golfeados, brazos gitanos, pan de hamburguesa o pan de perro caliente. La voz corre entre las comunidades para ofrecer los servicios. El uso de mensajería también es utilizado para hacer las promociones.

Génesis también les compra postres a sus vecinos, dice que es una forma de mitigar la ansiedad que genera el estar encerrados. En San Joaquín, como es una zona industrial, muchos venden artículos al mayor.

La joven, que es licenciada en Educación, relata que hace un par de meses se les dañó la nevera debido a uno de los tantos cortes eléctricos que se producen en el interior del país. Un vecino que vive a tres casas se la reparó. El auto también lo revisan con un mecánico que vive frente a su vivienda. Agrega que hasta ahora les ha salido más económico que acudir a un taller.

La cuarentena frenó el trabajo de Betzy Reyes, quien es estilista. Luego de cuatro meses parada empezó a vender helados. Una nueva entrada de dinero con la que aspira a poder pagar el colegio de sus hijos. Hasta ahora dice que le ha ido bien, porque los vecinos le compran y ha recibido apoyo de varias personas para comprar la mercancía y poder revenderlos.

A pesar de que en la familia de Betzy son tres los que trabajan, dice que el dinero no les alcanza para cubrir todos los gastos de la casa. La mujer también les compra a sus vecinos artículos como queso, dulces. “Hemos colaborado unos con los otros, tratando de comprar lo necesario cerca de casa para evitar salir”, asegura.

Hasta el 16 de julio Venezuela registraba un total de 10.854 personas contagiadas de COVID-19 y 104 fallecidos. La mayoría de los casos se dieron entre junio y julio, cuando la curva se aceleró de manera exponencial. A la fecha, la nación lleva cuatro meses en cuarentena y las autoridades no han informado sobre un programa de ayudas para atender a los sectores más vulnerables durante la pandemia. Los bonos del Estado, en promedio, apenas llegan a cinco dólares al mes.


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