Mirta trabajó 25 años como profesora de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV y su pensión no le alcanza para comprar comida. El Programa de Asistencia Alimentaria Directa para profesores jubilados de esa casa de estudios identificó a 146 docentes en condiciones vulnerables, entre ellos Mirta.

Caracas. Incertidumbre, esa fue la palabra que usó Mirta* para describir la vida que tiene como profesora universitaria jubilada, desde hace ocho años. No imaginó que tendría que reciclar las servilletas, comer pasta sin salsa y mucho menos que los dulces o el refresco se convertirían en un privilegio.

Tampoco creyó que viviría dos duelos simultáneos: la migración de su único hijo y la muerte de su esposo a causa de la COVID-19. A todos (profesores jubilados) nos aflige vivir de esta forma. Es difícil asumir esta batalla sola, porque antes tenía el soporte de mi familia, ahora debo hallar ese apoyo en mí misma.

Mirta cumplirá 70 años de edad el próximo 18 de mayo. Las expectativas que tenía sobre su vejez fueron pulverizadas por las fallas de las políticas públicas del Estado. Ahora la docente teme enfermarse y no poder recuperarse.

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La tristeza predomina en los profesores universitarios mayores de 60 años. Foto: Tairy Gamboa

Según la encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu) 2021, predomina la tristeza y la desesperanza en los profesores universitarios mayores de 60 años de edad, por las condiciones precarias socioeconómicas, sanitarias y bienestar psicológico que padecen.

Mirta trabajó durante 25 años como profesora instructora de tiempo completo de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), y solicitó la jubilación en 2014. Su principal fuente de ingreso es el sueldo de su retiro.

El pasado 22 de marzo el Ministerio de Educación anunció las nuevas tablas salariales para los educadores. La remuneración que le correspondería a Mirta sería de 271,40 bolívares ($61,40 dólares según la tasa del Banco Central de Venezuela al 12 de abril).

Con esa fuente de ingreso, la economista no podría costear ni una cuarta parte de la canasta alimentaria que se posicionó en $324,37 en febrero, según los cálculos del Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores (Cenda).

La canasta alimentaria que se posicionó en $324,37 en febrero. Foto: Mariana Mendoza
La malnutrición, un enemigo silencioso

La geriatra Aracelis Viloria le explicó a Crónica.Uno que la desnutrición en los adultos mayores aparece cuando no reciben nutrientes de los alimentos que consumen. Por lo tanto, ese déficit puede afectar el funcionamiento del cuerpo y ocasionar un deterioro físico y mental.

La vejez genera cambios fisiológicos, entre esos perder peso con el paso del tiempo. Sin embargo, la doctora resaltó los siguientes síntomas para sospechar de una desnutrición en personas de la tercera edad:

  • Pérdida notoria del peso.
  • Debilidad muscular, poca fuerza en las piernas y brazos.
  • Fatiga.
  • Edemas en los miembros inferiores, pies hinchados en pacientes delgados.

Esto nos habla de problemas nutricionales debido a una pérdida de proteínas. Aquí podríamos tener un paciente que tenga una pérdida de albumina, señaló Viloria.

Mirta contó que hace unas semanas se desmayó en el patio de su casa y se raspó uno de los brazos, sospecha que pueda padecer de anemia.

El déficit de nutrientes puede ocasionar un deterioro físico y mental en adultos mayores. Foto: Gleybert Asencio

Debido a su condición como paciente oncológica, desde 2020 Mirta debe evitar bajar de peso. Sin embargo, la pensión no le alcanza para alimentarse y ha perdido cuatro kilos. Actualmente, pesa 61 kilos y mide 1,70 metros de estatura.

Gracias a las buenas relaciones que construyó en sus 25 años como docente universitaria, varios egresados de Faces de la UCV que fueron sus alumnos la están ayudando a costear su alimentación y sus medicinas para tratar el cáncer de mama.

Aproximadamente, recibe alrededor de 100 dólares mensuales. Ha tenido que elegir cuidadosamente alimentos que le hagan llenar el estómago y así poder rendir el dinero. Tomates, cebollas, papas, granos, mazorcas, zanahorias, frutas que estén en temporada, harina de maíz, pasta, arroz, carne molida y el queso más barato son algunos de los víveres que puede costear.

Comer pescado es un lujo, compro carne molida porque de ella se puede preparar otras comidas, al arroz solo le pongo sal y trato de que las verduras sean otro contorno para variar, explicó Mirta y agregó que si no tuviera la ayuda solidaria de sus estudiantes su salud estaría en peligro.

Mirta acude acude al Programa de Asistencia Alimentaria Directa (PAAD) para profesores jubilados de la UCV, desde hace tres meses, iniciativa que surgió gracias a la antropóloga Nashla Báez junto con el Instituto de Previsión del Profesorado (IPP) de la casa de estudios.

El proyecto arrancó en 2021 y han podido identificar a 146 profesores universitarios en condiciones vulnerables, a través de una encuesta, entre ellos Mirta.

El Programa de Asistencia Alimentaria Directa para profesores jubilados de la UCV ha identificado a 146 docentes en condiciones vulnerables. Foto: Tairy Gamboa

Los criterios que se han tomado en cuenta para atender a estas personas son que tengan más de 60 años de edad, que sufran de alguna enfermedad crónica y que hayan respondido en la encuesta cuáles han sido los mecanismos de supervivencia para alimentarse: cuántas veces están comiendo al día, si han tenido que vender algunos de sus bienes, si han hecho algo riesgoso para comer o si han tenido que pedir ayuda, indicó la antropóloga a Crónica.Uno.

La profesora Mirta, además de ser paciente oncológica ha tenido que vender algunos objetos de su casa para comer.

Este escenario también lo expuso la Enobu 2021 cuando documentó que 56 % de los docentes universitarios han tenido que recurrir a vender o intercambiar bienes personales para comprar alimentos.

El camino de la sanación

La vida de Mirta cambió drásticamente en tan solo tres años, primero fue la migración de su hijo para buscar una mejor calidad de vida para él y su familia, después el diagnóstico de cáncer de mama, a inicios de la pandemia de la COVID-19 en 2020, y la muerte de su esposo debido al nuevo coronavirus en 2021.

La angustia se apoderó de ella. Recurrió al servicio psiquiátrico de la UCV, su terapeuta le ha recetado antidepresivos y ansiolíticos para tratar el estrés y la depresión.

La incertidumbre la cargo encima, como si tuviera la espada de Damocles en mi espalda. Eso ha provocado que me cueste salir de la depresión. Estoy yendo a terapia con la psiquiatra del IPP, no ha sido fácil entre el cáncer de mama y la muerte de mi esposo, me he sentido desamparada, reveló la docente jubilada.

Las visitas de su hermana la reconfortan, también la inquilina que tiene en su casa le da palabras de aliento para seguir adelante. Mirta ha tenido días buenos y malos debido a la depresión. Por eso asiste a la consultas psiquiátricas y toma los consejos que le pueden ayudar.

(*) Se modificó el nombre por medidas de protección a la entrevistada.

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