En Venezuela, Musas hace un trabajo de hormiguita, y según su presidenta, Crisbel Escobar, no solamente trabajan con mujeres que viven con VIH, sino que ahora han sumado a mujeres de la comunidad a los talleres de emprendimiento, capacitación y prevención.

Caracas. Musas de Venezuela, creada el 12 noviembre de 2003 con el fin de promover la defensa de sus derechos y la participación de las mujeres, niñas y adolescentes que viven con el VIH/Sida; hoy en día trabaja literalmente con las uñas en la búsqueda de soluciones para la protección de su salud integral.

En julio de 2014 esta organización recibió el premio Cinta Roja por su labor inspiradora en la reducción del impacto de la epidemia de sida.

La distinción le fue otorgada en una sesión extraordinaria de la XX Conferencia Internacional de Sida (AIDS 2014) celebrada en Melbourne, Australia.

Es el galardón más importante que se concede en el mundo a la labor comunitaria sobresaliente e innovadora en la respuesta a esta epidemia.

En Venezuela, Musas hace un trabajo de hormiguita, y según su presidenta, Grisbel Escobar, no solamente trabajan con mujeres que viven con VIH, sino que ahora han sumado a mujeres de la comunidad a los talleres de emprendimiento, capacitación y prevención.

Eso lo hemos gracias al premio que nos ganamos a nivel mundial, cuyos recursos nos llegaron tarde por la situación país, pero que pudimos ir aprovechando en nuestros objetivos fundamentales, dirigidos básicamente al bienestar y empoderamiento de las mujeres, niñas y adolescentes que viven con VIH/Sida.

Escobar dijo que usaron la celebración del 14 aniversario para visibilizar lo del premio, pues con él desarrollaron un programa de fortalecimiento.

Comenzaron en 2015, pero fortalecieron el programa en marzo de 2016.

Musas de Venezuela este martes entregó 11.000 condones masculinos.


Las asesorías se extendieron de acuerdo con las necesidades de la población y llegaron a ver casos de inquilinato y relacionados con la Lopna. 
Desde 2013 hemos hecho cursos de prevención y capacitación con el programa Venezuela sin límites, y luego de que ganamos el concurso nos pareció clave seguir con esas acciones, pero reforzando el tema de los Derechos Humanos, la productividad, la comunicación y las nuevas tecnologías. Logramos igualmente fomentar los servicios de apoyo psicológicos y las asesorías jurídicas, trabajo que llevamos a los centros de salud como el Clínico Universitario, Los Magallanes de Catia, el J. M. de Los Ríos, pues con toda la promoción que se hacía las mujeres no se acercaban y con estos servicios pudimos abarcar entre 20 y 25. Además agregamos el tema de la violencia contra la mujer y recibimos tres casos y otros 10 por discriminación por VIH.

Y, por si fuera poco, hombres con VIH se acercaron a la asociación para solicitar ayuda, por ser víctimas de discriminación.

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Musas terminó haciendo seguimiento a 6 pacientes de la consulta de Infectología del hospital de Los Magallanes de Catia a quienes no atendían por no tener el kit de seguridad, que fue eliminado en octubre de 2015, pero que por desconocimiento del personal de salud lo seguían pidiendo y colocando ese insumo como una traba para la atención médica oportuna.

Han hecho 28 actividades preventivas incluyendo las que se efectuaban cuando no había recibido recursos, beneficiando a 8750 personas.

Nosotros estamos haciendo el trabajo que deben hacer las instituciones gubernamentales, por eso es muy difícil dar una lista de los logros de decir que erradicamos algunos males. Con el premio pudimos conformar un equipo de trabajo con psicólogo, abogado, una persona que nos manejaba las redes sociales, publicamos notas de prensa, abogamos por las fórmulas lácteas. Hicimos cosas con mucho esfuerzo y con demasiadas limitaciones. Por eso el llamado es al Estado, para que tome las acciones que garanticen el bienestar de estas personas, para que den acceso a los tratamientos, que fue un logro desde el año 2000.

Según Escobar, un estudio elaborado en 2014 arrojó que las mujeres con VIH no tienen acceso a los programas sociales, muchas son de escasos recursos económicos y no se atreven pedir ayuda a los consejos comunales, pues evitan quedar al descubierto ante la comunidad. Por eso digo que el mayor peso en toda esta labora la debe tener el Estado y eso no está ocurriendo. En estos momentos no hay tratamientos y no se está midiendo la carga viral. A mí una paciente me dijo que se sentía como hace 20 años cuando tenía que ir de puerta en puerta buscando las pastillas. La vida de estos pacientes depende de los medicamentos y no se los están garantizando.

Las personas recurren a Musas. Sin embargo, las donaciones que dicha organización recibe son insuficientes para dotar la demanda.

“Y es muy grave lo que está pasando. La gente se está muriendo”.

Lo dijo porque, aunque no tienen las estadísticas oficiales, ella recorre los servicios de Infectología en Caracas y, en octubre, cuando visitó el Clínico Universitario, se enteró de que cinco mujeres con VIH que fallecieron en una semana.

Ahora Musas celebra 14 años de labor social en medio de momentos difíciles. Aún así, han llegado en estos últimos años a 190 mujeres con talleres de emprendimiento, a otras 55 les dictaron cursos de oficios prácticos, 40 fueron capacitadas en maquillaje, además de los cursos de prevención y discriminación de los cuales se han beneficiado 126 mujeres.

Mujeres en cifras 

En el ámbito nacional hay 45.000 mujeres portadoras de VIH-Sida. En 2015 había 37.000. “Y para frenar su auge no hay planificación. A finales de junio dijeron que llegaba un lote de antirretrovirales para distribuirlos entre agosto y septiembre y lo que se entregó fue muy poco, cuando las personas sin medicamentos no pueden controlar sus cargas virales y ya tenemos mujeres que, por no alimentarse bien, han disminuido 20 kilos.   

Foto cortesía: Musas de Venezuela


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