Especialistas indicaron que las cumbres climáticas deberían pasar más de los discursos a la acción. En Venezuela, aseguran, el llamado Arco Minero es un punto de partida para combatir el cambio climático.

Barinas. Año tras año las cumbres climáticas siguen generando expectativas en razón de las alianzas o compromisos acordados por los países firmantes para enfrentar el cambio climático. El mundo orbitando en medio de fuertes escenarios en los que la supervivencia de la especie humana requiere de profundas reflexiones y acciones efectivas, tal como quedó expuesto en la reciente Cumbre COP27 realizada en Egipto. 

Uno de los llamados de auxilio recientes vino por parte del actor estadounidense Leonardo Di Caprio sobre el nivel de deforestación en la Amazonía venezolana; en Estados Unidos, las olas de frío que han azotado durante el fin de año y principios de 2023 mantienen en alerta al norte.

Alexander Marín, líder de proyecto del Centro para la Reflexión y la Acción Social (Cerlas) y especialista en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, expresó que las medidas de mitigación planteadas en la pasada Cumbre 27 en Egipto han sido insuficientes y están lejos de cumplir con las expectativas de gases de efecto invernadero para 2030

Para ello da cuenta de los desequilibrios climáticos que han acontecido como las olas de calor, frío, huracanes e inundaciones, los cuales son expresiones de un proceso de cambio climático provocado por el impacto del hombre. Por esta razón, desde el grupo Cerlas abogan por un mayor protagonismo y activismo global de la sociedad civil.

Debemos actuar de forma decidida y coordinada tratando de canalizar esto hacia toda la población: cambios de modelos de consumo, de propuestas, de procesos de producción”.

Desigualdades visibles

Laura Waisbich, periodista e investigadora del Instituto Igarapé, un laboratorio de ideas independiente enfocado en las áreas de seguridad pública, climática, digital y sus consecuencias para la democracia; afirma que lo que ocurre en el planeta inclina a evaluar otros márgenes del problema. 

Las emisiones no están tan altas desde el nivel de negociación de los estados, pero sí hay presión desde la sociedad civil de seguir avanzando en esta agenda. Es importante tener en alto la urgencia de la crisis, sobre todo en los países del sur”.

A propósito de este trabajo se le consultó sobre la investigación realizada en conjunto con el InSight Crime sobre Amazonía robada: las raíces del crimen ambiental en cinco países.

El estudio se centra en los países mayores de la Amazonia como: Brasil, Perú, y Colombia, pero además incluye un aparte sobre, Ecuador, Bolivia, Ghana, Surinam y Venezuela. 

En el estudio se evidencia que la deforestación se ha incrementado en todos los países en los últimos años y que ha habido insuficiente voluntad política para hacer frente a las actividades económicas que amenazan a los bosques tropicales. 

“La protección de la Amazonía es una urgencia; los bosques son bienes comunes globales y cumplen un papel importante en la regulación climática global”, dice Waisbich. 

Como protagonista en primera fila de esta COP27, mencionó que la cuestión ambiental debe ser objetivo de atención de todos los actores estatales y no estales (corporaciones, los estados, sociedad civil, distintos sectores financieros multilaterales), quienes además deben estar conscientes de que la crisis climática afecta a las naciones de manera diferente. 

Este acento en el modelo de acumulación energética insostenible (próximo a cumplir 200 años en 2030), ha sido abordado en múltiples ocasiones por el profesor Vladimir Aguilar, investigador de la Universidad de Los Andes y coordinador del Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI).

Aguilar indicó que el logro de los acuerdos dependerá del compromiso de los Estados. “Habría que ver el compromiso real de cambiar las bases materiales del actual modelo que se sostiene en la sobreutilización de la energía fósil”.

Estamos en una encrucijada ecológica a escala global que ya no admite más dilaciones. El cambio climático es una realidad cotidiana que no puede seguir pasando desapercibida por parte de los principales Estados y gobiernos con mayores niveles de corresponsabilidad ambiental”, expresó Aguilar.

Refirió que las principales acciones las vienen enfrentando los principales afectados y sectores más vulnerables que están en la primera línea de amenaza a los ecosistemas: se trata de los defensores territoriales y ambientales, es decir, los pueblos indígenas. 

A igual que lo ha hecho en distintas ponencias y distintos encuentros a los que ha sido invitado, refirió que “el discurso ambiental no puede seguir siendo una coartada como la de los años 80 y 90 del siglo XX. El compromiso real para frenar la amenaza ambiental y devastación ecológica y cultural al sur del Orinoco es deteniendo el plan Arco Minero del Orinoco, declarar una moratoria ambiental, titular los hábitats y tierras indígenas, constitucionalizar las áreas protegidas y superar el actual modelo de acumulación energético, primero rentista y ahora extractivista, en nuestro país”.

Lea también:

Ambientalistas advierten que Arco Minero puede generar etnocidio de pueblos indígenas


Participa en la conversación