En el Palacio de Justicia carabobeño no todos sus trabajadores cobran quince y último

Palacio de Justicia

El retardo para entrar en nómina se debe al capricho de los jueces sobre quién entra fijo y quien permanece a la espera en el Palacio de Justicia. Situación similar ocurre en el Ministerio Público.

Valencia. Hace siete años Bárbara Rondón recibió su título de abogado, pero lo más cercano que estuvo de ejercer su carrera fueron sus pasantías.

Una crisis vocacional, los años que estuvo fuera del país y el deseo de ganar dinero, la llevaron a desempolvar su título y hacer un tour por las instituciones de la administración pública.

Rozar los 30 y no tener credenciales laborales le ha pasado factura. “Llevo desde marzo buscando trabajo y no he encontrado espacio”.

La administración pública y las instituciones que se desprenden del Poder Judicial y el Poder Ciudadano no son las instancias más sencillas para conseguir una plaza.

“Entrar en Fiscalía o en el Palacio de Justicia no es fácil. Tú haces tus procesos, pero todo depende de si arriba quieren, pero principalmente de las palancas, eso lo es todo. Luego, tienes que hacerte amigo del jefe y escalar y ahí todos te van a querer frenar”, dice un fiscal del Ministerio Público en calidad de anonimato.

Rondón está clara de esto, incluso ella también tiene sus contactos, pero quizás no han sido los mejor conectados, puesto que no ha sido contratada aún.

Hace un mes aproximadamente recibió una llamada del Palacio de Justicia del estado Carabobo. “Me dijeron que les gustó mi perfil y que me fuera para la sede. Estaba muy emocionada”.

No era lo que parecía

Pero la alegría duró poco. En primera instancia ya se visualizaba en la labor con presos, acudiendo a audiencias. “Y bueno. Tú sabes cómo es la cosa, agarra por aquí, agarra un poco por allá. Así es que se hace en sitios como ese”.

Al llegar a la sede el ambiente del Palacio le impactó. La atendió un hombre de alto cargo. “Me desnudó con la mirada y veías cómo se saboreaba. Yo solo me sonreía”

La propuesta fue la que la desanimó. Ir todos los días desde las 8:00 a. m. hasta las 3:00 p. m. Le ofrecieron varios cargos abogada adjunta, secretaria y abogada relatora.

Lo malo era que no había paga de por medio. Era como volver a ser pasante pero con mi título en mano”, contó.

Mientras esperaba que la volvieran a atender comenzó a hacer amistad con la secretaria. “¿Tu cuánto tiempo llevas aquí?”, le preguntó.

La secretaria le respondió que tenía ocho meses trabajando y aún no recibía su primer pago. Cómo ella también hay otros que incluso llegan hasta los 3 años y siguen sin ver su salario.

Hasta tres años

“Lo que me dijo la secretaria es que en su caso recibe dinero por otra parte y que la experiencia es lo que la ha mantenido ahí”, dijo.

Además las condiciones del Palacio de Justicia no son las más óptimas. Muchas de las computadoras no funcionan. Ejemplo de ello es la de la secretaria.

Tengo que poner un dólar para pagar el repuesto de una máquina que no es mía, por mí que se frieguen”, contó la secretaria.

Bárbara Rondón fue a trabajar una primera vez y se quedó sentada en un escritorio toda la jornada. Regresó llorando a su casa. “Me da impotencia porque en este país es difícil poder ganarse los reales y cuando entras al sitio que quieres no es lo que piensas”.

Por dos semanas estuvo ausente y desde el Palacio de Justicia la llamaron para ir solo medio día durante tres días. Al acudir la situación no fue diferente.

En su teléfono reposan las llamadas de la institución para saber por qué no asistió al trabajo. Pero está clara en que por ahí no es la vía. En cambio volver a la manicura le parece más rentable.

En un día atendiendo a cuatro clientes me gano $40, eso jamás lo veré en el Palacio de Justicia. 

Las postulaciones

Reina Torres trabaja desde hace dos años en el Palacio de Justicia como asistente, no está contratada y entró por una palanca familiar. Sin embargo, en menos de un año le asignarán cargo y entrará a la nómina.

“Lo que me gano me lo gano porque mi pariente me da plata. De no ser así no estaría aquí”.

Torres explica que para entrar al Palacio de Justicia hay que participar dentro de un proceso de postulaciones y entregar una carpeta con requisitos que son revisadas por las autoridades y luego viajan a Caracas para darle el visto bueno. 

Ahí hacen una revisión minuciosa, ven si les interesa tu perfil, si eres políticamente adecuado a ellos y, obvio, las palancas”, cuenta.

En este proceso la solicitud debería tomar máximo unos tres meses en conocerse la respuesta.

Torres en su cargo de asistente explica que te dan una carga laboral y esa se divide entre el número de asistentes. El trabajo se enfoca en hacer las portadas de los expedientes, escribir las consignaciones, arreglar los detalles internos de los expedientes, entre otros.

Por capricho de un juez

A Torres también le dieron un horario opcional, casi optativo. Ella que tiene más años dentro de la institución relata que obtener el cargo depende netamente de qué tipo de juez te toque.

“Si te toca uno bueno te pagan a los tres meses de haber entrado, si no tienes el caso de los que llegan a tres años”, dice Torres.

Torres conoce el caso de un vigilante que lleva dos años trabajando y aún no recibe sueldo. Desconoce cómo se mantiene en medio de la actual crisis económica, pero entiende por qué se queda. “Es la experiencia, trabajar aquí te da muchos privilegios que a veces se ignoran”.

Sobre el estado del Palacio de Justicia, Torres lo ve bastante bien.

“Eso es porque el presidente del Circuito Judicial Penal ha metido plata. El problema es que es el único que está trabajando y ha llenado el palacio de propaganda de su circuito. Y la pregunta que se hacen todos es de dónde viene ese dinero, porque no es de la administración pública”, dijo.

Incluso Torres habla de que hay trabajadores de peso a los que se les ha pedido cifras de tres ceros para arreglar espacios del Poder Judicial. 

En el Ministerio Público la fuente explicó casos similares: “Mira, a la Fiscalía llega un caso y ahí uno les dice cuánto es para resolver el asunto. Si son 10.000 dólares esos van es para arriba y el jefe es el que va repartiendo. Si le caíste bien te va a caer lo tuyo, pero también puede pasar que el fiscal no le dé la gana y se quede con los reales y uno no puede decir ni hacer nada”.


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