Luego de cumplir cuatro días desaparecido, familiares hallaron sin vida el cuerpo del dirigente de Avanzada Progresista, Manuel Sojo, en Elorza, estado Apure. Su hermano, Norman Guevara, indicó que la muerte ocurrió en “extrañas circunstancias”, cuando militares interceptaron una embarcación donde iba el dirigente, en el río Capanaparo.

Caracas. Bajo el agua, con troncos, animales y hojas amarradas alrededor del cuerpo, encontró Fabiola Peña a su hermano, el excandidato a alcalde y coordinador municipal de Avanzada Progresista (AP), Manuel Sojo, a las 11 de la noche del pasado martes. “Son tan desalmados que camuflajearon el cadáver de mi hermano”, expresó Peña, quien, sin reservas, aseveró que el asesino es el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de la región, de apellido Maluenga.

El médico patólogo y los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) que hicieron la autopsia del cuerpo confirmaron que la víctima recibió cinco disparos: tres balas en el brazo izquierdo, una en el antebrazo y la otra en la nuca, que terminó alojándose en el cerebro y fue la que ocasionó su muerte.

En la tarde del sábado 8 de septiembre, Sojo, junto con un amigo, navegó el río que nace en Arauca (Colombia) y alimenta la cuenca del Orinoco, en una canoa de un motor en la que llevaba 10 tambores de gasolina; es decir, aproximadamente 2000 litros de combustible.

Los familiares aseguran que él nunca había estado involucrado en tráfico ilegal de ninguna sustancia. Y al mismo tiempo, manifiestan que no puede considerarse “traficante” ni “delincuente” —como lo acusaron los militares— ya que estaba trasladando la gasolina en territorio nacional. “Nadie puede asegurar si realmente la iba a vender en la frontera”, dijo Norman Guevara, hermano del dirigente.

Sea lo que sea que estaba haciendo nadie tiene la potestad de ajusticiar a una persona de esa manera, y mucho menos un militar, que se supone son los que velan por la seguridad de sus ciudadanos. Lamentamos si nuestro compañero Manuel estaba traficando, pero qué te puedo decir, las cosas cada día están más rudas y no te voy a negar que más de uno en Apure ha vendido desde un queso, un pescado o gasolina a colombianos. Todos, de una forma u otra, dependemos de ese tipo de venta. Si no, estuviéramos peor. No creo que eso amerite la muerte, dice Frank Álvarez, miembro de la directiva regional de Avanzada Progresista.

Igualmente, compara el hecho con los sucesos de la masacre de El Amparo en 1988, donde —también en el estado Apure— fueron asesinados 14 pescadores sin antecedentes judiciales por funcionarios policiales y militares. En el caso de Sojo, se presume que los disparos ocurrieron a finales de la tarde del sábado 8 de septiembre. Desde que la familia escuchó los rumores iniciaron la búsqueda del político de 32 años. Cuando se acercaron al Comando Militar, el general Maluenga les dijo que, efectivamente, hubo disparos, pero que Sojo estaba vivo. “Si quieren, busquen. Encuéntrenlo. Él se escapó por el monte”, les comentaron los funcionarios.

Testigos —que hasta la fecha han preferido resguardar su identidad— narraron que esa noche se escucharon gritos y una balacera. A un señor de esa comunidad, que resultó ser el tío de Sojo, los militares lo encerraron por tres horas en su casa y le quitaron el celular. Por otro lado, el acompañante que navegaba con el dirigente logró escapar. No obstante, este cuenta que a los pocos minutos regresó al lugar de los hechos y su amigo ya no estaba.

Había una alcabala en el río que nunca dio señal de alto, no avisó, no alumbró, nada. Lanzaron tiros directamente a la canoa. Está la evidencia: tanto los tambores de gasolina, como el motor, como la camisa de mi hermano estaban tiroteados. A mi familia siempre le dieron pistas falsas. Los propios militares lo declaraban como desaparecido y trataban a mi cuñada, a mi mamá y a mi hermana de manera irrespetuosa. Hasta con burlas, apuntó Guevara.

Vecinos demandaron respuesta

La esposa de Sojo, Nathalie Calzadilla, de 33 años, está convencida de que la muerte de su esposo no fue un error o casualidad, sino un asesinato intencional; por ende, está dispuesta a que haya justicia. La tarde de este 13 de septiembre presentaría la denuncia a fiscalía. Asimismo, agradeció la ayuda de la comunidad de Elorza. Sostuvo que sin ellos ni siquiera habrían encontrado el cuerpo de su pareja.

Fueron los mismos ciudadanos quienes trancaron el puente Lauro Carrillo para demandar el paradero de Sojo y, además, la acompañaron a ella y a los hermanos de su marido en la búsqueda del cuerpo. En total, fueron 15 personas las que se adentraron en las aguas y encontraron el cadáver.

“Han sido muy solidarios y es porque mi esposo lo fue con ellos. Manuel era demasiado humilde, tratable con la gente. Amable. Siempre buscaba ayudar al otro. Conseguirle medicinas, comida. Yo necesito una respuesta porque, amigos, sí, si le conocía bastante, pero enemigos ninguno. Necesito saber quién y por qué hizo esto”, sentenció Calzadilla.

En horas de la noche del martes, cuando las aguas del río bajaron, alguien visualizó un pie y gritó que ese era el cuerpo de Sojo. Lo hallaron sin órganos. Solo tenía la caja torácica. La cabeza estaba enterrada en la tierra y con troncos gruesos atados en todo el cuerpo que, según sus hermanos, es evidencia de que los agresores tenían intención de que el cadáver no saliera a flote.

Por su parte, a pesar de los mordiscos de los animales —especialmente de los caribes que habitan en el río— los familiares sostienen que los órganos de su hermano fueron extraídos por una persona.

La espalda, los brazos y hasta las piernas estaban un poco destrozadas por los mismos peces carnívoros. Pero lo de los órganos no tiene explicación. ¿O es que un animal se va a comer la piel del pecho y no la de su espalda o sus brazos?, se cuestionó entre lágrimas Guevara.

Los mismos familiares y vecinos fueron vejados durante la búsqueda del dirigente. En varias ocasiones fueron apuntados con armas por los militares, quienes les gritaban: “Ustedes son los familiares de ese contrabandista. Ustedes están indocumentados”. Peña, la hermana mayor, describió a Crónica.Uno que en su desesperación se arrodilló ante los funcionarios y les suplicó que le dijeran la verdad. Nunca lo hicieron.

 El político era abogado y fue asesor del exalcalde del municipio Rómulo Gallegos, Leopoldo Estrada. Su partido le reconoce su trabajo.

Un luchador social nato e incansable. Sobre todo ayudó mucho al sector indígena. Tenía amigos caciques. Tenía sensibilidad con todos. Por eso es que el pueblo está tan consternado. Él iba a ser una figura muy importante no solo en Apure sino también en el país. Desprendido de cualquier cosa material. Siempre tenía la necesidad de ayudar al otro, asevera Álvarez.

Por su parte, Manuel Sojo (padre) declaró que lo ocurrido con su hijo fue un doble asesinato, porque le “dispararon atrozmente y lo ocultaron”. Además, subraya que no se cumplieron las leyes, ya que los militares debieron esperar a que Sojo arremetiera contra ellos con cualquier arma, pero este asoma que eso nunca iba a ocurrir. En un video en el que solicita justicia exclama que su hijo no tenía “ni un cortauña, ni una navaja”.

Elorza se encuentra entre uno de los pueblos más peligrosos de Apure, junto con Guasdualito. En estas zonas hay presencia de grupos subversivos y guerrilleros, así como tráfico de sustancias ilícitas. Sin embargo, tanto Álvarez como los familiares de Sojo alegan que esa no es excusa para que militares accionen sus armas sin ver a quién están disparando. “Ellos decidieron ser militares y deben asumir el riesgo con responsabilidad”, agrega Álvarez.

Las amenazas de los militares continuaron hasta que el cadáver de Sojo fue trasladado al Hospital Tipo I Rómulo Gallegos. Exigían ver el cuerpo y llevárselo sin autorización de un médico forense ni presencia del Ministerio Público. La propia comunidad resguardó el paradero de su dirigente político. 50 personas se aglomeraron alrededor del centro hospitalario y prohibieron el ingreso de los efectivos. Finalmente, gran parte de la comunidad de Elorza acompañó en horas de la madrugada a la familia de Sojo a velar el cuerpo de “Papo”, como le decía por cariño su círculo más cercano.

Tres niños, de 13, 10 y 5 años, se quedaron sin padre. La esposa de Sojo aseguró que era un padre cariñoso y que sus hijos eran el pilar de su vida.

Fotos: Norman Guevara y José Galindo


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