Abraham Torres el ciclista de montaña y mecánico de bicis que recorre los cerros de Valencia

Abraham Torres no es un simple deportista. Lleva casi toda su vida montado en una bicicleta, su pasión es recorrer los cerros de Valencia y competir, pero cuando no esta en competencias Torres está reparando bicicletas en su taller, su oficio le permite sobrevivir y seguir invirtiendo en el deporte.

Valencia – Abraham Torres tenía al menos 14 años de edad cuando se montó en su primera bicicleta y comenzó a andar. Para él, esa fue una experiencia que le cambió la vida. En aquel entonces recorría las zonas aledañas a la avenida Branger de Valencia en compañía de sus amigos, siempre con la intención de llegar más y más lejos, porque su sentido de exploración se lo pedía.

De ahí en adelante la atracción de Torres por las bicicletas se transformó no solo en una pasión y un estilo de vida, sino en una forma de ganar dinero. Hoy por hoy, Torres es un deportista profesional del ciclismo de montaña o MTB (Mountain Bike) como todos en la comunidad le dicen al deporte, pero además vive de reparar bicicletas.

A diferencia de lo que se puede pensar, Torres no es el típico hombre que repara bicis y cambia piezas por otras como algo ocasional. Este joven conoce a fondo esos vehículos, a pesar de nunca haber estado en algún curso de especialización, Torres conoce muy bien a las bicicletas y cómo repararlas en los casos que sea necesario. “Me he vuelto autodidacta y al ver que tenía esa capacidad monte uno de los pocos talleres en la ciudad dedicados a reparar bicicletas”.

Foto: Armando Díaz.

Su taller queda en la avenida Fernando Figueredo en Valencia, muy cerca del Zooacuario de la ciudad. Es una tienda dentro de otra tienda, no hay un cartel que indique que su negocio está ahí, pero en este caso el boca a boca funciona muy bien. La escasez de tiendas especializadas que ofrezcan este servicio lo hacen mucho más rentable.

En ese taller lleva cuatro años trabajando, antes de eso estuvo en un local del mismo tipo por 8 años, ubicado en la avenida Branger y antes de eso su vida era una panadería.

En sus inicios solo reparaba sus bicicletas, era una forma de experimentar y, en efecto cometer errores, luego sus amigos empezaron a dejarle las suyas y cobraba un buen precio, lo que le permitió abrirse paso en el mundo de los ciclistas.

Foto: Armando Díaz.

Aquí en el taller tengo bicis de gama alta, media y baja. Hay unas que sirven para hacer subidas y bajadas unas que son para caminos planos, por ejemplo esta amarilla que tengo aquí es de gama alta, sirve para hacer xc y cuenta con doble amortiguación”.

En su taller también tiene bicicletas profesionales viejas. “Si vemos esta bici, en comparación con las otras podemos decir que esta es como un Corolla de 1990 frente a otras del 2020. Se nota el cambio”. Y no miente, la diferencia es notoria la más antigua no luce tan aerodinámica, pareciese más bien una bicicleta de bajo costo.

Fotografía: Armando Díaz.

De acuerdo con Torres el ciclismo es un deporte que anualmente recibe mucha inyección de dinero. “No importa si es ciclismo de ruta o de montaña. Una bici de gama alta te cuesta nueva, nueva de $2.500 hasta los $10.000″

En el caso de las que tiene en su taller cuenta con una del 2014 que ahora vale unos $1400, pero en su año de salida al mercado alcanzó los $2500, otra aún mucho más moderna; del 2017 costó casi $3000.

“El problema con muchos de los talleres de bicicletas es que cualquiera cree que puede venir y repararlas. Hacer mantenimiento es mucho más fácil. Yo te puedo cobrar unos $25, pero cuando hablamos de cambios de piezas la cosa cambia. Para empezar la mayoría de las piezas no se consiguen aquí y hay algunas que cuestan por si sola $1500. Ya eso te dice algo”.

Foto: Armando Díaz.

Por los momentos le va bien en le trabajo. No obstante admite que en los meses de verano, que es cuando hay más competencias es cuando recibe mayor clientela. “Son los meses de competiciones. Nadie quiere ir a competir con una bicicleta que no está a la altura”.

Torres y los cerros

Abraham Torres luego que deja el taller se dedica a entrenar. Se define como un ciclista master, por lo que está a unos pasos de ser élite. No obstante, no llega a esa categoría porque no tiene el tiempo suficiente para entrenar. “Un deportista de élite debe hacerlo hasta cinco veces por semana. En mi caso lo hago dos o tres veces a la semana”. La razón principal es que el tiempo no le da para trabajar y entrenar, son prácticamente incompatibles y en la Venezuela actual, el dinero no se puede hacer a un lado.

Carabobo cuenta con muchos cerros para deportistas como Torres, la mayoría de los habilitados se ubican en la Gran Valencia estos son: Guataparo (Valencia), Tazajal (Naguanagua), El Café (Naguanagua), Parque San Luis en (San Diego).

Torres le ha tocado competir en varias oportunidades en cada uno de estos cerros y cuando lo hace usualmente queda entre los 10 mejores. Insiste en que si tuviera más tiempo podría dar más y entrar al podio, sin embargo explica que pone todo su corazón en dar lo mejor de si, y al final del día eso vale más.

Fotografía: Armando Díaz.

Desde el primer día fue así. Aún recuerda la primera vez que se internó en un cerro. Tenía 20 años de edad en aquel entonces y Tazajal fueron sus inicios. “Recuerdo que llegué hasta la mitad. Después fui al de Guataparo y luego comencé a ir fuera del estado, pero mi patio de entrenamiento fue Tazajal ahí hice los enlaces, ahí conocí gente”.

Torres no solo es competidor, también ha sido promotor de ese deporte entre sus amigos. “No lo hago con la necesidad de lucrarme, porque la verdad es que vivo del taller, pero estoy consciente que para algunos soy una especie de inspiración, como para mí lo son muchos”.

El ciclista se refiere “A Joangel, Roderick ellos me conocieron empezando y ellos me ayudaron mucho en la forma de entrenar. También está Jonathan Mejías que tiene muchísimos años”.

Sin embargo, el ciclismo de montaña también ha sufrido bajas destacadas gracias al grave proceso que sufre Venezuela, en el cual casi 7 millones de personas han abandonado el país.

Fotografía: Armando Díaz.

Pero a diferencia de otros él se queda en Venezuela. Está consciente de que es necesario que haya gente que apueste no solo por el deporte, sino por el país. Además que quiere seguir recorriendo las trochas de los cerros que lo han hecho llegar hasta donde está. Sobre estos caminos explica que las más difíciles son las bajadas, puesto que hay mayores riesgos de sufrir accidente. “Estas son tan complejas que para llegar hasta arriba hay que subir en carro y luego uno se lanza”.

Siempre le alegra saber que hay gente dispuesta ayudar. En sus visitas a Tazajal y El Café siempre se encuentra con personas que dedican su tiempo a reparar las pistas. “Es un grupito que ahorra plata y le da el mantenimiento correspondientes a las pistas para que sigan siendo útiles y usables en el tiempo”.

Por fortuna Torres no ha sufrido caídas importantes, tiene una llamativa cicatriz en su brazo izquierdo, sin embargo la marca no es debido a la bicicleta sino de otro accidente. Cada vez que se planta frente a él un obstáculo que pueda signficar un accidente lo sortea y evita cualquier peligro innecesario.

Fotografía: Armando Díaz.

A cualquiera le puede pasar una caída, pero el entrenamiento es importante. Aquí si abandonas 15 días esos días te van a pegar”.

Estar sin trabajar también pega y bastante, por eso siempre está en movimiento. Torres explica con alegría que un nuevo negocio, mitad taller, mitad venta de bicicletas abrirá en las próximas semanas. “Ellos están arrancando y yo los estaré apoyando y viceversa, así es el deporte una constante ayuda por todos lados”.


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