Adultos mayores salen a trabajar en las calles para buscar los ingresos que no perciben con la pensión

La investigación de Encovi a principios de 2020 estimó que 21,5 % de los hogares en Distrito Capital tienen presencia de adultos mayores de 65 años en adelante. Las cifras de pensionados que deben sobrevivir con 1,8 millones de bolívares es de más de cuatro millones de personas.

Caracas. Sobre un pedazo de tela, Jesús Orta vende material de plomería, piezas de bicicletas y carros, zapatos de bebé, electrodomésticos, piezas de microondas, candados, entre otras cosas. Todo lo que consiguió en casa que podía servir para la venta lo tiene en su puesto ubicado en la avenida Sucre del municipio Libertador. En dos meses solo ha generado siete dólares.

Foto: Gleybert Asencio

Jesús y su esposa Mirna son dos adultos mayores pensionados del Ministerio de Educación. Ella como maestra y él como chofer. Hace meses, cuando sus nietos de 3 y 10 años de edad les dijeron que tenían hambre y en casa no había mucho que ofrecerles, Jesús sintió la necesidad de volver a trabajar en busca de mayores ingresos. Además, producto del encierro por la cuarentena, debido a la pandemia por la COVID-19, Jesús quiso buscar algún oficio que lo hiciera salir de casa.

Cuando el ministerio deposita la pensión o cae alguno de los bonos que otorga el gobierno de Nicolás Maduro, en casa de Jesús de inmediato salen a comprar algo de comida, no alcanza para nada más, mucho menos para juntar todo el dinero que necesitan para sacar el Aveo 2005 de su esposa del taller mecánico donde quedó atrapado por falta de dinero para los repuestos.

Estoy pensando en venderlo por piezas. Anteriormente, ese carro me servía como taxi, dijo Jesús.

Foto: Gleybert Asencio

En un apartamento de la parroquia 23 de Enero vive Jesús junto con Mirna y su hija menor, de 29 años, quien es madre soltera de dos pequeños. Ella no hace nada. Mi esposa hace años intentó ponerla a estudiar enfermería pero no le gustó. Ahora lo que hace es acompañar a algunos familiares a echar gasolina y ellos le dan dos o tres dólares, contó Jesús.

Los otros dos hijos del primer matrimonio de Jesús viven cada uno con sus propias familias. Su hijo mayor trabaja y su otra hija no lo hace “porque a su esposo no le gusta, —contó Jesús—, ellos a veces me mandan algo. Por lo menos mi hijo a veces viene y me compra algo del puesto o me trae algo de comida”.

Jesús y su esposa son personas sanas. No tienen gastos en medicinas. “Mi único problema es que tengo mala memoria, pero de resto, todo bien”, dijo Jesús. Hace días fue a la taquilla del banco a sacar algo de efectivo de la pensión. No sabe bien cuánto pudo cobrar porque no conoce bien los billetes que le dieron. “Solo sé que me dieron tres billetes, pero ni idea la denominación”.

La investigación de Encovi de principios de 2020, estimó que 21,5 % de los hogares en Distrito Capital tienen presencia de adultos mayores. Miriam y Jesús son parte de los más de cuatro millones de pensionados que, según la administración de Maduro, existen en Venezuela. La cifra oficial para 2019 era de 4.535.901. Desde el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, la elevada cifra de pensionados dentro del sistema de Seguridad Social ha sido considerada un “logro de la revolución”.

Pero, actualmente, esos adultos mayores viven con una pensión de 1,8 millones de bolívares, el equivalente a menos de un dólar para la tasa actual. Sin embargo, ese monto ni siquiera ha sido oficializado por el gobierno en Gaceta Oficial. Hasta hace unos meses la pensión era de 1,2 millones de bolívares, en un país donde medio cartón de huevos cuesta casi cinco millones.

Foto: Gleybert Asencio
“Yo siempre llego a la casa con algo”

Quien pase por la calle Colombia de Catia a las 6:00 a. m. verá a Miriam instalando su puesto de venta de chucherías, cigarros, productos de higiene personal, tapabocas y alquiler de celulares para llamadas. Un toldo, una mesa y una silla son su espacio de trabajo desde hace nueve años. Para ese tiempo dejaron de contratarla en trabajos formales. Tenía 66 años y una operación de rodilla. “Tenía que buscar algo que hacer, no quería quedarme en mi casa sin hacer nada”.

Foto: Gleybert Asencio

Hoy en día tiene 75 años. En su vida laboral ha hecho de todo, ha sido secretaria, gerente de tiendas, vendedora particular de ropa, entre otras cosas. “Desde los 16 años trabajó en la calle”. En la actualidad, Miriam calcula que gana 3,5 millones de bolívares al día. Eso es un poco más de un dólar a la tasa más reciente. También es más que lo que cobra de pensión.

“Yo antes guardaba la pensión y la ahorraba. Vivía del alquiler de dos plantas de mi casa y de lo que me mandaba mi hijo en Italia. Ahora cae la plata y no sé ni en qué la gasto porque para comprar medio cartón de huevos tengo que ahorrarla mínimo por cuatro meses”.

—¿En cuánto los cigarros detallados? pregunta un cliente.
—200.000 bolívares— responde Miriam.
—Me da uno por favor. ¿Tiene yesquero?
—Sí, mijo, aquí está.

Después de encender el cigarro y devolver el yesquero, el comprador regresó con tres naranjas. “Aquí tiene, abuela”, le dijo. Miriam cuenta que así es todos los días. Siempre hay alguien que le deja cualquier cosa. “A veces pasa el camión de plátanos y me cambian tres por un cigarro. Hace rato me dejaron una yuca. Yo siempre llego a la casa con algo”.

Foto: Gleybert Asencio

Su vivienda en Los Magallanes de Catia la construyó hace muchos años pensando en alquilar dos de las tres plantas. Ahora prefirió cederle una a su hija y otra a su nieta. “Ahorita no vale la pena alquilar, los inquilinos se quieren quedar con la casa. Preferí dejarlas a mi hija y mi nieta y así vivimos más tranquilas. Ahora tenemos una mejor relación. Me las quité de encima, aunque ellas aún dependen de mí para muchas cosas”.

Miriam no toma ningún medicamento. Su medicina es salir todos los días las 5:30 a. m. de casa con su mercancía. “Si yo me quedo en mi casa, me empieza a doler todo”, contó Miriam cuyo hijo mayor se fue hace más de 40 años a Italia con su papá. Desde que la tecnología está presente en sus vidas, tienen mayor comunicación y económicamente ha estado presente. “Con lo que me manda mi hijo, lo primero que hago es comprarme mis tintes, la comida para después, a mí no me gusta que se me vean las canas y piensen que soy vieja”, dijo Miriam con picardía.

Un estudio de Convite y HelpAge International (2019) reveló que 67 % de los adultos mayores en Venezuela dependen de otros para cubrir sus necesidades básicas. Los casos de Jesús y Miriam no incluyen gastos en medicinas, pero la población adulto mayor ha sido la más vulnerable ante los niveles de escasez de medicamentos que ha sufrido el país desde el año 2015 y también a los elevados costos de los tratamientos, sin olvidar que son población de riesgo ante la COVID-19, y cuyo proceso de vacunación comenzó a inicios de abril para casos con comorbilidades, según el ministro de Salud, Carlos Alvarado.

Foto: Gleybert Asencio

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