Agua de tomas no autorizadas son una amenaza a la salud pública

agua potable

Las afluentes de agua de las zonas verdes de las ciudades, de alcantarillas y quebradas podrían provocar hepatitis A, entre otros trastornos médicos.

Caracas. La escena  parece sacada de una película posapocalíptica: un hombre recolecta agua en un botellón, desde una de las afluentes del río Guaire, la cloaca más grande de América Latina. “Esto podría provocar una pandemia”, reflexiona desde un vehículo la enfermera Erika Matos.

Una persona replica que esas aguas provienen de quebradas “no contaminadas” y que muchos, desde hace años, han optado por surtirse de estas fuentes. “Esas aguas no están en condiciones para el consumo humano, no importa lo que diga el resto”, replica la mujer que se dedica al área de la salud.

La escasez del agua potable en el país no es una problema reciente. Según el informe Aportes para un diagnóstico de la problemática ambiental en Venezuela, hecho por la Red ARA y la embajada de Finlandia,  publicado en el 2011, existen graves situaciones como el ínfimo presupuesto para el manejo de los recursos hídricos, hasta la carencia de gestión integral de los mismos, lo que en consecuencia ocasiona que en una nación de vasto patrimonio acuífero, no exista servicio de agua constante.

Pero todo se agudizó el pasado jueves 7 de marzo, cuando la energía eléctrica fue interrumpida en todo el país durante varios días por un megapagón que ya supera los 8 días en algunas zonas del país. Esta situación generó que casi 90 % de ciudades y poblados, no recibieran el agua potable.

“Estuve siete días seguidos sin agua y ya no sabía qué hacer” – explica Manuel Fernández, habitante de Parque Central, en Caracas. “No conseguía dónde llenar los botellones de agua y comprar una cisterna se hizo imposible. Ya no aguantaba más. Necesitaba cocinar y limpiar los baños, al menos. Así que me fui a la quebrada que queda cerca del Guaire, por San Agustín. Cuando estábamos tratando de agarrar el agua, llegó la Guardia Nacional y comenzó a reprimir a la gente, y no pudimos llenar los potes. Nos dijeron que en el edificio Tacagua de Parque Central había un bote de aguas blancas. Llenamos ahí aunque el agua no tenía buen olor. Era como óxido, pero eso me sirvió para lavar los platos y esas cosas”.

La doctora María Eugenia Landaeta, jefe del servicio de infectología del Hospital Clínico Universitario, explica que las aguas de tomas informales o afluentes (como las del cerro Ávila), no han sido tratadas con los procesos y químicos adecuados para el consumo humano, por lo tanto no se conoce qué tipo de microorganismos o de sustancias tóxicas pueden tener. “Por eso es que el uso de estas aguas produce distintos tipos de enfermedades, desde intoxicación hasta enfermedades infecciosas como diarrea o hepatitis A”, añade Landaeta.

Calma en momentos de desesperación

“Yo entiendo que este tipo de agua no se puede consumir. Únicamente la usé para lavar cosas. Nunca la bebí”, argumenta el señor Fernández cuando se le pregunta si no sentía temor de tomar el agua.

De acuerdo con varias fuentes médicas, ya solo usar las aguas recolectadas de fuentes no autorizadas para limpiar utensilios de cocina, alimentos y hasta en el baño, puede causar múltiples inconvenientes.

Carlos Pérez, médico infectólogo en entrevista en el Circuito Onda, expuso que este tipo de prácticas pueden tener consecuencias en la salud; pues al lavar los vegetales, por ejemplo, éstos resultarían igualmente contaminados con bacterias, que al ser consumidas, generarían diversos padecimientos.

“En estos momentos se encuentra en circulación una gran epidemia de hepatitis A, causada por la mala calidad del agua, así como diarrea, disentería y parasitosis intestinales que hace mucho tiempo no se veían en nuestro país. Pronto veremos además leptospirosis y fiebre tifoidea, así como enfermedades infecciosas y alérgicas de la piel, entre otras”, expone la doctora Landaeta, quien manifiesta preocupación ante la situación de fallas en la distribución del agua potable.

Desde hace varios años, ya es ampliamente difundida la mala calidad del agua en Venezuela, donde únicamente se estaría potabilizando 30% de las mismas. Ahora, se suma el hecho de no tener acceso al líquido, que, además, ya era bastante limitado.

Hervir el agua no es suficiente. Hay maneras de tratarla, pero la mayoría de las personas las desconoce. No se puede usar agua con olores extraños ni con sedimentos, por pequeños que sean”, cierra la conversación la enfermera Matos, quien refiere que aún no estamos preparados para situaciones de emergencia y que lo mejor es informarse y evitar exponerse innecesariamente a enfermedades en momentos de desesperación.

Con información de Verónica Pérez / @veroperez


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