De acuerdo con expertos consultados, Guaidó no cuenta con la fuerza para frenar que nuevos actores se incluyan en el diálogo, ni tampoco mantiene el monopolio de la representatividad de la oposición en el proceso.
Caracas. Todos los caminos parecen llevar al diálogo. Al menos luego de que Nicolás Maduro anunciara el 8 de marzo que, como motivo de una reunión con representantes diplomáticos de Estados Unidos, el chavismo se encontraba listo para reanudar el proceso de diálogo nacional que se había detenido en 2021 tras el arresto de Alex Saab. La variante: no sería un diálogo con solo la Plataforma Unitaria, sino que incluiría “a otros actores nacionales”.
Sin que se conozca exactamente una fecha para la reanudación del proceso de diálogo, que la última vez tuvo como sede México, lo único que se ha asomado es la posibilidad de que la Alianza Democrática, una coalición minoritaria de la oposición en la Asamblea Nacional, pueda tener representantes.
De acuerdo con el politólogo Ricardo Sucre, la presencia de representantes conversando directamente con Maduro significa un reconocimiento de facto de que, aunque no cuenta con total legitimidad, es él quien controla el poder en Venezuela. Es, además, según lo que señaló el académico, una muestra de que el sector que encabeza en la actualidad Juan Guaidó, presidente encargado reconocido por EE. UU. y países europeos, ya no cuenta con la misma confianza.
El problema con ese sector de la oposición es que se planteó una estrategia que no funcionó, tuvieron una mala lectura de un manual de política y una peor aplicación de este. La consecuencia es que ahora en Venezuela este sector es irrelevante”.
El politólogo explicó que la falta de relevancia política de este sector de la oposición es algo que se observa claramente cuando EE. UU. optó por reunirse con Maduro, sin que se sepa, más allá de las declaraciones de voceros, si se le avisó de antemano que el encuentro iba a realizarse.
No es que EE. UU. le saque el cuerpo, es que allá se sabe que este sector no tiene capacidad de incidencia en lo que pasa en el país. Tiene alcaldes y gobernadores, pero cada uno está en una dinámica en la que no hay una estructura, músculo, ni presencia en la calle”.
Sucre agregó que esta tampoco es una posición nueva, y que se trata de un proceso que se ha venido dando y que se reflejó el 16 de febrero con la publicación en la que EE. UU. y otras naciones apoyan un nuevo proceso de diálogo y hacen referencia a una oposición “diversa”.
“No sé si Guaidó seguirá siendo el hombre de EE. UU. en Caracas, lo que sí es claro es que no ven ninguna exclusividad en el interinato y esto se ha venido reflejando en todos los comunicados en los que hablan de varias oposiciones y de la necesidad de lograr acuerdos para unas presidenciales en 2024”, opinó.
Ampliación necesaria y replanteamiento de la estrategia y métodos
Gustavo Velásquez es un abogado y experto en negociación que acompañó a la representación opositora durante el proceso de diálogo de República Dominicana en el 2017. Para él, la ampliación de la representación opositora en este proceso es algo necesario, independientemente de si le conviene o no al interinato de Juan Guaidó y a la Plataforma Unitaria.
Velásquez expresó que fueron muchísimos los cuestionamientos hacia los representantes de la oposición en el diálogo de México, en particular por dos cosas que, él señala, son verdad: “El interinato ha excluido a ciertos sectores” y “los partidos que están ahí representados no cuentan con el apoyo popular por la razón que sea”. Agregó que no es conveniente que en una mesa de diálogo uno de los actores no este avalado por la comunidad nacional.
Sin duda es importante que se amplíe la representación opositora, pero también que de alguna manera vean si los objetivos planteados y la estrategia ejecutada han sido las correctas para un país que necesita su reconstrucción política”, opinó el experto.
Velásquez explicó que con la presencia de más actores en la mesa de diálogo es “más complicado lograr llegar a un acuerdo”, pero dijo que “esa es la tarea” y que en la actualidad “nadie puede asumir ser el dueño de la verdad y representar a un sector completo como el opositor cuando claramente hay grupos que no se sienten representados”.
En referencia a si la presencia de nuevos actores pudiera ser un impedimento para lograr los resultados, comentó que “es posible”, así como también es posible que solo se logre un acuerdo parcial, como por ejemplo, un acuerdo entre el chavismo y la Plataforma Unitaria, o entre el chavismo y los representantes de la Alianza Democrática. Sin embargo, sostuvo que más allá de si se logran los acuerdos o no, es vital que se reconstruya el ideario democrático en el país, de hecho, se preguntó si “no es necesario plantearse más allá de un cambio de gobierno, un nuevo país”.
“Los que formaron la democracia tenían una concepción muy clara de la Venezuela que querían y lo lograron, que luego se vino abajo porque no asumieron los cambios que debían es otra cosa. Pero se requiere que la clase dirigente, especialmente la clase política, entusiasme a la población con un proyecto de país diferente. Mientras el discurso sea atacar al otro, la gente no se entusiasma. El pueblo sabe que debe luchar pero hay una desorientación total de para qué, eso no atañe solo a los partidos sino a todos: empresarios, trabajadores y sociedad civil”, explicó.
Para el experto, la propia reactivación del diálogo sería motivo suficiente como para no temer a un fracaso, e insistió en que no es realista pensar que tras reuniones de 15 días se vaya a obtener una concesión importante por parte de algún sector. Reiteró que lo importante es conseguir una solución a largo plazo.
El diálogo y la negociación no son solo para lograr unas elecciones justas y competitivas, sino para resolver los problemas del país como la salud, el cómo manifestar las diferencias de opiniones sin que se meta a la gente presa, esos, por ejemplo, son problemas tan importantes como la transparencia electoral”, puntualizó.
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