La joven silbante de 22 años se abre paso en el mundo del arbitraje del baloncesto y sigue las huellas de Gladys “Morocha” Hernández, la pionera entre las réferis venezolanas en el ámbito profesional; y de su compañera Leinel Pino.

Caracas. La árbitra venezolana Felimar Cabrera vivió “como una universidad” su experiencia en la Superliga Femenina de baloncesto, que tuvo en 2021 un regreso exitoso a los tabloncillos venezolanos.

Cabrera es una joven de apenas 22 años, nativa de la ciudad de Acarigua-Araure en el estado Portuguesa, que forma parte de una camada de cinco mujeres silbantes que hacen vida en el llamado Deporte de los Gigantes en Venezuela.

Visto de una manera más general, la también estudiante del noveno semestre de Medicina Veterinaria en la Universidad Politécnica Juan de Jesús Montilla pertenece a un grupo de destacadas jueces criollas, que rompen barreras en diferentes disciplinas, como por ejemplo, la internacional FIFA Emikar Calderas en el fútbol.

En lo que al básquet se refiere, Cabrera sigue los pasos de Gladys “Morocha” Hernández, la primera venezolana en actuar en choques profesionales de la LPB masculina entre 2006 y 2009, a la que siguió en 2020 su compañera y actual árbitra FIBA, Leinel Pino, quien también apareció entre las designaciones de la Federación Venezolana de Baloncesto (FVB) para la Superliga Femenina.

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En el arbitraje desde 2017

Existe la creencia popular, no muy exacta, de que un árbitro es un deportista frustrado, sin importar la disciplina. En el caso de Cabrera, la máxima está muy alejada de la realidad, pues la portugueseña jugó baloncesto desde los 6 hasta los 17 años y representó a su estado natal y a Barinas en torneos nacionales. Poco después colgó las botas y encontró una nueva faceta en el tabloncillo.

Entré al arbitraje a los 17 años en 2017 luego de haber culminado el bachillerato y mi último nacional de categoría menor. Lo hice con mucha motivación y atendiendo el llamado de mis colegas y compañeros de la región: el árbitro FIBA Oswaldo Chirinos, Víctor Díaz, Luis Villavicencio, Henderson Tovar y mi hermano Felipe”, recuerda Cabrera.

Tras concretar su retiro de las canchas en 2017, la para entonces aspirante a réferi realiza en Guanare su primer curso del Círculo de Árbitros de Venezuela, donde estudia el reglamento del baloncesto y presenta pruebas físicas y escritas. Al año siguiente no puede volver a la capacitación por quedar embarazada y tener compromisos universitarios, pero, según refiere, siempre estuvo en los gimnasios como anotadora o espectadora.

Entre 2019 y 2020, Cabrera empieza a desempeñarse como árbitra de categorías menores y el año pasado ya pasa a dirigir en diversos torneos de adultos en categorías máster, libre o Segunda, de la mano del juez internacional y mundialista FIBA, Daniel García. En esa evolución, asegura que su familia siempre estuvo presente.

Mi familia siempre me ha apoyado e impulsado a seguir mi sueño. Ellos entienden que para mí el arbitraje no es un hobby sino un trabajo que traerá muchas cosas buenas para mi vida, para la vida de mi hijo y para ellos también”.

La gran prueba de la Superliga

Entre noviembre y diciembre de 2021, la FVB concretó el regreso del básquet profesional femenino con la organización de la Superliga, torneo que no se jugaba en el país desde 2017 y que terminó coronando al Deportivo Anzoátegui. Allí en ese gran escenario, Cabrera estuvo entre el grupo de mujeres silbantes, que encabezó la experimentada Pino y también contó con la participación de Francis León.

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“La experiencia de la Superliga siempre fue de menos a más, ya que era debutante en el baloncesto profesional. Desde el principio hubo un acompañamiento increíble, no solo conmigo, sino también con mis compañeras. Hubo un constante aprendizaje, reuniones formativas y aprovechamos mucho que los juegos fueron televisados. Siento que fue como una universidad y estoy orgullosa de mi trabajo. Di lo mejor de mí para estar a la altura”, resume la joven, quien, por ahora, trabaja principalmente como jueza auxiliar.

Además de servir para darle más rodaje al grupo de colegiadas, la Superliga Femenina también fue útil para impulsar la disciplina en el país, según Cabrera.

“En nuestras comunidades está surgiendo y resurgiendo el talento femenino. La Superliga ha impulsado mucho a que en varios estados estén desarrollando ligas y campeonatos de categorías menores y libre”, resaltó.

Trato respetuoso

En su desarrollo, la réferi agradece el trato y la ayuda de sus colegas hombres en la difícil profesión de impartir justicia en la cancha. “Nuestros compañeros hombres siempre se han portado de manera muy profesional con nosotras”.

Siempre tienen mucho entusiasmo y muchas ganas de ayudarnos a desarrollarnos como árbitras. Los de más experiencia desde el principio se pusieron a la orden para facilitarnos material, videos, evaluarnos, corregirnos y ver en qué podemos mejorar”, agregó.

En este 2022, Cabrera aspira seguir creciendo en el arbitraje, mediante el fogueo que dan los torneos y el estudio y entendimiento de las reglas. A futuro apunta a convertirse en árbitra FIBA, siempre a la par de su desarrollo personal, donde su familia, su carrera universitaria y, sobre todo su pequeño hijo, Evan Mateo, de 3 años de edad, son sus máximas prioridades.

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