Caracas FC fortalece sus arcas y regresa a los octavos de final

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La oncena avileña se embolsó 500.000 dólares en premios al vencer al uruguayo Liverpool en la serie por la Copa Sudamericana

Caracas. Cerca de tres meses después, el estadio Olímpico de la capital volvió a albergar un choque internacional. Y el regreso no pudo ser más exitoso para el Caracas FC, que por segundo año seguido clasificó a los octavos de final de la Copa Sudamericana y además se embolsó 500.000 dólares más para fortalecer las arcas de la institución, que ya suman casi dos millones de verdes ($1.925.000) en premios por participaciones continentales en 2019.

El reencuentro avileño con la escena internacional tuvo un horario más amable para la parcialidad roja. A las 4 de la tarde sonó el pitazo inicial del juez colombiano Nicolás Gallo, en un césped todavía verde, aunque con algunos sectores algo maltratados por el exceso de uso de la instalación, que en este semestre fungió de hogar de hasta cuatro divisas profesionales.

Antes de que Gallo sonara el pito, los seguidores caraquistas hicieron cola en las dos taquillas habilitadas en el estadio de beisbol para adquirir las entradas. Los boletos en gradas subieron de 3000 a 6000 bolívares con respecto al último choque de Copa Libertadores del 26 de febrero ante el Melgar peruano y en el difícil horario de las 8:30 p. m. Las ventanillas del parque de pelota se abren los días de partidos internacionales, debido a que la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) no permite la venta de los tickets el día del encuentro en el escenario donde se disputa.

En total, unos 5000 aficionados se acercaron al coso de Los Chaguaramos en una tarde muy soleada, si bien en el segundo tiempo cayeron algunas gotas de lluvia. El calor hizo que algunos extrañaran las otrora infaltables espumosas, que ahora, salvo en el quiosco del estacionamiento estructural de la UCV, brillan por su ausencia, también por restricciones de la Conmebol. Los refrescos a 4000 bolívares fueron la alternativa para los sedientos.

En el terreno, el Caracas fue tomándole el pulso al partido después de los 20 minutos. El Liverpool uruguayo pareció afectado por las altas temperaturas y se limitó a defender la mínima ventaja de la ida. El primer grito para los locales llegó a los 13 minutos tras un cabezazo del colombiano Jesús Arrieta que fue anulado por un offside muy ajustado. Los “saludos” a la progenitora de Gallo retumbaron por la decisión y se multiplicaron instantes después por una mano en el área de la visita, que el principal no vio.

Tras un primer tiempo sin goles, el complemento invitaba a echar el resto en el campo y en la tribuna. Los aficionados exigían mayor rapidez en el traslado de la pelota y le pedían más ánimo a un agotado Néstor Canelón, que se quedó sin piernas para recorrer la banda derecha. Desde el banquillo, el técnico local Noel Sanvicente advirtió el cansancio del camiseta siete y lo cambió por Luis Colmenarez, aunque antes de esa modificación, Chita abonó el camino para ganarle la partida a su colega Paulo Pezzolano al enviar al campo al atacante Carlos “la Sombra” Espinoza por el lateral derecho Eduardo Fereira, lo que arrastró marcas y le dio más espacios a un férreamente controlado Arrieta.

El neogranadino abrió la pizarra al 65 con un certero cabezazo en el palo izquierdo del portero uruguayo tras un centro milimétrico desde la banda zurda de Bernardo Añor. El camisa 24 celebró la diana con la grada, a diferencia de su compañero Ricardo Andreutti, quien tras empujar al fondo de la red otro centro de Añor al 83, festejó junto con el banderín de córner de la derecha en frente de la tribuna principal.

Los minutos finales del cotejo se vivieron con mucho suspenso, sobre todo por los malos recuerdos de goles encajados en las postrimerías, que ya este año le costaron a los locales avanzar a la fase de grupos de la Libertadores y salir de Uruguay con una derrota la semana pasada, en ambos casos por tantos recibidos sesenta segundos antes de cumplirse el tiempo regular.

Más de un aficionado aguanto la respiración cuando el cartel de tiempo de descuento anunció seis más de reposición. La angustia se acrecentó cuando los Rojos perdieron por lesión al central Rubert Quijada y debieron terminar con 10 por haber agotado los cambios. Los gritos de “pita” al árbitro abundaron, pero esta vez la angustia terminó con un final feliz. En julio, el Olímpico volverá a vestirse de gala con el cotejo de octavos.


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