El cineasta estrenó Rómulo resiste, un documental que se adentra en el segundo gobierno del líder de Acción Democrática. La película también es un testimonio personal del autor.

Caracas. Sobre Rómulo Betancourt se ha dicho tanto, pero a la vez nada. Su figura está rodeada de mitos y una narrativa que pareciera situarlo en los confines de Mordor, especialmente en los años de revolución chavista, que ha pretendido lanzar al ostracismo a personajes de la política venezolana anteriores a 1998.

Sin embargo, hay quienes se resisten a los embates de esa retórica. En menos de una década, el documentalista Carlos Oteyza ha llevado a la gran pantalla obras que escudriñan hitos de la historia reciente de Venezuela, sobre todo aquellos que han sido denostados desde la verborrea. 

Primero, en 2012, estrenó Tiempos de dictadura, sobre los años de lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Luego, en 2016, el cineasta se atrevió a pormenorizar los dos períodos presidenciales de Carlos Andrés Pérez en CAP 2 intentos. En 2018 trabajó la figura de Hugo Chávez en El pueblo soy yo, pero ese largometraje no se llegó a estrenar comercialmente en Venezuela, salvo proyecciones muy puntuales en cineforos. 

Vale mencionar documentales anteriores como El reventón, que indaga en esa sangre aceitosa que recorre arterias y venas del ideario venezolano. 

Rómulo resiste
Carlos Oteyza es uno de los documentalistas fundamentales del cine venezolano. Cortesía Cinesa

Ahora, Calor Oteyza estrena Rómulo resiste, un documental que enfoca el segundo gobierno del líder de Acción Democrática, el hombre de la pipa, sobre el que se ha dicho mucho, pero del que poco se conoce.

Rómulo resiste es una película de no ficción sobre un período tenso, difícil, en el que distintos factores internos y externos complotaron para llevar al país por otros derroteros. Incluso, muestra cómo desde Cuba ya había bastante interés en los barriles venezolanos. El guion es del cineasta junto con Lorena González Di Totto. 

Internamente, Betancourt tuvo que demostrar que tenía el ímpetu y el talante para gobernar ante las dudas de los militares, que pocos años antes tenían las riendas de la nación, y también frente a aliados y adversarios. Había que desmitificar además la época perezjimenista, que todavía levanta pasiones en algunos que la enaltecen como gesta.

Rómulo resiste también es una declaración para Carlos Oteyza, quien, en paralelo a lo que ocurre en la cúpula gubernamental, pormenoriza las vivencias de unos años en los que él transitaba la niñez y primera juventud. 

Momentos autobiográficos de un pequeño que empezaba a descubrir ese mundo más allá de las paredes de la quinta Siboney, como se llamaba el hogar en San Marino. Un niño que escucha sobre política como novato espectador, y que comienza a tener pasión por lo que después sería oficio.

El realizador, como es costumbre en su obra, se vale en Rómulo resiste de una valiosa colección de imágenes de archivo provenientes de distintas fuentes, algunas de ellas totalmente ajenas hasta ahora para muchos espectadores. 

Además de mostrar a protagonistas de la época, el documentalista acierta también en registrar testimonios desde rostros poco conocidos como la historiadora Lorena Puerta, la política Paola Bautista, así como del contundente verbo de la escritora Elisa Lerner. Desde el 11 de octubre puede verse vía streaming, y desde el 14 en salas de cine. 

Uno ve Rómulo resiste y pareciera que no se ha ponderado bien lo difícil que fue ese período. No solo era demostrarle a las Fuerzas Armadas que los civiles podían conducir al país, sino también generar confianza entre la población

—No tengo todas las razones claras, pero puedo dar algunas. Durante los 15 primeros años, la democracia fluyó bastante bien. Quizá los recursos petroleros del país permitieron pensar a los venezolanos, así como a los emigrantes en Venezuela, que así sería para siempre: un país con pocos conflictos. Entonces, tal vez vieron sin sentido recordar los desafíos del gobierno de Rómulo Betancourt. Luego vino la alternabilidad cuando ganaron Raúl Leoni, Rafael Caldera…

Al principio de la película hay una frase de Thomas Jefferson. Dice que el precio de la libertad es su permanente vigilancia. Rómulo solía repetirla mucho. Los venezolanos tal vez nos equivocamos al pensar que por tener una economía petrolera, con una mejora del nivel de vida, no teníamos que preocuparnos por lo que había ocurrido en ese período. Los extremos de derecha y de izquierda estuvieron en contra del gobierno de Rómulo Betancourt. Hay otra razón: los líderes, escritores y defensores de Acción Democrática no ponderaron bien esos años. Le dieron más importancia al primer período entre 1945 y 1948. Tengo otras, pero no me quiero alargar mucho en la respuesta.

No hay problema, puede continuar

—Bueno, el sector de la izquierda que se alzó contra Rómulo Betancourt fracasó, pero ganó la batalla cultural. Ese mismo sector también se levantó contra Raúl Leoni. Generaron una matriz de opinión negativa de esa etapa, como si Betancourt hubiese generado la violencia que ellos crearon.

Evidentemente, tanto Betancourt como Carlos Andrés Pérez, su ministro de Relaciones Interiores, no eran mochos. Hubo excesos tanto del Estado como de quienes querían derrocar al gobierno. Los intelectuales, escritores y periodistas compraron la tesis de que había sido un hombre violento. Acción Democrática y demás partidos demócratas no hicieron hincapié en la violencia. Políticamente, esos grupos después se integraron a la democracia. Entonces, retornar a esos tiempos, era quizá poner el dedo en la llaga en un tema superado.

Fue creado el MAS. El MIR participó en elecciones. Pero el tiempo nos dio otra visión cuando vimos que la democracia fue perdiendo popularidad, las organizaciones políticas se deterioraron, perdieron contacto con la población, y la renta petrolera dejó de ser abundante. Las clases medias empezaron a reclamar. Pensaron que merecían más, sin entender que el sistema estaba colapsado, y que había que crear otro modelo. Pero nunca llegó. En 1998 se optó por una solución mágica, cuyas consecuencias pagamos.

Rómulo resiste
El documental muestra un país en progreso. Cortesía Cinesa

Una propuesta de cambio de modelo que trabajó en el documental CAP 2 intentos, especialmente en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez

—¡Así es! Un modelo económico para no vivir solo del petróleo, sino para entender que las cosas cuestan más de lo que parece, que hay que invertir en el país, que la empresa privada es importante, que el Estado no puede seguir creciendo, que debe tener presencia en la educación y la salud, pero que tiene que impulsar la competitividad del sector privado y no subsidiar empresas. Recordemos que con el modelo previo vinculado al petróleo, hubo calidad de vida, pero dejó de ser suficiente. Nada más en el gobierno de Rómulo Betancourt el promedio anual de inflación era de 2 %. Cuando comenzó, un litro de leche valía un bolívar, y cuando terminó, el precio era el mismo. 

¿Ha habido reflexión en quienes lideraron esa narrativa contra el período democrático, en este caso, en contra de Rómulo Betancourt?

—Creo que ha sido importante ver cómo políticos que participaron en esa época tan dura, se han acercado a otras posturas. En Rómulo resiste vemos a Héctor Pérez Marcano MIR o Américo Martin. Hay otros que han escrito, como Antonio García Ponce. Hay también varios libros que han salido, pero que no han generado una matriz de opinión tan fuerte como la que hubo a favor del movimiento guerrillero. En Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff también existió una visión distinta, pero no caló en la sociedad.

La gente no se ocupaba del pasado, sino del presente, que además se dividió en dos. Por un lado, un sistema democrático que se agotaba, y por otro, la ilusión de que un hombre solucionaría los problemas. Un hombre que vivió un enorme aumento de los precios petroleros en la primera década del siglo XXI. También es cierto que los venezolanos se preocupan más por el presente. Además, seguramente disfrutaron mucho de esos altos precios que generaron un crecimiento del consumo hasta 2012 y 2013, cuando llegó Nicolás Maduro al poder. Volvemos a la frase que repetía Betancourt, que el precio de la libertad es su permanente vigilancia. Cedimos a la tentación de que el Estado nos iba a resolver todo, pero en el siglo XX uno podía ver que eso no era posible. Volvimos a comprar el discurso. 

¿En qué momento surgió la necesidad de contar esa historia tan personal en paralelo al gobierno de Rómulo Betancourt?

—Se cuajó hace tres años y medio cuando se concretó hacer este documental. Queríamos presentar algo novedoso. Mostrar que el historiador también cuenta esas vivencias, y no solo la de los políticos. Una historia que puede ser la de todos. Contrasta con el imaginario que hay. La mayor parte de los venezolanos vivimos una vida bastante tranquila en esa época, excepto aquellos que se entregaron a la lucha armada, y se trazaron como objetivo derrocar a Rómulo Betancourt.

La gran mayoría era un país con posibilidades de crecer, de ir a las escuelas y liceos. La capacidad de consumo creció, hubo una modernización del país, se estaba creando Ciudad Guayana, continuó el plan de grandes carreteras. Es una forma interesante de contar la historia de los venezolanos. Actualmente, hay mucho cine que habla en primera persona.

Rómulo resiste
Rómulo resiste cuenta la relación de Betancourt con John F. Kennedy. Cortesía Cinesa

Como en toda película, hay un protagonista en Rómulo resiste y un antagonista. Se podría decir que uno de los principales es Fidel Castro, que en ese período fue el gran derrotado. Pero se podría decir que en el largo plazo, ganó

—Más que la persona, el modelo. El antagonista de Rómulo Betancourt fue Fidel en algún momento, pero también estaba la oposición, el MIR y el Partido Comunista de Venezuela, que tenían como inspiración a Fidel. Él tuvo un discurso agresivo contra Betancourt. Pero eso sí, los venezolanos son los responsables de las acciones que se tomaron. Hoy la realidad evidentemente es dura para uno. Tanto Cuba como Venezuela están muy mal. El modelo cubano no dio resultado allá, y acá mucho menos.

Es la primera vez que se expone tanto en una obra suya. ¿Cómo se sintió?

—Sí. Una vez que tomé la decisión, me separé del personaje. Es decir, me desdoblé. Escribí las cosas en relación con el muchacho que ahí aparece. No lo juzgo, sino que vi cómo era, al igual que hice con Rómulo Betancourt. Fui creando la idea, y una vez que la creé, no tuve problema. Y eso que soy una persona bastante reservada, pero me gusta trabajar. Creí interesante que esta obra tuviera este añadido. Además, estaban las fotos de la familia, yo tenía memoria sobre lo que hablaba. 

¿Qué fue lo más difícil durante la realización de Rómulo resiste?

—(Piensa) Bueno, todo esto de la pandemia. Dificultó el acceso a los archivos de bibliotecas y hemerotecas. Pudimos acceder a la Biblioteca Nacional o a la Academia Nacional de Historia de Venezuela y archivos internacionales, pero con limitaciones. Por ejemplo, conseguimos audios muy buenos en la Biblioteca de Washington, que estaba cerrada. Todo fue por Internet, y acá en el país, fue en días muy específicos. Eso retrasó la película. 

Rómulo Betancourt
Durante la pandemia, fueron contados los días para visitar archivos. Cortesía Cinesa

No se pudo estrenar en Venezuela El pueblo soy yo. ¿Hubo temor de que Rómulo resiste no se pudiera exhibir en los cines?

—En esa oportunidad algunos asesores indicaron que el documental podría ser víctima de la Ley de Odio por cualquier cosa. No había clima para generar conflictos. Esa no era la intención con la película. Para evitar problemas personales al equipo, decidimos no arriesgarnos. Acá nunca sabemos qué se puede y qué no. Con Rómulo resiste no hay ningún temor. Claro, vivir en Venezuela siempre implica miedo, pero tomando en cuenta que no posee la actualidad de la anterior, nos permite tener una mirada histórica. No hay nada que pueda ser prohibido. Es una película que le va a gustar a muchos venezolanos. Cualquier joven que quiera verla, la disfrutará. Encontrará un país sobre el que no le han hablado. Verá un mundo que agradecerá. 

Sé que públicamente no, ¿pero hubo algún tipo de reacción desde el poder sobre CAP 2 intentos?

—Seguramente en Aporrea o en sitios así. No sé si los canales de televisión hicieron alguna crítica. No seamos ingenuos, hubo gente a la que no le gustó. Pero esa es la historia del país, así yo tenga una posición. También es normal que haya cuestionamientos a una película. No le puede gustar a todos.

¿Hay algún personaje ajeno a la política al que le gustaría trabajar en un documental?

—(Ríe) Bueno, no creo mucho en esas cosas, pero es mejor creer y no hablar. (Ríe) Después si uno comenta, la gente dice que en una entrevista Carlos le dijo a Humberto Sánchez que hará una película sobre Perón, por darte un ejemplo, y todavía no la ha hecho. Claro que siempre hay ideas, pero prefiero no dar un nombre. (Ríe).


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