La película venezolana se basa en casos registrados por la cineasta en varios liceos del país. Trata el tema del acoso y la violencia entre adolescentes en centros educativos.

Caracas. Carmen La Roche es la directora de Voy por ti, una película que se desarrolla en un liceo. En ese lugar, las dinámicas son tensas, como si no hubiera momento de sosiego. A pesar de la multitud del patio, los pasillos y los salones, predomina la soledad. 

Los jóvenes viven una etapa en la que quieren pertenecer a varios grupos sociales, pero a la vez están llenos de dudas, de miedos. La fuerza y el amedrentamiento son formas de imponerse sobre el que se considera más débil. 

El largometraje de la cineasta venezolana muestra a Marcos (Gregory Maldonado), un muchacho que colecciona insectos, una afición poco común entre sus compañeros. Luce tímido y torpe al querer acercarse a las jóvenes del instituto. La relación con su padre es distante y por momentos también tensa; su madre está pendiente de él, pero no es capaz de desentrañar más allá. 

Yorman (Santiago Osuna) es la contraparte. Es el “chico malo” del líceo. Tiene su séquito, no entra a clases, organiza fiestas clandestinas en lugares abandonados del recinto, es popular entre las adolescentes. A su edad, es padre, y el hijo está en casa cuidado por la madre, quien dejó los estudios.

La vida de ambos se entrecruza por Maryuri (Génesis Vernaza), una joven que en el liceo es pareja de Yorman, pero Marcos se enamora de ella. La tensión se incrementa cuando estos tres personajes empiezan a vincularse de una manera desafiante y altiva.

Carmen La Roche trata en Voy por ti temas como el acoso y el sexting en los colegios. Presenta un mundo que puede resultar sórdido, pero que incluso para los jóvenes protagonistas no es ajeno. Gregory Maldonado, por ejemplo, fue amenazado de muerte cuando estudió bachillerato, y Génesis Vernaza se valió de las experiencias de compañeras para interpretar a su personaje.

Voy por ti se estrena este viernes 21 de febrero en la cartelera nacional. El año pasado formó parte de la programación del Festival de Cine de Miami y también estuvo en el Festival del Cine Venezolano. También tendrá una exhibición especial en Suiza. 

Llega a las pantallas locales además en una semana en la que fue debate el tema del acoso en redes por lo ocurrido entre el entrenador Richard Linares y la bióloga Diana Duque.

Si en la vida adulta, entre personajes reconocidos, ocurren este tipo de hechos, imagina lo que pasa entre los adolescentes que están en plena formación. Piensa en la repercusión psicológica para los jóvenes, indica la directora, que en 2008 estrenó Perros corazones. También es realizadora de los cortometrajes Tres monos (2000) y El último Frankenstein (2004). 

Yorman y Marcos son interpretados por Gregory Maldonado y Santiago Osuna, respectivamente

Voy por ti es el resultado de una investigación que comenzó hace 10 años. ¿Qué la incentivó a trabajar este tema?

—Bueno, una vez estuve en un cineforo con psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud en el que tratamos el tema del duelo por la muerte de un hijo. Fue después del estreno de mi película Perros corazones. Me preguntaron por mi próximo proyecto. Tenía una idea que me venía sonando desde hace rato, vinculada con el acoso. La mayoría de los profesionales de la salud que estaban en la sala me comentó lo que estaba pasando en los liceos. Incluso, alguien me habló de un intento de suicidio.

El común denominador era el caso de chicas que le habían enviado fotos a sus novios y estos por venganza, cuando terminaban, subían las fotos a las redes sociales.

Comencé a investigar lo que pasa tanto en los colegios públicos como privados. Fui al liceo en el que estudié. Vi entonces a mis personajes: Yorman, que llega con una mujer en la moto; a Maryuri. Recordé también a los de mi época. Me pregunté qué adolescente fui en aquel momento. 

¿En cuál liceo estudió?

—En el José Manuel Núñez Ponte de Maripérez.

¿Qué diferencias encontró entre la época en la que fue estudiante y lo que vio durante la investigación?

—En el nivel de violencia. Reconozco a todos los personajes. Siempre está el chico que tiene el control, o el que es más atractivo para las chicas. Está aquel chico retraído, que puede ser menos atractivo, pero que resulta interesante cuando te acercas a conocerlo. En mi época uno se escapaba de clases. Llegué a hacerlo. Una vez fuimos al Ávila. Ese encuentro con la naturaleza, el despertar erótico de bañarse en un río. Saber que eres una chica y ellos son chicos. Es natural. ¿Pero dónde está la diferencia? Que la realidad se ha vuelto más dura y las redes sociales han hecho que la competencia sea más fuerte en lo que respecta a los casos de tratar de imponerse, de ser el más deseado, el más conocido o lo que tú crees que es ser famoso.

En la adolescencia es trascendental pertenecer a un grupo. El joven se define en función de la mirada del grupo. Cuando empiezas a definirte según tu mirada, es que ya creciste, es que estas madurando.

Y aparece una figura en tu película, que quizá poco asocian con la vida estudiantil: el pran. ¿Esa fue una figura que descubrió en su investigación?

La descubrí. En el liceo siempre está el chico que está en algo extraño. Estudié en un liceo público y todo el mundo sabía quién era el que andaba en malos pasos, quien podía vender drogas o que rozaba la delincuencia. Pero ahora vemos cómo la competencia es imponerte como un pran. Todo este asunto carcelario pasó a la vida pública, y en este caso, a convertirse en alguien que controla el liceo. Ese personaje es un fenómeno. El concepto del pran es un fenómeno social contemporáneo. Y no solo en Venezuela. Está el jefe de la mafia en México o en Colombia. 

Eliza (Andrea Levada) es una estudiante que es víctima de acoso en el liceo

¿Y cómo fue la dinámica con los directores de los colegios? ¿Abrieron las puertas sin problemas?

Sí, no tuve problemas porque era observadora nada más. Yo en ningún momento traté de involucrarme y romper el equilibrio de las actividades del liceo. El personaje que te comenté que llegó en moto venía de Pinto Salinas. Estacionó al lado de los carros de los profesores. Eso me llamó poderosamente la atención.

Voy por ti
El personaje de Marcos se enamora de Maryuri (Génesis Vernaza)

¿Qué espera que ocurra con el espectador cuando se estrene la Voy por ti?

Mira, Voy por ti muestra situaciones graves que ocurren en los liceos. Me sorprende que haya personas que saben lo que está pasando, pero no quieren hablar sobre el tema. Los adolescentes se sienten desolados y algunos creen que solo les pasa a ellos.

Fíjate lo que contó Gregory Maldonado en la rueda de prensa. Fue acosado y hasta amenazado de muerte. Me encantaría que la vieran los jóvenes para que se sientan identificados con los personajes y las situaciones para que reflexionen. 

En el caso de Gregory, descubrió lo que le había pasado en el liceo. Y Génesis, que afirma no tiene nada que ver con el personaje que interpretó, ha dicho que con el tiempo entendió a Maryuri…

—Es correcto. Ellos tienen que identificar lo más cercano. Recuerda que ellos no tenían ninguna experiencia como actores. Buscaron las referencias más cercanas. Con Génesis, en la primera lectura de su personaje, ella no lo entendía y hasta censuraba la actitud de Maryuri. Con el tiempo, la entendió desde el punto de vista psicológico. 

¿Cuáles serían esos vínculos psicológicos que encontraron con sus personajes

—Ver lo solos que estaban. Génesis vio la soledad Maryuri, una muchacha que trabaja en una peluquería. Estudia y trabaja, pero no puede hablar con su mamá, quien no la entiende y además está en otra cosa. No hay contacto emocional.

¿Esa relación con los padres que vemos en la película forma parte de lo recogido durante la investigación?

—Sí. Fíjate que en varios festivales me ha tocado hacer talleres de guion para jóvenes. Cuando me preguntaban qué estaba haciendo, les explicaba Voy por ti. Y una de las cosas que capté, y que además me hizo recordar mi época, es que en la mayoría de los casos los muchachos resuelven los problemas entre ellos mismos. Y te confieso, yo vengo de una relación de absoluta confianza con mis padres, pero en realidad cuántos casos yo resolví con ellos. Claro, yo no estuve en riesgo de muerte como los personajes de la película, pero muchos jóvenes me decían que si llevas a tu papá o a tu mamá al liceo, te rayas. Además, la ausencia de profesores se ha acentuado debido a la situación del país. El adulto ha tenido que resolver la supervivencia absoluta en un país que vive una circunstancia, una tragedia tan grave como la nuestra. 

Vemos a la madre de Marcos que espera cambiarlo de liceo, pero un liceo del que no sabemos nada. Solo lo vemos desde afuera. Delegar en otros ciertas responsabilidad…

—Las respuestas de los adultos suelen ser extremas. Si pasa algo en el liceo, lo saco. Creo que también hay un trabajo. Cuando me preguntabas qué esperaba que ocurriera con Voy por ti, agrego que también es para ver qué tan ausentes están los padres de la vida de sus hijos. En uno de los cineforos escuché a padres que dicen que se meten en las redes y tienen un personaje entre su grupo para ver qué hace. Me pregunto si eso es acercarse a los hijos. 

Se convierten en un espía…

—Exacto. Pero no te conviertes en el pana, en el amigo. ¿Qué tan cerca estás de tu chamo? 

¿Hay profesores que se han sentido cuestionados por Voy por ti?

—Muchos profesores han visto Voy por ti y me han dicho que ese tipo de docentes no lo quieren en el liceo, pero ninguno me ha dicho que no existen. Una cosa es que lo rechaces por lo que hacen, pero no pueden decir que no existen. Hemos tenido cineforos con educadores en los que hablan del modelo de educación ideal. Muchos desean que la educación cambie, que sea más participativa, pero muchos aceptan que hay quienes exponen su vida cuando se meten en los asuntos de los muchachos.

Los que trabajan en liceos públicos, en zonas vulnerables, saben de la existencia del pran y saben de muchachos cuyos padres están vinculados a colectivos violentos. ¿Hasta qué punto puedes ayudar a un muchacho si al  hacerlo expones tu vida?

Ha contado sobre un profesor que estaba armado en un colegio…

—Para mí fue muy difícil. De hecho, era profesor de Matemáticas. Cuando  fui a ese liceo, me acerqué al área donde estaban desayunando los profesores. Es decir, la misma cantina, solo que en otra zona diferente a la de los estudiantes. En zonas del liceo sentí ciertos riesgos, lugares en los que no era prudente estar solo. Un profesor me dijo, para que yo me sintiera segura, que no me preocupara que ellos sabían que él estaba preparado… Tenía una chaqueta de cuero y debajo de ella…

¿Eso fue en un liceo de Caracas? 

—Sí, en Caracas.

¿Puede decir cuál?

—No puedo.

¿Por qué una obra de ficción y no un documental después de toda esta investigación?

Te agradezco la pregunta. Yo siempre he hecho ficción. Son varias las personas que se me han acercado y que les parece que es un documental. Me honra porque una de las cosas que yo quería con Voy por ti era era ser invisible, que nosotros como equipo cinematográfico fuéramos invisibles en esta historia. Permitir la conexión absoluta de los personajes con el público y estar ahí, flotar entre ellos para mirar a escondidas, que no se sintiera que estábamos ahí. Sin embargo, si bien es válido un documental sobre este tema, creo que el poder de la ficción es mucho más masivo, mucho más pertinente a la hora de hablarle a los adolescentes sobre todo. Además, no se siente señalado. Quería que los jóvenes se miraran y eso me lo permite la ficción, con su estructura, con la música, con todo el empaque.


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