“Crié a mis hijos dentro de mi casa por la inseguridad y me mataron a dos”

Una madre relató que la delincuencia, en el sector IV de Mamera I, le arrebató a dos de sus cuatro hijos. El asesino del hecho más reciente estuvo detenido en Yare, pero salió

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. Un portarretrato con la foto de sus dos hijos asesinados adorna un mueble largo en la sala de su casa, donde hay varias imágenes de la familia. Ambas víctimas están en un marco con forma de corazón, donde se ven sus rostros demasiado jóvenes.

A su madre, quien por seguridad pidió no revelar su nombre, aún se le llenan los ojos de lágrimas al recordarlos, aunque ya pasaron 10 años del homicidio de su hijo mayor y cuatro años del segundo, en el sector IV de Mamera I, parroquia Antímano.

“Crié a mis hijos dentro de mi casa por miedo a la inseguridad y me mataron a dos. Aquí no salimos de la casa, siempre estoy encerrada por lo mismo”, detalló.

Recordó con pesar que quería mudarse a Maturín porque no le gustaba la zona, pero ninguno de los dos quiso irse. Y madre al fin, decidió quedarse en Mamera para no dejar a sus hijos “desamparados y a la deriva”.

“Si me hubiese ido para allá y me los hubiese llevado, a lo mejor la historia fuese otra. Pero ellos no se querían ir de Caracas y yo por no dejarlos tampoco lo hice”, sostuvo con resignación.

Edward Orta tenía 19 años cuando le quitaron la vida cerca de su casa. Fue a visitar a la novia, cuando oyó unos disparos y al asomarse fue obligado por un delincuente a decirle dónde estaba la persona a quien perseguía. El muchacho no sabía y el antisocial lo mató.

“Al homicida, que vivía en la zona, no lo vimos más porque parece que se fue a vivir a El Valle. Por ese caso no hubo justicia, eso se quedó así”, soltó la madre, con palabras cortas, que reflejaban lo duro que era para ella recordar ese momento.

Asesino de vuelta al barrio

A su segundo hijo, Oswaldo Orta, lo ultimó un amigo de la infancia, cuando tenía 26 años, también en Mamera I. Era escolta de un ingeniero en la obra donde trabajaba, quien le dio un arma para su cuidado con un porte legal.

Oswaldo le prestó la pistola a un amigo, para que fuera a una fiesta. “Supuestamente la policía le decomisó el arma a ese muchacho y mi hijo comenzó a insistirle que se la devolviera”.

Los problemas comenzaron desde ese momento, pues la víctima investigó con funcionarios y la pistola no había sido decomisada. “Un día una mujer llamó a mi hijo para que bajara, pero resulta que él lo estaba esperando para matarlo”, dijo, sin ocultar las consecuencias que implica portar un arma.

La tía de Oswaldo, quien vivía por ese sector, presenció el asesinato y durante un año estuvo buscando la manera de mudarse de ahí, porque tenía miedo de que ese sujeto tomara represalias contra ella por el simple hecho de ser testigo.

Alias “El Cotorro” fue el presunto responsable de este crimen y estuvo detenido -en la cárcel de Yare- varios meses, pero a oídos de la mamá de Oswaldo llegó el rumor de que canceló 300 mil bolívares a cambio de su libertad.

“Varias amistades me habían dicho que él iba a escaparse y la condición fue que no se metiera con mi familia”, comentó, mostrando un poco de seguridad ante el acuerdo verbal que tuvieron con él, para que no tomara venganza contra el resto por denunciarlo.

Agregó que aunque ella y su familia sienten tranquilidad de que “El Cotorro” no tomará venganza contra alguno, no bajará la guardia porque le quedan dos hijos vivos, una hembra de 28 y un varón de 17, por quienes vela para que no les pase nada.

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