De niño cantor en Villa de Cura a fundador de una orquesta sinfónica en el Valle Sagrado de los Incas

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A Urubamba, donde se encuentra una de las siete maravillas del mundo, el Machu Picchu, llegó un aragüeño para transformar, a través de la música, la vida de más de 300 niños del Cusco. Francisco Álvarez Évora es el fundador de la primera Orquesta Sinfónica y Coro Infantil del Valle Sagrado de los Incas, que lo hizo merecedor del Premio Mundial a la Excelencia Artística 2019.

Maracay. Al Valle Sagrado de Urubamba, el principal centro poblado y agrícola del imperio inca, en Perú, donde se encuentra una de las siete maravillas del mundo, el Machu Picchu, llegó en febrero de 2018 un joven aragüeño que, como muchos venezolanos, salió del país huyendo de la crisis y la persecución.

Francisco Álvarez Évora pisaba por primera vez esta provincia ubicada a 2400 metros sobre el nivel del mar, con apenas 29 años de edad y una amplia experiencia musical que cultivó desde los cinco años en la Escuela de música Ángel Briceño y, posteriormente, en el colegio Niños Cantores de Villa de Cura, en el que cursó estudios de solfeo, coro, dictado, armonía y piano.

Llegó al Perú víctima de la persecución política contra los jóvenes dirigentes de la oposición. Francisco Álvarez Évora, con apenas 24 años de edad, se había convertido en el único concejal de la oposición por el partido Primero Justicia en el municipio Zamora, en el estado Aragua, para el período 2013-2017. Las protestas de 2017 agudizaron el acoso y se vio obligado a salir.

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Con los Niños Cantores de Villa de Cura cursó estudios de solfeo. Foto: Francisco Álvarez Évora

En Lima lo esperaba su hermano y, como un designio divino, en los que cree profundamente, recibió una invitación para formar un coro infantil en Urubamba, una provincia a 24 horas por tierra de la capital peruana.

“Son esas misiones de Dios que todo lo conjuga”, dice al contar cómo años atrás un peruano que había sostenido un encuentro en España con el compositor madrileño Ismael Cuesta y el padre Salvador Rodrigo, director de los Niños Cantores de Villa de Cura, supo de su estadía en Lima y lo invitó a conformar un coro en una escuela del Valle Sagrado.

Esa labor fue breve. Algunos resquicios xenofóbicos resultaron altisonantes y decidió renunciar al cargo, pero no al sueño que ya llevaba entre las manos y que lo condujo a recorrer comunidades altoandinas para fundar la primera Orquesta Sinfónica y Coro Infantil del Valle Sagrado.

El bagaje musical de Francisco Álvarez Évora viene de familia, pero también de la perseverancia y  del amor que le profesó a la música cuando, a los 13 años, se convirtió en alumno preparador de la cátedra de órgano en la escuela de música, y en docente de teoría y solfeo y director del coro preparatorio de los Niños Cantores de Villa de Cura, considerado uno de los mejores coros infantiles del mundo y además patrimonio cultural del estado Aragua.

Con estudios superiores de música en la Universidad Nacional Experimental para las Artes, Unearte, y una licenciatura en Economía obtenida en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, en San Juan de los Morros, en Guárico, Álvarez Évora encumbró su sueño y, a finales de 2018, integró la Asociación Cultural Orquesta Sinfónica y Coro Infantil y Juvenil del Valle Sagrado.

Acá no existía cultura musical sinfónica, y crear esta oportunidad fue difícil. Fue un trabajo titánico poder transformar la vida de los niños del Cusco a través de la música. Después de año y medio, ya hemos atendido a 300 niños que se han incorporado a la orquesta y al coro”, dice emocionado.

Los comienzos fueron cuesta arriba. Así que Francisco Álvarez Évora supo que tenía que acercarse también a las instituciones y autoridades del Cusco para informarles y convencerlas de apoyar el proyecto, entre ellos, el gobernador provincial y el alcalde, quienes no dudaron en dar un espaldarazo al joven aragüeño. También visitó a la autoridad educativa de la provincia, que le cedió los espacios del colegio más antiguo del Cusco, cuya sede hubo de recuperarse.

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Más de 300 niños en el Cusco, Perú, se han incorporado a la orquesta. Foto: Cortesía Francisco Álvarez Évora

Allí, los niños y jóvenes hasta los 18 años de edad, junto con sus familias, elaboraron con cartón reciclado instrumentos a tamaño escala, con los que se iniciaron las clases de técnica instrumental, práctica orquestal y clases de canto.

Después, los padres adquirieron los instrumentos reales que cada niño escogió aprender. Las familias del Cusco son vulnerables y de escasos recursos, así que entre el director de la orquesta y un fabricante de instrumentos se logró un acuerdo para vendérselos a mitad de precio. Además, la asociación abrió un banco de donación de instrumentos que ha tenido gran receptividad.

Cuando tienes un sueño y lo compartes, ya no es tuyo

“Este sueño lo inicié yo, pero mucha gente se ha incorporado y cuento con el apoyo de los peruanos que aprecian y valoran el trabajo que hacemos”, se muestra orgulloso.

Álvarez Évora ya no sueña solo. Lo acompaña Mora Malbrán, una profesora de música que llegó de Argentina como turista y hoy es la vicepresidenta de la asociación y la directora del programa “Todos cantamos”, una herramienta que tiene como meta sembrar valores en los niños a través del canto y reforzar la metodología de enseñanza dentro de las escuelas.

Los niños y jóvenes de la provincia de Urubamba tienen una herramienta de transformación y superación a su alcance, como es la música, y hoy fueron parte de un día histórico para la provincia de Urubamba”.

Con estas palabras Francisco Álvarez Évora cerraba el concierto inaugural con el que quedó formalmente fundada la Orquesta Sinfónica y Coro Infantil y Juvenil del Valle Sagrado.

Fue el 28 de julio de 2019 en el templo San Pedro Apóstol de Urubamba, con la participación de los estudiantes de los diferentes programas de formación musical, como Coro Infantil, Mi Primera Orquesta y Todos Cantamos de la comunidad de Huilloc.

Cuatro meses después, Álvarez Évora dirigía nuevamente la orquesta en la celebración del 180 aniversario de la Benemérita Ciudad de Urubamba, evento al que asistieron representantes de la Comunidad Andina de Fomento y del Banco de Desarrollo de América Latina, quienes le ofrecieron al joven director el apoyo necesario para proseguir con el proyecto.

Hasta el presidente de Perú, Martín Vizcarra recibió al joven director aragüeño.

“Me alegré y me llené de orgullo como venezolano, cuando al presentarles el proyecto me dio las gracias en nombre del Perú”, cuenta emocionado este villacurano que en febrero de 2020 fue galardonado con el Premio Mundial a la Excelencia Artística 2019, otorgado por la municipalidad de Urubamba, la Unión Hispanomundial de Escritores, la World Nations Writers Union y la Motivational Strips, consideradas las más poderosas plataformas culturales del mundo.

Francisco Álvarez Évora sigue aferrado al sueño y a la esperanza de seguir trabajando por el bien común y por la transformación social a través de la música. Lo ratifica cuando algunos padres le agradecen por los cambios emocionales y por la disciplina que han percibido en sus hijos, desde que llegó a sus manos un instrumento musical.

Aunque la pandemia por la COVID-19 los ha obligado al aislamiento, la enseñanza no ha cesado. De manera virtual, los docentes siguen impartiendo clases y los niños encuentran en un instrumento musical una sana motivación durante el encierro.

Hay anécdotas –dice– que te van llenando de fuerza y motivación. Como la de una señora que confesó que llegó a la academia solo porque su hijo le insistió luego de ver en Facebook lo que hacemos. Hoy, con 12 años, es uno de los mejores tocando el violín, y su madre eufórica lo aplaude en cada concierto. La música transforma, sana, cura.

De eso se siente satisfecho y orgulloso, como al decir en cada concierto que es venezolano y que ahora también es del Perú.

Francisco Álvarez Évora tiene muy presente cómo llegó tan alto. Agradece a cada instante lo que le enseñó el padre Salvador Rodrigo, a los ocho años, tocando el piano en los Niños Cantores de Villa de Cura, y lo que aprendió en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.

“Nací en Venezuela y me siento orgulloso de donde vengo. Ahora soy de aquí y soy de allá, soy de donde me necesiten. Mi nacionalidad es el servicio”, dice Álvarez Évora, convencido de la alegría que representa para su gente en Aragua saber que deja en alto el nombre de Venezuela.

Perú ahora es su segunda patria, pues allí nació su única hija. Pero Álvarez Évora quiere regresar a Venezuela y seguir trabajando por Aragua.

En Villa de Cura quedan sus padres, y además está en deuda con su mentor, el padre Salvador Rodrigo, quien lo ha invitado a dirigir el concierto por el 50 aniversario de los Niños Cantores.


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