El documental registra cómo afrontó el sector cine en Venezuela la paralización durante la pandemia que comenzó en 2020. Sin embargo, deja a un lado a actores importantes de la dinámica del negocio
Caracas. Cuando en marzo de 2020 se anunció la cuarentena radical debido a la pandemia, la gente del cine en Venezuela, como la de todos los sectores, entró en un terreno incierto, en el que se desconocía la prolongación de la emergencia, así como la magnitud de las consecuencias debido al cese de la distribución de películas y el cierre de las salas.
El año de la persistencia es el documental que cuenta una perspectiva de ese período incierto, en el que el streaming se convertía casi en la única opción, a la vez que con el paso del tiempo empezaron las concesiones que permitieron un regreso paulatino a las salas, aunque con números poco alentadores.
Sergio Monsalve es el director de esta película de no ficción, que se estrena el 7 de julio en la cartelera nacional, mientras que Malena Ferrer es la productora. Cuando a mediados de 2021 se dio la oportunidad de realizar algunas exhibiciones, se les podía ver a ambos mientras grababan tomas de apoyo o hacían algunas entrevistas.
Es un largometraje testimonial con principal peso en la perspectiva de los exhibidores, distribuidores, productores, cineastas, críticos y periodistas. En El año de la persistencia, todos ellos coinciden en un contexto preocupante y poco alentador en el negocio, desde sus experiencias, detallan sus puntos sin caer en muchos casos en el derrotismo.
Entre los ejemplos citados están las exhibiciones de Gran Cine en la calle durante el confinamiento, que fueron sin dudas aliciente entre varias comunidades sin muchas opciones para distenderse.
Hay testimonio de figuras como Edgar Rocca, José Pisano, Claudia Lepage, Maurizio Liberatosciolli, Bernando Rotundo, Margot Benacerraf, Joe Torres, Tulia Monsalve, Odalín Martín, Iván Méndez, Simón Villamizar, Marcy Rangel, Arnaldo Espinoza, Rafael Urdaneta, Renny Naredo, Carmela Longo, Jorge Roig y Abdel Güerere. Este último presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas, quien expone los datos alarmantes sobre la caída del número de espectadores en las salas del país desde 2016.
A pesar del panorama, Sergio Monsalve, también crítico de cine y profesor, se vale de un recurso que apuesta a mejores tiempos a manera de renacimiento. Durante el metraje, sigue el embarazo de la segunda hija de Edgar Rocca, director y productor. El acompañamiento llega hasta el nacimiento de la bebé, cuyas imágenes forman parte del documental. Ese recurso le da un dinamismo que replantea el pesimismo de una realidad que no se puede obviar.
Ahora bien, El año de la persistencia llega a redundar en su exposición cuando los entrevistados coinciden reiteradamente en sus lecturas del contexto. Entonces, sus 72 minutos de duración se convierten en una reiteración de claves que quedan claras en su primera mitad. Hay una intención de llevar la película a otras aristas cuando se toca el tema de las plataformas de streaming, especialmente en las conjeturas sobre el futuro de la industria, pero no es suficiente para darle un dinamismo distinto.
Seguramente, también habrá espectadores que se pregunten por una parte fundamental en la dinámica de las salas de cine: el público. Se extrañan testimonios de aquellos anónimos que apenas vuelven a los cines caraqueños, o de los que antes de la pandemia iban, pero ahora no pueden por distintas razones, entre ellas el temor todavía a la COVID-19, o aquellos que invierten el dinero en las prioridades para la supervivencia en medio de la tragedia socialista. El interés por saber cómo ve películas aquel que antes formaba parte de las multitudes de Metrocenter, Sambil, El Recreo, Líder o Multiplaza Paraíso, por no mencionar los circuitos de zonas aledañas, por ejemplo, Súper Cines en La Cascada, Carrizal.
Otro detalle que puede incomodar es el trabajo de la cámara en mano, a la que se le suma ciertos detalles con el enfoque, que pueden desviar la atención de quien ve la película.
El año de la persistencia se encierra entonces en el círculo inmediato de sus realizadores, tanto profesional como personal, como ocurrió también en buena parte con sus documentales más recientes: Esto no es un apagón (2019) y Venezuela en cuarentena (2021), circunscritos a una mirada de las respectivas crisis desde un único contexto.
De los tres, el primero es el mejor logrado, pues se afianza su intención de exhibir desde un punto de vista íntimo esos días aciagos de marzo de 2019, cuando ocurrió el apagón prolongado que afectó a casi todo el país de manera general. De hecho, es elogiable el ímpetu de tomar la cámara y dejar constancia de un hecho histórico más de la tragedia.
El año de la persistencia se inscribe como el primer testimonio en cine de una etapa muy agobiante para el sector, ya preocupado por los números previos a la pandemia. Sin embargo, es víctima de un discurso que llega un punto en el que merodea en sus objetivos una vez son alcanzados, atado a las impresiones de su elenco más cercano, que no es el único en el universo del negocio del cine en Venezuela.
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