Los botes de aguas negras y las alcantarillas sin tapa han ocasionado lesiones en trabajadores y visitantes del terminal.

Maracaibo. Al menos 10.000 transportistas llegan y salen a diario del terminal de transporte terrestre de Maracaibo, ubicado en la avenida Los Haticos, muy cerca del casco central de la ciudad. Todos deben realizar sus actividades diarias entre el mal olor y la basura, y, eso sí, con los ojos bien abiertos para no ser víctimas de la inseguridad.

Hace un mes que la dirección del terminal no asegura la limpieza de los hangares

Recorrer el terminal de Maracaibo y sentirse seguro es una sensación que, para los marabinos, ha quedado en el recuerdo. Así lo confirmó Orlando Suárez, vendedor de boletos para Caracas desde hace más de 35 años.

Uno llegaba aquí y se sentía seguro, a gusto. Se podía trabajar tranquilo y, aunque había sus detalles, aquí siempre se peleó por el pasaje no por la limpieza. Pero este año ha sido el peor, hay aguas negras por donde quiera, los policías se la pasan echando cuento en vez de cuidar a la gente y hay cada cerro de basura que lo que da es miedo, esa época bonita se acabó”.

La sala de espera era el área más limpia y segura de la terminal. Hoy es un termómetro de valentía para el que se atreve a sentarse unos minutos en ella. Claro, sí encuentra dónde hacerlo, porque de 74 sillas que había, solo hay 18 y en mal estado. Sin contar que está area dispuesta para la comodidad del pasajero no tiene luz ni aire acondicionado, solo basura y mal olor. Por otra parte, los baños llevan siete meses inhabilitados.

Baños clausurados y techos en mal estado reinan en el terminal

Víctor Mateo, transportista, aseguró que todos los días se hace limpieza manual en los hangares; sin embargo, este último mes no se ha hecho.

“Desde que comenzaron las lluvias aquí no se pasa una escoba. Fíjese en las alcantarillas, están sin tapa. Ahí a diario caen al menos dos personas. La semana pasada una señora se fracturó el pie porque se le quedo metido y como venía un carro lo forzó. Para nosotros es difícil, porque se nos dañan los cauchos y estar aquí cargando pasajeros es fregado porque huele muy mal”.

Alcantarillas incompletas

Escabiosis, manchas en la piel, neumonía e infecciones intestinales son algunas de las enfermedades que ya han reportado algunos trabajadores de las líneas de expresos. Juan Prieto, vendedor de boletos para Mérida, dice: “Yo tengo sarna y me ha dado dos veces neumonía por estar parado aquí vendiendo, porque este punto es por donde entra el pasajero y donde uno puede medio trabajar. En el fondo es peor y cuando llueve ni hablar, esto se inunda”.

La falta de efectivo y la deficiencia en todo el sector transporte han llevado a menos a las empresas. Según cifras extraoficiales, 26 compañías prestadoras de este servicio decidieron cerrar, solo quedan unas 18 operativas. Y se calcula que aproximadamente 2000 personas han quedado sin empleo, entre trabajadores formales e informales. Carmen Urdaneta trabajaba como vendedora para una línea de expresos, ahora vende café en el terminal.

Ellos me botaron porque no me podían pagar, dejaron a una sola muchacha y hace dos meses cerraron. No hay efectivo, se va la luz y no hay punto, y no hay buses para viajar, es duro trabajar así, ahora vendo café para rebuscarme, pero aquí no hay vida”.

Un poco de historia

Desde la década de 1970 el terminal, ubicado entre las avenidas Las Delicias y Los Haticos, está en funcionamiento. Fue una de las obras inauguradas por el Cuatricentenario de la ciudad. Con el paso de los años, fue perdiendo vigencia. Hoy está colapsado de problemas, subsistiendo.

Fotos: Mariela Nava


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