EN FOTOS | El HUC, un ícono de la Ciudad Universitaria que arrastra la crisis hospitalaria del país

Muchas áreas del hospital están cerradas por las condiciones de los baños y la falta de agua, como el área de hospitalización de gastroenterología. En Neurología “cada tanto atienden a ciertos pacientes”, según voceros del sindicato del HUC. En Urología solo dan 10 citas a las personas que lleguen más temprano.

Caracas. El Hospital Universitario de Caracas (HUC), conocido como un ícono de la Ciudad Universitaria y pionero en la formación de nuevas generaciones en el área de la medicina, está trabajando al máximo de su capacidad aunque las camas de todos los servicios no estén repletas: las pocas que hay habilitadas, se ocupan. Los pocos insumos que llegan, se usan. Y el poco personal que queda, atiende a los pacientes.

El lobby de este principal centro de salud universitario ha sido un punto de protesta para el personal sanitario en los últimos meses. Las peticiones siempre están basadas en salarios dignos, beneficios, HCM, servicio funerario y falta de protección ante la COVID-19. Más allá de esas carencias básicas, hay una infraestructura que afecta el trabajo diario, como que ninguno de los 11 ascensores sirve, los baños están fuera de servicio o los vestuarios para los empleados están repletos de basura y oscuros.

Vestidores de enfermeras ubicado en sótano. Foto: Tairy Gamboa

El mayor movimiento de personas en el HUC es en la mañana. En la tarde el hospital queda prácticamente solo porque casi ninguna especialidad tiene consultas en ese turno, algo que no era así en el pasado. El ritmo de trabajo tampoco es como antes, por ejemplo, ya no se hace la cola larguísima de carritos de comida en el pasillo donde está la cocina para llevarle el menú a los pacientes hospitalizados.

Foto: Tairy Gamboa

Una cartelera que está en la cocina tenía pegado un papel con la comida que se iba a servir el pasado 11 de agosto.Desayuno: bollitos + cereal con leche (todos), escribieron seguido del almuerzo, que sería pasta con sardina, y de la cena, arroz con frijol chino. Para los próximos días, entre el 12 y el 15 de agosto, no cambiaba mucho el menú, solo le agregaron minestrone e hicieron la acotación de que algunos bollitos los iban a servir aliñados.

Foto: Tairy Gamboa

Julia*, una trabajadora de la cocina del hospital, contó que la comida se está botando. Los pacientes arrugan la cara y con las manos le imploran que no les sirva el minestrone que siempre hacen. Ella entiende y se va de la habitación. “Usamos tanto esos frijoles chinos que siento que todo me huele a tierra”, manifestó y agregó que en el turno de la tarde a veces no le dan ningún tipo de proteína a los pacientes.

La mayoría de las veces traemos los aliños y la sal de nuestras casas. Nos da dolor servir esa comida así sin nada, lamentó Julia mientras servía en unos potes de anime un minestrone que iba a llevar a los pacientes de COVID-19. Los acumuló todos en una bandeja y comenzó a bajar las escaleras poco a poco porque el ascensor no funciona.

Foto: Tairy Gamboa

En el piso de arriba de la cocina se encuentra el servicio de Cardiología, que está parcialmente cerrado porque se restauró hace poco, y Medicina 1, donde hay una habitación común para hombres y otra para mujeres.

Aquí hemos traído desde la inyectadora, los materiales desechables y hasta algunos medicamentos, contó un familiar de Carlina Centeno, paciente hospitalizada desde hace dos meses. En esa habitación se han puesto de acuerdo para ver a quién le toca limpiar, quién hace el café y quién está pendiente del baño.

Foto: Tairy Gamboa

Zoraida Espinoza, familiar de una paciente que está diagonal a Carlina, contó que vive en Guarenas y a su hermana le dio un infarto. Recorrieron muchos hospitales de su comunidad y en todos la desahuciaron. Logró conseguir que un amigo las trajera a Caracas y fue directo para el HUC, pero lo primero que le dijeron es que no había cama.

Me explicaron que solo nos podían dejar en una silla y acepté. Poco a poco nos fuimos moviendo hasta que nos subieron a esta cama, explicó Zoraida.

La noche que intentaba ingresar al hospital, el hermano de Zoraida le dio un billete de 100 dólares y en 24 horas solo le quedaban 9 dólares. Casi todo lo gastó en exámenes de laboratorio que no hacen en el hospital por falta de reactivos. No aceptamos la comida que dan aquí, solo el fororo. Días como hoy, mi hermano me da 5 dólares y con eso compro unas empanadas. No comemos más nada, contó.

Foto: Tairy Gamboa

El HUC fue de referencia nacional e internacional por la formación y capacitación de jóvenes en medicina por el nivel docente y de investigación que tiene. Pero en los pasillos se escucha que los estudiantes que llegaron se quieren ir a penas terminen el postgrado. O en el caso de Mirela*, una enfermera joven de Medicina 1, manifestó que está muy agotada porque tiene que atender ella sola a 18 pacientes, cuando lo normal sería máximo tres.

Un paciente me dijo que yo estudié para esto y es verdad. Yo amo mi trabajo, pero me siento física y psicológicamente cansada. No puedo dedicarle tiempo a todos como me gustaría, reflexionó Mirela.

Foto: Tairy Gamboa

Muchas áreas del hospital están cerradas por las condiciones de los baños y la falta de agua, como el área de hospitalización de gastroenterología. En Neurología cada tanto atienden a ciertos pacientes, según voceros del sindicato del HUC. En Urología solo dan 10 citas a las personas que lleguen más temprano y en la puerta del servicio escriben no hay cambio de sondas: motivo pandemia. Solo estrictamente emergencias.

Foto: Tairy Gamboa

La terapia neonatal se quemó hace años y permanece cerrada. La emergencia de niños que estaba en planta baja está cerrada y se improvisó una atención en el piso nueve, cuyos casos graves tienen que subirlos cargados por las escaleras o por la rampa del hospital. Otros servicios cerrados son cardiología infantil, micología, bacteriología y cirugía plástica.

La crisis hospitalaria se refleja en otros centros de salud de Caracas, como el complejo Dr. José Ignacio Baldó en El Algodonal o en el hospital Dr. José Gregorio Hernández en los Magallanes de Catia. Las denuncias de los trabajadores parte de las fallas en los servicios públicos, especialmente agua y luz, en el estado de la infraestructura que ha llevado al cierre de servicios de gran importancia, a la falta de insumos médicos y a los salarios que reciben.

*Los nombres son ficticios para proteger la identidad de los trabajadores

Foto: Tairy Gamboa

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