Enterrar a los difuntos en Maracay es una agonía para los familiares

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Los dos únicos cementerios de la ciudad colapsaron, mientras que un crematorio construido hace 10 años no tiene los permisos para funcionar. Los costos de los servicios funerarios son muy elevados, y las pocas funerarias aún activas deben sobrevivir ante la escasez de materia prima para elaborar las urnas.

Maracay. Aquel pasaje bíblico en el Evangelio de Mateo en el que Jesucristo le decía a uno de sus discípulos: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” cobra fuerza en Venezuela, en donde los entierros representan una agonía para los familiares de los difuntos, por los elevados costos de los servicios funerarios, la escasez de urnas y, sobre todo, de fosas en los cementerios.

Este sábado 2 de noviembre se conmemora el Día de los Difuntos. Enterrar a un difunto siempre ha sido considerado una obra de misericordia y demostración del deber y amor por el familiar. Pero cada día se complica más a los deudos ponerlo por obra.

En la capital del estado Aragua, por ejemplo, apenas existen dos cementerios: La Primavera y El Metropolitano, pero en ninguno se puede enterrar a un muerto. En el primero, que data de 1915 y cuya extensión va desde la calle Mariño hasta el barrio Santa Rosa de Maracay, no hay lugar. Fue clausurado hace más de tres años, y en ese tiempo los cientos de tumbas y mausoleos han sido objeto de vandalismo y profanación.

El cementerio La Primavera forma parte del Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano realizado por el Instituto del Patrimonio Cultural. Pero la maleza y los panteones desmantelados por el tiempo, y ante la desidia oficial, contribuyen a esa imagen de deterioro que se percibe por doquier, pese a los tímidos esfuerzos que una vez al año realiza la Alcaldía de Girardot.

La desidia y el abandono caracterizan los cementerios. Foto: Gregoria Díaz.

En un operativo de desmalezamiento realizado por la municipalidad a finales de octubre, quedaron a la vista y con evidente deterioro esculturas, estelas, monolitos, objetos ornamentales de cierta calidad estética, capillitas velatorias, figuras y cruces de formas diversas y llamativos colores que reflejan el cariño familiar o el fervor religioso y que apenas subsisten. También a cielo abierto, cientos de tumbas profanadas, práctica macabra que se agudizó entre 2017 y 2018.

El  11 de octubre pasado, una comisión del Cicpc localizó una fosa común en la que fueron lanzados, por lo menos, 18 cadáveres.

La Primavera es un valioso documento acerca de la historia de la ciudad, por lo menos la de casi todo el siglo XX. Allí se hallan, sobre todo, los restos de personajes de distinta condición social que a su modo aportaron su grano de arena para construir esa historia. En él reposa la mayoría de las víctimas que dejó la llamada Revolución de Octubre en 1945. También, los Girón, miembros de una de las dinastías de toreros más importantes de América, y el general Juan Vicente Gómez, que yace junto a los suyos en el panteón familiar, obra de Antonio Malaussena (1919), el cual se alza imponente en un terreno aledaño: juntos pero no revueltos”, describe Pedro Hernández Sabatino, especialista en Museología.

El cementerio Metropolitano, por su parte, regentado por la Alcaldía de Maracay a través de Funerarias y Cementerios de Maracay (Funcemar), ya no cuenta con espacio físico para nuevas fosas. De allí que muchos de los cadáveres deban ser trasladados a cementerios cercanos, aunque sin garantía de encontrar fosas disponibles. Incluso, los sepultureros exigen que para enterrar en un cementerio fuera de la jurisdicción del municipio Girardot, el certificado de defunción debe señalar que el difunto vivía en esa localidad.

Aunque el recientemente designado presidente de Funcemar, José Marcano, anunció un nuevo plan de reorganización y adecuación, este solo incluye la sede de la empresa Funerarias y Cementerios de Maracay, ubicada en pleno centro de la ciudad, y en donde funcionan las capillas velatorias.

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La Alcaldía de Girardot hizo un operativo de limpieza en el cementerio La Primavera. Foto: Gregoria Díaz.
Hasta para morirse hay que hacer cola

La cremación sigue siendo la alternativa que tienen los familiares de los difuntos para darle un último adiós, aunque esta práctica se considere en muchos casos contraria a las creencias religiosas de los venezolanos. Por tradición, los católicos privilegian el rito del entierro.

La Iglesia, aunque autoriza la cremación “por razones de tipo higiénico, económicas o sociales”, sigue prefiriendo la sepultura de los difuntos. De hecho, la Congregación para la Doctrina de la Fe redactó en 2016 un nuevo documento con el nombre de “Instrucción Ad resurgendum cum Christo”, en el que pone orden ante las nuevas prácticas tanto de sepultura como de cremación, consideradas “en desacuerdo con la fe de la Iglesia”.

“La Iglesia, en primer lugar, sigue recomendando con insistencia que los cuerpos de los difuntos se entierren en el cementerio o en otro lugar sagrado. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin. No está permitida la conservación de las cenizas en el hogar, esparcir las cenizas o dividirlas entre familiares”, reza el documento.

Aun así, la cremación representa actualmente la única alternativa que tienen los familiares para dar descanso final a sus difuntos. En Maracay, sin embargo, no existe un crematorio.

En 2008, durante la gestión del coronel Humberto Prieto como alcalde de Maracay, se construyó en el cementerio Metropolitano un crematorio con dos hornos que, por no contar con los requisitos exigidos por el Ministerio del Ambiente y Salud, nunca ha funcionado. Particularmente, no cumple con los parámetros ambientales exigidos en las normas sobre la Calidad del Aire y Control de la Contaminación Atmosférica, Decreto N° 638 del 26 de abril de 1995, y que tiene por objeto establecer las reglas para el mejoramiento de la calidad del aire y la prevención y control de la contaminación atmosférica producida por fuentes fijas y móviles.

En abril de 2018 la funeraria Vallés, en alianza con el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (Ipsfa), anunció la construcción de un complejo funerario llamado Parque Jardín, que contaría con un servicio crematorio. El Ipsfa donó 67.000 metros cuadrados de terreno.

Este proyecto contaría con dos hornos crematorios, uno para desechos patológicos, una morgue refrigerada para mantenimiento de los cuerpos y una morgue para la preparación de cuerpos. Todo fue prometido para tres meses después de colocada la primera piedra.

La fase inicial del cementerio de cenizas o restos fue ofrecida para octubre o noviembre de 2018, luego de que se concretaran los permisos correspondientes, de acuerdo con lo que registraron los medios de comunicación aragüeños en aquel momento. Pero a la fecha los familiares de los difuntos que optan por la cremación deben trasladarse hasta San Joaquín, en el estado Carabobo, donde está ubicado el crematorio más cercano. El crematorio de Los Teques, en el estado Miranda, es la otra opción, pero significa costos más altos de traslado para los familiares de los difuntos.

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Los crematorios no funcionan. Foto: Gregoria Díaz.

A ello se le suma que, ante la gran cantidad de servicios solicitados, los deudos deben esperar hasta dos y tres días para la cremación.

Los elevados costos de un servicio funerario y la escasez de urnas por la falta de materia prima también limita los entierros. De allí que muchos cadáveres permanezcan en la morgue, pues sus familiares no cuentan con los recursos para costear un entierro y tampoco una cremación.

En Maracay apenas funcionan unas 11 funerarias y todas padecen la escasez de urnas y de carrozas, en su mayoría inoperativas por la falta de repuestos. En 2018 el presidente de la Asociación Profesional de la Industria Funeraria (Asoproinfu), Javier Montoya, advirtió que Sidor no estaba produciendo las láminas de acero pulido que requieren los fabricantes de féretros.

Unas 15.000 toneladas de láminas de acero era el requerimiento mensual de las fábricas, cuyos costos son impagables, ya que están calculados con base en el dólar. Por ello, los pocos fabricantes de urnas que aún persisten deben utilizar materiales de menor calidad como el MDF.

Las urnas las mandamos a hacer con carpinteros, que optan por elaborarlas con lo que consigan”, explicó el propietario de una reconocida funeraria del centro de Maracay.

El costo de un servicio funerario es de aproximadamente 2,8 millones de bolívares, y no incluye el precio de las fosas, pues el único cementerio abierto que queda en la ciudad, no tiene. La cremación cuesta alrededor de 4,9 millones de bolívares y debe realizarse en Carabobo.


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