Eduard José Moreno Maicano bailaba en el bulevar de Sabana Grande y vendía café y cigarrillos en la avenida Casanova. Aunque contaba con antecedentes penales, sus familiares sostienen que no era una persona violenta.

Caracas. “¿Tu esposo era bailarín?”, pregunta una jueza desde el Palacio de Justicia a Joshay López. “¿Cómo que era?”, responde ella.

A Eduard José Moreno Maicano, de 23 años, aseguran sus familiares, lo mataron unos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) el pasado 21 de octubre por la avenida Casanova, a la altura de centro comercial el Recreo. “Esa madrugada escuchamos disparos y empezó el rumor de que habían asesinado a cuatro personas”, dice una amiga de la víctima.

El hecho se remonta a la mañana del sábado 20 de octubre. Moreno y López se despertaron temprano en su habitación en el Hotel Luna, en Sabana Grande, donde tenían más de un año viviendo juntos y se separaron para realizar sus labores cotidianas. Ambos eran vendedores ambulantes de café y cigarros y, además, eran cocineros para los trabajadores de la tienda Traki de San Agustín. Se turnaban las responsabilidades. Ese día, ella fue a comprar los alimentos, mientras que él fue al bulevar de Sabana Grande a vender su mercancía. Cuando López regresa a su residencia ve, desde lejos, que a su pareja lo estaban esposando y llevando a la comisaría de la PNB a la altura de El Recreo. Inmediatamente, se dirige hacia el lugar para averiguar por qué estaban deteniendo a su marido. Sin embargo, no obtiene respuesta y ella también es apresada.

“Ustedes son unos ladrones”, recuerda López que le dijeron los policías. Denuncia que una mujer la golpeó en las costillas y le jaló el cabello.

Nosotros no habíamos tenido problemas con ellos. Normalmente, cuando estamos trabajando en la calle nos decían que nos resguardáramos unas horas y les hacíamos caso. Pero esta vez, lo desaparecieron y lo mataron, insiste.

A López la sacan de la comisaría el martes y la trasladan al Palacio de Justicia, donde le explican que su esposo estaba desparecido y que ella no sería acusada por ningún delito. Solo debía cumplir con un régimen de presentación por 30 días. Sus familiares le dicen que Moreno había muerto, pero ella no lo creía. Se dirigieron hasta la morgue y corroboraron que el cuerpo había ingresado al lugar. Allí, les informaron que el cuerpo había recibido seis disparos por presuntamente enfrentarse y resistirse a la autoridad.

El padre de la víctima asevera que tenían un ensañamiento contra su hijo y sus compañeros de baile. No duda en denunciarlo porque cuenta que Moreno llamaba tres o cuatro veces a su mamá durante la semana para decirle cómo la policía los reprimía o se burlaba de ellos. Este joven era una persona con afinidad a las artes. Todos los días, a las 3:30 p. m. se reunía con su grupo de baile y ofrecían un espectáculo en pleno bulevar de Sabana Grande.

“La gente se sentaba en los banquitos esperando el show”, dice López. Por su parte, su padre —quien admite que no le encantaba el oficio de su hijo, sino que más bien le reiteraba que fuera médico, doctor, ingeniero, o hasta policía— no aprueba la actuación de la PNB.

El hecho de que tu trabajo sea en la calle no significa que seas un hampón. No te voy a negar que mi hijo era mi dolor de cabeza. Hacía muchas tremenduras, hasta conmigo se metía. Me quitaba algo de plata o comida, pero nunca le vi un arma. Nunca hirió físicamente a nadie. Él quería cambiar esas actitudes, de hecho, estaba asistiendo a unas charlas en una iglesia cristiana, comenta el papá.

Moreno estuvo detenido en Delta Amacuro por hurto de unos productos mientras trabaja como ayudante de un transportista de mercancía hace cinco años, cuando recién cumplía la mayoría de edad. Estuvo 45 días preso. Sin embargo, no cumplió con el régimen de presentación, por lo que tenía un expediente abierto. “Eduard era una persona tremenda pero también era un alma libre. Quería regresar a Puerto La Cruz. Allí nació él y tenía planes de conformar una familia”, expresa el papá.

Según cifras del Monitor de Víctimas —un proyecto de data periodística— 301 personas fueron asesinadas a manos de los cuerpos de seguridad durante un año en Caracas —entre mayo de 2017 y 2018—. El Cicpc y la PNB lideran los asesinatos, con 133 y 130 ejecuciones, respectivamente. Es decir, entre ambos cometieron la mayoría de las ejecuciones (87, 3 %) nada más en la capital.


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