Familias se dedican a la agricultura sustentable en casa gracias al programa Huertos Familiares

Las familias en condiciones vulnerables en zonas rurales y con espacios en sus casas son el objetivo del programa Huertos Familiares que se encargan de capacitar y educar sobre la siembra y cosecha.

“El conocimiento que me dieron me quedará para siempre”, contó Gerany, residente del sector La Unión en Altagracia de Orituco, estado Guárico, y beneficiaria de uno de los talleres que la organización Acción Campesina imparte a familias en situación de vulnerabilidad para enseñarles a construir un huerto en sus hogares, donde siembren y cosechen sus propios alimentos.

La capacitación es parte del proyecto Huertos Familiares, donde los facilitadores les enseñan a habitantes de zonas rurales sobre la tierra y su potencial, y los estimulan a practicar la agricultura sostenible. Su coordinador, el ingeniero agrónomo Diego Diamont, dijo a Crónica.Uno que al menos 5045 familias han sido beneficiadas gracias a los 790 talleres de Huertos Familiares, impartidos en 270 comunidades de 22 municipios del país.

Cosecha del huerto en el municipio Monagas, estado Guárico. Foto: Cortesía.

Actualmente tienen presencia en los estados Zulia, Mérida, Guárico, Miranda y Monagas.

Huerto sembrado en el municipio Iribarren, estado Lara. Foto: Cortesía.

Jesús Suárez, promotor social de Acción Campesina en el municipio Guaicaipuro, del estado Miranda, explicó que para seleccionar a los beneficiarios realizan un estudio socioeconómico y así pueden conocer las condiciones en las que viven las familias, identificar si cuentan con espacios para la siembra y sobre todo si tienen “la voluntad de dedicarse a sembrar”.

Agregó que se trata de un programa enmarcado dentro de la asistencia humanitaria, que motiva a la participación colectiva de la comunidad, y tiene como finalidad mejorar el estilo de vida de esos hogares.

Cosechas de los huertos en el municipio Mara, estado Zulia. Foto: Cortesía.

Para Gerany, cuyo principal sustento era vender tortas por encargo, la experiencia le ha ayudado no solo a mejorar su economía, sino a adquirir una alimentación más saludable: “Aprendí a cultivar la tierra, a no verla como algo tan comercial, solo con el fin de explotarla como un negocio”.

Conocimiento que se multiplica

Gilda Guedez, profesora de panadería y costura en el centro Don Bosco del sector La Estrella, en Los Teques, nunca pensó que la agricultura la apasionaría tanto como a su esposo. Asistió a un taller de Acción Campesina junto a algunas vecinas por curiosidad, y luego terminó llevando a sus compañeros de trabajo al programa para que aprendieran a cultivar sus alimentos y se enamoraran del proyecto tanto como ella.

Cosechas del huerto en el municipio Guaicaipuro, estado Miranda. Foto: Cortesía.

“Hemos sembrado pepino, berenjena, lechuga, perejil, repollo, calabacín, cebollín, ajo, etc. No lo comercializamos porque con esto en casa no tenemos necesidad de comprar nada por fuera. Aprendimos a preparar la tierra para sembrar, la clara de huevo les da calcio y la borra de café fortalece el crecimiento de las plantas”, contó.

El proyecto Huertos Familiares no solo ofrece conocimiento teórico de cómo fortalecer la siembra, preparar la tierra y cuidar la cosecha durante la sequía, sino que también facilitan a las familias algunas herramientas para trabajar en su propio huerto.

Agua y saneamiento

Acción Campesina, una organización con más de 30 años de trabajo en la acción social, ha buscado ampliar sus actividades de formación y tener impacto en otras áreas. En mayo del 2021 nacieron los proyectos de formación psicosocial, para educar a las comunidades sobre su entorno para una mejor convivencia entre vecinos. En agosto del 2023 inició el taller de salud sexual y reproductiva para formar a las comunidades de cómo vivir una sexualidad sana, con el conocimiento y las herramientas necesarias.

Familias del municipio Guajira, estado Zulia con Kist de higiene. Foto: Cortesía.

Para el proyecto wash, un equipo dirigido por un ingeniero hidráulico evalúa a las familias y sus hogares y, de acuerdo a sus necesidades, los dotan de recursos para mejorar el suministro de agua o acondicionar sus baños.

Ese fue el caso también de Gerany. En su vivienda, donde reside con su esposo y tres hijos, usaban un pozo séptico para hacer sus necesidades fisiológicas, hasta que un día el pozo colapsó. “Me ayudaron a reconstruir la sala de baño y con las tuberías de aguas blancas y negras, estoy muy agradecida”, expresó. En su comunidad también abordaron el componente de apoyo psicosocial y de salud sexual y reproductiva, a través de conversatorios y talleres, para brindar a las familias un mejor entendimiento de su entorno y de su propia intimidad.

“Cuando logran cosechar lo sembrado, cuando reciben talleres en el área de protección social, salud sexual y reproductiva o cualquier otro beneficio como los kits de higiene, se entiende que la familia se benefició del programa en forma integral y la meta se cumple”, dijo Diego Diamont.

Comunidad del municipio Guaicaipuro con Kits de higiene. Foto: Cortesía.

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