La compra de productos de origen colombiano que presentan una etiqueta distinta de lo que realmente son ha causado pérdidas millonarias entre los productores agrícolas de los Andes venezolanos.

San Cristóbal. Difícil situación viven los agricultores de la zona andina del país, pues deben rogar a Dios que los productos que compran sean originales. Y es que recientemente se pudo conocer que en el estado Mérida un agricultor perdió más de 20.000 dólares en semillas a causa de un fungicida adulterado. 

Alfonso Morales, agricultor de la zona de Bailadores, explicó que la familia dueña del invernadero lleva más de una década sembrando semillas de invernadero, por lo que cuentan con una amplia experiencia en el manejo de este tipo de productos. 

Comentó que tras adquirir el producto, etiquetado con el logo de Agropatria, los agricultores rociaron el fungicida y al poco tiempo notaron que las semillas se fueron quemando. 

Fueron más de mil bandejas de diferentes semillas. De tomate, repollo, cebolla, pimentón, y todo se perdió”, añadió.

Denunció Morales que los dueños de las semillas reprochan a los propietarios del invernadero dónde se estaban germinando las mismas y ellos solo saben que el fungicida agrícola no era tal, sino un herbicida, pues quemó todo lo que tocó. 

Se presume que fue un cambio de etiqueta o un error de la empresa, porque el fungicida no actúa de esa forma. Se han probado en otros productos y hace lo mismo, quema la hierba”, indicó.

Aunque los propietarios del invernadero no cuentan con esa astronómica suma de dinero ($20.000), ya han conversado con los dueños de esas semillas y establecieron un acuerdo para reponerlas. 

Cultivando las semillas 

Destacó que hay semillas sumamente costosas, tales como la de tomate, cuyo precio está por sobre los 500 dólares, mientras que las de cebolla y pimentón pueden llegar a los 200 dólares la lata. 

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Los daños por la pérdida de las semillas se calculan en 20.000 dólares. Foto: Cortesía

Morales calificó como lamentable el hecho de que la familia Ceballos, propietaria del invernadero, se haya visto afectada por la negligencia de la empresa encargada de vender el producto, además de los agricultores que tenían sus semillas germinando y cuya cosecha está en riesgo, dada está situación. 

Son productores a los que nosotros les compramos las semillas y trabajan a la perfección. No es justo que por culpa de un insumo agrícola falsificado y de personas inescrupulosas que quieren lucrarse con el trabajo de los campesinos… Hicieron un gran daño, porque ya las tierras estaban trabajadas para estas semillas”, sostuvo.

Aseguró que la mayor pérdida es la de la siembra de repollo, cuyas semillas ya estaban listas para ser sembradas, además de que es muy escasa en el país: “Esa gente está desmoralizada”.

Sobre la respuesta que dieron los dueños de la agropecuaria, Morales afirmó que se hicieron la vista gorda, razón por la cual el caso ya está en manos de la Fiscalía del Ministerio Público y demás entes competentes. 

“No se ha hecho mucho, pero han recibido el apoyo de los agricultores”, subrayó. 

Se estima que en unos seis meses es cuando se podrá ver luz en este invernadero, ya que antes de volver a sembrar deben descontaminar tanto la tierra como el ambiente. 

Proceso sistemático

Explicó Morales que el fungicida Curacarb previene la proliferación de plagas e insectos y protege la planta. 

Se usa en los invernaderos para proteger las semillas. Eso que se le aplicó no era eso, era otra cosa adulterada. Lo que hizo fue quemar la semilla”, aseguró el agricultor.

Indicó que en el páramo merideño no es la primera vez que ocurre, ya que en zonas como Mucuchíes se han perdido cosechas enteras de ajo a causa de estos químicos adulterados. 

De Colombia

Gerson Pabón, representante de Fedeagro en el Táchira, advirtió que también parte de los agroinsumos que se adquieren para los campos venezolanos vienen adulterados. 

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Las semillas de tomate están entre el grupo de las más costosas. Foto: Cortesía

Destacó que cerca de un 25 % de estos no cumple con los estándares requeridos, por lo que las cosechas siempre están en riesgo. Indicó que esta situación ocurre cuando se adquieren en zonas fronterizas y no en agropecuarias reconocidas. 

“Hay personas que no viajan a Cúcuta, sino que compran en la frontera y muchos le bajan la formulación”, refirió.

Destacó que en el caso del invernadero no descarta que el envase haya sido usado para vender el producto a granel, pero que el Curacarb, que en su momento estuvo en ese envase, ya haya sido usado: “Habría que averiguar bien lo que ocurrió allí”. 

Advirtió que se debe tener mucho cuidado al momento de comprar fertilizantes en Colombia, pues hay casos en los que los compran y los diluyen, lo que hace que pierda sus propiedades. 

“A veces los mezclan con arcilla o arena muy fina y usted compra un fertilizante triple 15 porque viene en el mismo empaque y es otro”, dijo.  

Lamentó que productores caigan en manos inescrupulosas que solo buscan el beneficio económico. 


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