Cervezas, velas, tabaco, agua, de todo vendieron en el Cementerio General del Sur durante la conmemoración del Día de los Santos Difuntos. Lo menos que se vio fue limpieza, la maleza sobresalió por todos los rincones y solo tres motos de la policía nacional hacían rondas, mientras los deudos caminaban bajo el inclemente sol.

Caracas. El sol no dio tregua. Pegó con la misma intensidad a las 10:00 a. m. que a las 12:00 m. Aún así, los dolientes emprendieron la caminata hacia el Cementerio General del Sur, para conmemorar el día de los Fieles Difuntos. Puertas adentro, se encontraron con que la destrucción y la maleza ganaron terreno, y que hasta para mantener el descanso eterno hay que pagar unos cuantos dolaritos.

El desfile hacia el camposanto se inició pasadas las 7:00 a. m. “Que hayan venido en medio de la pandemia refuerza que hay fe, que la gente quiere cuidar a sus muertos”, dijo el padre Atilio J. González.

Él con su bata blanca y un paraguas negro, caminaba a eso de las 11:00 a. m. por la calle central del cementerio. Con un librito, una cruz y una botellita de agua bendita, se dirigía a una tumba para rendir los santos oficios. Hasta ese momento solo dos servicios funerarios habían llegado al principal refugio de sepulturas.

Foto: Tairy Gamboa

A su paso la gente lo interceptaba para que echara la bendición a las tumbas familiares, tumbas llenas de maleza, de urnas carcomidas, basura, tierra y piedras.

Y es que la limpieza en este lugar, donde reposan los restos de Joaquín Crespo, Medina Angarita, Armando Reverón, Carlos Delgado Chalbaud, Andrés Eloy Blanco, Miguel Otero Silva, María Francia, Pérez Bonalde, y en donde las familias insignes de Caracas tenían grandes panteones, así como también el cuerpo de bomberos, la policía Metropolitana y la Guardia Nacional; no se hizo siquiera por donde pasan los vivos.

Ni agua ni baños había para el público en general. Y quien quería ver un poco más aseada la sepultura debía hacerlo bajo riesgo de encontrarse con una culebra, o pagarle a los de la “cooperativa”, un dólar o dos por el trabajo.

Todas las parcelas cercanas a la entrada estuvieron concurridas, pero siempre la gente caminó en grupo para cuidarse de los malhechores que se esconden en los matorrales. “Eso ha ahuyentado a la gente, le quitan sus pocas pertenencias y por eso a veces no vienen”, dijo el padre.

Tres motos con seis funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana hicieron rondas, pero eso no les dio tranquilidad a los visitantes.

“Esto es rapidito, uno limpia, pone las flores y se va. Nosotros vinimos desde la carretera vieja Caracas-La Guaria, tuvimos que caminar para salir del barrio porque había una protesta por gas. Luego la camioneta nos estaba cobrando 60.000 bolívares, para poder llegar hasta aquí, para luego ver esto, se roban todo, las lápidas, los huesos, las rejas. Si uno no viene, le hacen una marca a la tumba y luego la profanan. Esto da tristeza, ya no hay descanso para los muertos”, dijo Juana Valera.

Foto: Tairy Gamboa

Las ramas y la maleza cuelgan de lado y lado, no hay un sector que no esté hundido en los matorrales. Para abrirse paso entre las tumbas y mausoleos la gente debe quitar las raíces que ya se salen y tuercen las pocas lápidas que quedan en pie, pues el Cementerio General del Sur -declarado Monumento Histórico de Venezuela en 1982- sufre la más cruel devastación palera.

El capellán de la capilla, Germán Machado, no sabe la proporción, pero salta a la vista: los paleros han profanado casi todo el camposanto y lo otro, es que sacan los restos de los cadáveres para revender los huecos.

Machado consideró que tal vez su declaración no guste, pues además se quejó de la falta de mantenimiento.

Foto: Tairy Gamboa

Pero en el sitio fueron muy comunes las quejas de los cobros en dólares para abrir una fosa o para quitar las losas. Erick Estrada contó que pagó 100 dólares por un trabajo de remoción. Dinero que entregó a las cooperativas que trabajan directamente con la administración, la cual depende de la Alcaldía de Caracas.

Foto: Tairy Gamboa

Pero no solo eso, también María Montoya aseguró que hace dos meses pagó a la administración dos dólares en efectivo por el impuesto de mantenimiento.

“Además, cuando vengo, cada 15 días, le pago a un señor 300.00 bolívares o a veces un dólar para que me limpie la tumba de mi hijo. Entonces qué están haciendo con el dinero que uno paga”.

cementerio general del sur
Foto: Tairy Gamboa

Muchos niños con sus ramitos en las manos cruzaron el arco principal. Otros permanecían sentados mientras sus padres y demás familiares rendían los honores que su tradición les recordaba: tazas de café, vasos de agua, música, una cerveza, un tabaco, en el cementerio cada quien honra a sus difuntos con una muestra de lo que más le gustaba en vida.

Este año los ramitos de flores costaban dos o tres por un dólar. Las rosas y los girasoles 500.000 bolívares cada uno. Muy pocos llevaban a cuesta grandes cantidades, pues el costo no se los permitía.

Foto: Tairy Gamboa

Y para los vendedores, acostumbrados a la alta demanda, fue un día para sobrevivir y recuperar las ventas caídas durante la cuarentena.

Foto: Tairy Gamboa

Las flores y rosas llegaron frescas desde Los Altos Mirandinos y de Galipán. Por lo menos con ese colorido que plenó casi media cuadra antes de llegar al camposanto, se mantuvo viva la tradición.

Al gerente del parcelamiento Raúl Ávila se le hicieron algunas interrogantes sobre el funcionamiento, pero dijo que no estaba autorizado para dar declaraciones. Lo mismo un trabajador de las llamadas cooperativas, las cuales al parecer tienen todo el control de lo que sucede puertas adentro, específicamente lo relacionado con la venta de los terrenos, incluso en espacios muy cercanos a la entrada.

Vale recodar que a inicios de junio de 2006, el fallecido Hugo Chávez ordenó el cierre, “lo más pronto posible”, del Cementerio General del Sur “porque ya no se da abasto; eso hay que clausurarlo urgentemente, está saturado”, dijo.

Cinco años después, quien era el alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, anunció la construcción de tres nuevas terrazas para 35.000 parcelas, un crematorio que venían ofreciendo desde 2009 y una capilla dentro del camposanto.

Hoy en día ese horno crematorio se usa para casos oficiales y para algunos sociales, si son autorizados por la municipalidad, y la capilla está cerrada.

En este cementerio ya no se guardan los protocolos cuando hay asistencia masiva. Por ejemplo, este lunes permitieron el ingreso de las motos y se vendía de todo. No solo chupis, también había compra y distribución de cervezas a domicilio. El agua era a granel y de recarga si el visitante llevaba su botella.

cementerio general del sur
Foto: Tairy Gamboa

En fin, los muertos que están en el Cementerio General del Sur tienen sus dolientes, pero ir visitarlos es un acto no solo de fe, sino de voluntad, paciencia, y para el que hay que tener dinero en el bolsillo.


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