La investigadora, miembro de la junta directiva de la Fundación Bengoa, propuso cinco alternativas para salir de la crisis alimentaria, entre ellas reforzar la educación nutricional.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida Alimentación 2015, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar, demuestran el empobrecimiento de la población en apenas un año, y el deterioro de su alimentación. La investigación reveló que la población dedica 40% de su compra de comida en harina de maíz, arroz, pastas y grasas.

Y todo esto tiene sus raíces en la crisis económica y la inflación que acentuaron el desabastecimiento y la escasez. La afectación más grave se nota en el mal hábito alimenticio de la población. El año pasado la inflación en alimentos cifró 315%.

La Encovi, una consulta hecha en 23 ciudades del país por investigadores de las universidades y Fundación Bengoa, reveló que 12,1% de la población come dos veces al día o menos, cuando en 2014 ese porcentaje se ubicó en 11,3%.

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¿Quiénes se encuentran en esa situación?

Las familias de los estratos D, E y F y algunas del estrato C, según informó doctora Marianella Herrara Cuenca. miembro de la junta directiva de la Fundación Bengoa e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV,

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¿Qué está comiendo la población?

La especialista explicó que la mayoría de los alimentos que adquieren las familias venezolanas tienen un componente de carbohidratos, harinas y grasas tan alto que alarma. “En el caso de las proteínas básicas que solían alimentar a nuestra gente menos favorecida, vemos con preocupación cómo el huevo y las caraotas han desaparecido de la mesa de los más necesitados”.

En el caso de la carne, citó, los sectores de menos ingresos refirieron estar comiendo mortadela, productos con un alto contenido de grasa. “La proteína de origen animal es un alimento de lujo”, acotó.

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La encuesta además reflejó que 87% de las personas aseguró que sus ingresos no le alcanzan para comprar alimentos y solo 13% dijo que sí. En 2014 este porcentaje fue 80,1% mientras 19,5% respondió que sí le alcanzaban.

¿Cómo afecta esta situación?

En el caso de los niños puede afectar su desarrollo cognitivo, su peso y la talla. En las embarazadas no solo se compromete la salud de la futura madre sino también el bebé. Herrera explicó que la generación futura de venezolanos está expuesta a una alimentación totalmente inadecuada desde el inicio de su vida intrauterina, y que los niños que nazcan de esta generación probablemente tendrán bajo peso al nacer o una programación fetal de enfermedades que se pudieron prevenir desde el principio.

En la población en general, la mala calidad de la alimentación tiene una incidencia directa en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, desnutrición e hígado graso no alcohólico, entre otras patologías.

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Como aportes para mejorar las condiciones alimenticias, la investigadora recomendó desarrollar estrategias educativas que integren dos elementos fundamentales en los mensajes a la población: ingesta alimentaria y actividad física, y que los venezolanos conozcan los alimentos de calidad que pueden consumir ante las circunstancias actuales y no subestimen la importancia de realizar alguna actividad física.

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Vea aquí las cinco propuestas de la doctora Marianella Herrera para salir de la crisis alimenticia.

Foto y video: Cheché Díaz


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