Médicos Unidos de Venezuela: “Con oración y la misericordia de Dios combatimos la muerte en Apure”

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El doctor Neudo Matos, de Médicos Unidos de Venezuela, afirma que con criterios cubanos, con los que se maneja la crisis de salud y la pandemia en Venezuela, no se responde a la realidad del país. Falta de educación, medidas represivas y manejo inadecuado de la información favorecen el escepticismo y la cultura de descuido de la población respecto a la COVID-19.

San Fernando de Apure. “Con oración y con la misericordia de Dios combatimos la muerte en Apure”. La frase lapidaria es del doctor Neudo Matos, representante de Médicos Unidos de Venezuela.

El dermatólogo tropicalista detalla: “El coronavirus se está enfrentando con las manos amarradas, limitados de recursos, de ambiente y de insumos, tanto para la protección del médico como para darles una atención de calidad a los pacientes”.

Así resume Matos la situación de desventaja con la que el sistema de salud de la región llanera y del país está combatiendo la pandemia y el resto de las enfermedades de la población.

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Neudo Matos afirma que en Apure y toda Venezuela se combate con desventaja la pandemia. Foto: Sulay García

Lo único que no ha caído es la mística, porque el médico quiere seguir sirviendo, pero con calidad, y eso es lo que MUV pide. Que se permita que los recursos lleguen y que se le destinen al sector”, sostiene.

Injerencia cubana

Con la autoridad que le dan sus más de 31 años de experiencia y dos especialidades, Matos expresa: “El Ministerio de Salud está coordinado por criterios no acordes a la población, no adaptados a la idiosincrasia del venezolano; está siendo manejado con criterios de otras partes, y no en todo el mundo se puede aplicar la misma receta. Nos hace falta tener nuestro propio esquema, nuestras propias estrategias, que nazcan directamente del conocimiento regional y nacional”.

Se refiere a la injerencia cubana en la conducción de la salud venezolana. A partir de 2000 comenzaron a desaparecer las publicaciones de registros estadísticos e investigaciones científicas que se adelantaban en el sistema de salud criollo para estar al día con las enfermedades que iban surgiendo y con los esfuerzos investigativos para combatirlas.

“Antes se publicaba el boletín epidemiológico y, de acuerdo con eso, el Departamento de Vigilancia Epidemiológica, junto con las universidades y la academia, diseñaban los protocolos para atender los procesos”, afirma.

Matos recuerda su experiencia de 17 años de trabajo con Jacinto Convit, reconocido médico científico venezolano, en el programa de lucha contra la lepra y la leishmaniasis, cuyas investigaciones dieron origen a la vacuna contra ambas enfermedades y al Instituto Venezolano de Biomedicina, que más tarde se convirtió en la sede del Centro Internacional de Investigación y Adiestramiento sobre Lepra y Enfermedades Afines, de la Organización Mundial de la Salud.

Eran científicos que aportaban estrategias que incluso eran adaptadas a otros países. Por ejemplo, la India y Singapur diseñaron sus vacunas con base en la del doctor Convit, pero tuvieron éxito porque la adaptaron conforme a su realidad, incluso siguen aplicando y publicando artículos con base en esos aportes”, añade.

El experto esgrime: “En Venezuela desaparecieron esos programas entre 2002-2004. Se les quitó el financiamiento”.

Ocultar información es contraproducente

Para el médico, el principal problema en el manejo de la pandemia sigue siendo su tratamiento “a lo cubano”, caracterizado por la falta de registros de la enfermedad en los centros de salud.

Esto trae como consecuencia la ausencia de una data certificada de la situación, lo cual empeora con el manejo público inadecuado y político de la información sobre el problema, explica.

Para combatir la enfermedad, recomienda: “Lo primero que tenemos que hacer es conocer la realidad del problema; si no se conoce su magnitud, estamos mal. Lo segundo, delinear estrategias conforme a esta magnitud y, a partir de ahí, la vacunación, atención primaria y la educación para la salud, porque cuando educamos cambiamos conductas”.

También cuestiona que no se concientice a la población sobre la magnitud de la enfermedad y sobre su responsabilidad en la prevención mediante campañas mediáticas de alto impacto y su respectivo seguimiento y control para medir eficiencia, y que se apele a medidas restrictivas y a metamensajes que crean falsas sensaciones de bienestar e incentivan a la relajación de las medidas preventivas.

“Aquí se habla del tapaboca, pero no se hace una campaña dirigida a que la persona tome conciencia del por qué, del cómo y cuándo utilizarlo. Se usan medidas restrictivas, un autobús persiguiendo a la gente; en vez de eso, utilicen los medios de comunicación, escuelas y hospitales para enseñar. En un año debimos haber avanzado”, cuestiona el representante de Médicos Unidos de Venezuela.

El representante de Médicos Unidos recalca que ocultar la información es contraproducente en el combate de la COVID-19, lo cual ha sido demostrado por la experiencia.

“No se ha informado adecuadamente a la población; si no se conoce la dimensión del problema, la gente lo pone en duda. Tenemos que comenzar de cero, determinar la magnitud del problema, saber con qué recursos contamos, cuáles son los recursos que necesitamos, cuál es la línea estratégica primordial para prevención, para atención primaria, secundaria y terciaria”, advierte.

Para el especialista, “desde el primer momento hay una indolencia tremenda en el Estado de no querer vacunar, porque prácticamente está cerrándoles las puertas a las vacunas”.

Señala que las decisiones del gobierno de rechazo a varias vías de acceso a las vacunas contra la COVID-19 no son guiadas por el criterio de atender a la población cuanto antes para evitar que la pandemia se agrave, evitar muertes y disminuir costos.

Cuando el paciente se vacuna, probablemente se puede enfermar, pero no va a llegar a una UCI, no va a llegar a una hospitalización, puede ser manejado en los ambulatorios, lo cual significa que estás bajando la carga de costos del manejo del paciente”, explica el médico.

Interpreta que la resistencia del gobierno de acceder a las inmunizaciones por vías distintas a la propia no tiene otra explicación más que falta de voluntad: “Te lo han ofrecido por diferentes medios y nada, pero en cambio sí hay dinero para organizar juegos o para cualquier otra cosa, menos para atender a la población. Ahí es cuando tú ves con qué criterios maneja el Estado la salud a nivel regional y en todo el país”.

Agrega: “El Estado no quiere saber hacer las cosas, le ha estado dando la espalda a la realidad, se ha concentrado en contenerla, pero lo que se está tratando de contener es más grande. Mientras sigamos enfrascados en un diseño y un modelo que ha fracasado, seguiremos fracasando”.

Situación de los médicos en Apure

Al igual que en el país, no se registra nada en Apure, y este es también un drama para estos profesionales que enfrentan la pandemia como médicos y como pacientes.

“No hay pruebas para todo el mundo. Todos los casos que llegan entran al hospital y no se registran. Muchos fallecen y no son registrados. El drama que vive el gremio es el mismo drama que vive la sociedad”, asegura el doctor de Médicos Unidos.

Médicos Unidos tiene un registro con información no oficial entre los miembros del gremio: “Todo se maneja con base en criterios clínicos y no de protocolo de diagnóstico. Así como se sabe en la comunidad que murieron tantas personas por COVID-19, así en el gremio médico, pero no por registros formales”.

Matos afirma que el médico en Venezuela no tiene los mismos recursos ni la protección que en otros países, por eso a la vulnerabilidad del manejo de información formal se suma la indefensión de este profesional frente a la pandemia.

El riesgo del médico es mayor porque es quien recibe los pacientes y está en contacto con la fuente de infección. Por eso, en Venezuela existe un mayor número de personal de salud infectado en comparación con otras partes del mundo”, indica.

Asevera que, además del alto riesgo, también padecen el irrisorio sueldo, la precariedad y la hostilidad del ámbito de trabajo, causante de la emigración de más de 30.000 profesionales.

Comenta también que la diferencia en la calidad de vida de un residente actual con un graduado de los 80 es abismal. “Cuando yo me gradué, en el 89, un médico ganaba alrededor de 800 dólares mensuales y, actualmente, con los incrementos no llegamos a 18 dólares. Yo, con 31 años de graduado y dos especialidades, no llego a 21 dólares”, compara.

Sostiene que, paradójicamente, la fe es el motor de estos científicos: “El médico trabaja por mística, por un compromiso moral y por querer aprender. Nos motiva la fe, la certeza que tenemos de que Dios nos está ayudando y la fe con la que viene el paciente de que lo vamos a curar”.

MUV Apure no se ha consolidado 

Ante la negativa del Consejo Nacional Electoral a renovar los colegios y la Federación Médica Venezolana, surgió la alternativa de Médicos Unidos de Venezuela para fortalecer el gremio.

El experto informa que esta organización ha servido para ubicar recursos y paliar la situación de falta de insumos y equipamiento para el ejercicio profesional, denunciar la situación de precariedad salarial y laboral y atender las situaciones en general del personal médico en el país, pero no ha podido hacer mucho por los médicos de Apure, porque no han logrado constituir el capítulo regional del organismo.

Matos cree que la causa de la apatía de los médicos apureños hacia MUV es la desmotivación ante el deterioro progresivo del profesional y la profesión, alimentado, además, por el miedo, la desesperanza y la división que se promueve desde el Estado.

“Se están dando en otros estados equipos de bioseguridad, mascarillas, batas, delantales, face shield, máscaras, incluso tratamientos, pero todos los recursos que llegan a Apure son limitados, lo poco que ha llegado es a través de Cáritas”, indica.

Continúa con la convocatoria a los seis colegas que se requieren para cumplir con la formalidad de constituir la seccional Delta Amacuro-Apure.

“Sí hay colegas que desean que MUV esté verdaderamente presente, que nos ayudemos y nos busquemos y conformemos el capítulo para que esos recursos puedan llegar también a Apure en la misma magnitud en que llegan a otra parte”, señala.

El cambio está en manos del gobierno

Matos asegura que el gobierno tiene en sus manos la solución, al menos para atenuar la crisis generada por la pandemia. Solo se necesita que el Estado, indistintamente de su procedencia, “abra las puertas a las vacunas para que la población sea vacunada, se vacune y brinde adecuada protección al personal médico y de salud”.

Recomienda que “se integren comités de expertos científicos de los cuales salgan las estrategias para el combate de la enfermedad conforme a la realidad nacional”.


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