Daniel Vargas, licenciado en Salud Pública, sostuvo que el no tener agua limpia influye directamente y afecta el derecho de los niños, niñas y adolescentes a poder bañarse, a poder alimentarse, e incluso a asistir a un centro educativo.
Caracas. El lunes, 31 de octubre, Karina* no pudo mandar a su hijo al colegio, porque el uniforme no se secó. El agua llegó muy tarde y a pesar de lavarlo lo más rápido posible no estuvo listo para el día siguiente.
En su casa no reciben el agua todos los días, de hecho no es constante en Cotiza, parroquia San José del municipio Libertador. A veces tiene agua los sábados, otras semanas solo el domingo y siempre llega sucia y con mal olor, lo que le impide poder filtrar agua potable y lavar.
“No se puede lavar la ropa blanca con esa agua porque llega muy sucia y mancha la ropa, sobre todo los uniformes escolares”, dijo Karina.
Daniel Vargas, licenciado en Salud Pública, explicó que el agua es un derecho humano fundamental, no solamente en el caso de Venezuela sino a nivel mundial.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), en su objetivo número seis de la agenda de desarrollo sostenible 2030, indicó que los países deben disponer de agua limpia y potable apta para el consumo humano.
El experto dijo que el no tener agua limpia afecta el derecho de los niños, niñas y adolescentes a poder bañarse, alimentarse y asistir a un centro educativo.
Ese domingo, 30 de octubre, en casa de Karina llegó el agua a las 5:00 p. m. y se fue a las 9:00 p. m. No llegó más durante toda la semana.
Aunque la escuela del hijo de Karina cuenta con tanques de agua que le surten y ayuda a mantener los baños limpios, si él niño no tiene agua en su casa, de igual manera no puede asistir a la escuela.
Cargar agua para poder ir a clases
Fernando Pereira, fundador de la organización Cecodap, aseguró que si los niños, niñas y adolescentes no tienen agua en la comunidad en la que viven, incide en las dificultades para el aseo personal, la limpieza, el lavado de los uniformes, e incluso en la preparación de alimentos, meriendas o el almuerzos.
En Cotiza, algunos niños y niñas en edad escolar deben cargar garrafones de agua para bañarse, lavar sus uniformes y así poder ir a clases.
Abel Saraiba, psicólogo y coordinador adjunto de Cecodap, añadió que en el contexto de emergencia que vive Venezuela, los menores de edad pueden ver esta actividad como una oportunidad económica.
Sin embargo, cargar tanto peso puede tener implicaciones en la salud de los niños, niñas y adolescentes. Además representa una distracción de sus actividades académicas.
Planteles reciben agua sucia y con mal olor
Cuatro escuelas de Antímano y dos de Petare tienen agua al menos cuatro veces a la semana. En estos días los tanques se llenan y son de utilidad para cuando no entra de la calle.
Pero el agua que reciben los colegios es marrón y tiene mal olor. Esto ha obligado a los representantes a enviar envases con agua potable para sus hijos, porque aunque se filtre no es apta para el consumo humano.
“El agua que llega a los hogares y escuelas es de lagos, ríos y embalses, que reciben un tratamiento en unas plantas de potabilización. Desde allí debe realizar distintos procesos químicos para que esa agua siga por las tuberías y sea apta para el consumo humano”, explicó Vargas.
El licenciado en Salud Publica destacó que esos procesos de tratamiento no se realizan y por eso el agua llega turbia, con mal olor y sedimentos.
El personal de la Unidad Educativa Mercedes Limardo, en la parroquia de Antímano, denunció que no se le hace mantenimiento al tanque desde antes de la pandemia de COVID-19. Cada vez que entra agua sucia de la calle se remueve toda la suciedad que queda y hace que el agua salga muy sucia.
“El agua manchó las pocetas”, dijeron.
Una representante del Colegio Guaicaipuro, en Petare, dijo que en este plantel suspenden las clases los días que no llega el agua y por eso quiere cambiar al niño de la institución. Considera que la calidad educativa no es la mejor con tantas suspensiones.
Desigualdad
La hija de María Tovar estudia quinto grado en un colegio privado y todas las veces que ha faltado el agua compran una cisterna para cubrir las necesidades básicas.
Alexis Ramírez, coordinador de la sección educación en el informe Hum Venezuela, aseguró las escuelas reciben un suministro de agua con interrupciones (78,5%).
Fernando Pereira, fundador de Cecodap, mencionó que la disparidad en la brecha de desigualdad se evidencia en el ámbito educativo, pues hay centros educativos que pueden costear camiones cisternas, pero el grueso de la población (80%) no pueden hacerlo. Hay comunidades que son mucho más activas, sin embargo, no tienen las posibilidades económicas.
Añadió que sin agua no puede haber un desarrollo normal de las clases, violentando así el derecho a la educación y a poder estar en las escuelas de manera segura.
La lluvia como alternativa
En el 2021 el problema del agua era tan grave en los colegios Fermín Toro y Pedro Felipe Camejo del sector Barrio Nuevo, en Petare, que los alumnos debían llevar botellones de agua para el uso sanitario y de consumo personal porque tenían un servicio intermitente.
Desde hace un año el agua que sale por la tubería de estos centros educativos es de lluvia, bajo un proceso de purificación que parte del proyecto Lata de Agua, una iniciativa social que ofrece una solución alternativa y sustentable al problema del suministro en comunidades vulnerables desde el punto de vista hídrico.
Laurencio Sánchez, el arquitecto que diseñó Lata de Agua, notó que en las comunidades es una práctica habitual la recolección de agua de manera empírica y él se propuso sistematizarlo para un proceso de mayor calidad.
Dayani, directora del Fermín Toro, al llegar al colegio cada mañana abre la llave que surte a todo el platel de agua de lluvia. Prefiere utilizar esta agua que se recolecta en los tanques que la que viene de la tubería, pues la de lluvia si está limpia.
“El agua de lluvia sale muy limpia, esa es la que se utiliza para cocinar porque le hemos tomado idea a la que viene de la tubería, esa es marrón y con mal olor”, dijo.
Alimentación escolar
Los alumnos del colegio Fermín Toro reciben una comida al día en el colegio. “Nos dan alimentos secos para 15 días, nos llega lo mismo que en la caja CLAP. Por otra parte los aliños y la sal sí se les pide a los representantes como colaboración”, explicó la directora.
Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2022, 4,2 millones de escolarizados aseguraron que el Plan de Alimentación Escolar (PAE) funciona en sus escuelas. Sin embargo, su funcionamiento es deficiente y sin frecuencia. Entre los pobres extremos más de la mitad recibe alimentación solo algunos días o casi nunca, no es constante.
Toda la comida del Fermín Toro la preparan con agua de lluvia, que previamente pasó por el debido proceso de potabilización. La utilizan para lavar los platos y solventar otros requerimientos sanitarios.
Riesgos en la salud
En la Escuela Técnica San José Obrero, en Antímano, seis alumnos reportaron malestar estomacal y se ausentaron al menos durante una semana, a inicios de noviembre de 2022. Un docente también estuvo en las mismas condiciones, presentó malestar estomacal, vómito y diarrea.
El agua en mal estado implica diversos riesgos en la salud de los niños, niñas y adolescentes. Vargas aclaró que el agua segura es la que está libre de microorganismos. No se debe consumir turbia, o con mal olor, en esos casos se tiene que aplicar un proceso de tratamiento para evitar enfermedades como la amebiasis.
Los microorganismos incluyen bacterias, los protozoos, las algas y los hongos. Aunque los virus no se consideran organismos vivos, a veces se clasifican como microorganismos.
Tratamiento del agua en el hogar
Vargas mencionó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó hacer un proceso de desinfección en casa, lo principal es lavarse las manos con agua y jabón antes de comenzar la potabilización.
El segundo paso es filtrar el agua para separar los sólidos y reducir la turbidez y la presencia de agentes patógenos. Es ideal utilizar una tela de algodón, una media, o coladores de café nuevos para filtrarla.
El tercer paso es desinfectar el agua con algún método casero, puede ser hirviendo el agua a 50 grados centígrados o utilizando la radiación solar. También se puede aplicar cloro al agua.
(*) Los nombres de las fuentes fueron modificados por medidas de protección.
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