Tres veces a la semana el pavimento sobre el puente de La Machaca, un barrio de Petare, recibe a 20 niños y niñas que sueñan con ser jugadores de baloncesto y forman parte del equipo Los Guerreros de La Machaca, dirigido por Óscar Rengel, un vecino que da clases gratis.

Caracas.Óscar, ¿puedo jugar contigo?. Con esa pregunta y el interés de algunos niños, empezó el equipo de baloncesto que actualmente agrupa a más de 20 niños y niñas, quienes practican con el objetivo de ser jugadores profesionales de la mano de Óscar Rengel, un árbitro de baloncesto de la Liga de Desarrollo del Municipio Sucre y vecino del barrio Carpintero de Petare.

Ellos jugaban solos, pero no tenían quien los guiara. Al principio eran cinco, luego empezaron a llegar más. Los entrenaba, les explicaba, hasta que decidí poner días fijos de prácticas, recuerda el entrenador de Los guerreros de La Machaca, como se llama el equipo debido a que la mayoría de jugadores vive en ese sector.

Desde entonces, de lunes a miércoles, los pupilos de Óscar, quienes tienen entre cinco y 17 años de edad, asisten fielmente a sus entrenamientos. Para ellos, no es una opción faltar.

Los mismos padres me dicen que los niños están pendientes para estar aquí puntuales y los que tienen la opción se asoman por sus ventanas para saber si llego antes del tiempo, indica.

La constancia de sus alumnos es una de las mayores motivaciones para seguir como entrenador. Foto: Manuel Díaz

El arbitraje es el oficio de Óscar, trabaja en la Liga de Desarrollo del Municipio Sucre. Sin embargo, gracias a sus alumnos ha descubierto una nueva pasión: ser entrenador.

La cancha sobre un puente

La comunidad del barrio petareño no cuenta con espacios recreativos. Por esa razón, el escenario de juego es sobre el puente de La Machaca, donde a un lado de la acera, un aro de baloncesto colinda con las casas y, a la derecha, unas mallas deterioradas asoman la vista a un río que funciona como vertedero de basura.

Foto: Manuel Diaz

Ese mismo puente sirve como paso vehicular, por lo que durante las horas de entrenamiento los niños y niñas deben apartarse para dar paso a los carros y motos.

A mí me gustaría que pudieran estar en otro sitio, o poder acondicionar este. Tenerlo más bonito, pintarlo, pero no hemos podido, dice el entrenador.

Vecinos aseguran que continuamente los niños pierden sus balones porque se van al río que funciona como basurero.| Foto: Manuel Díaz

Óscar contó que hay personas que quieren ayudar con el mantenimiento del área, sobre todo los padres, pero por motivos económicos no pueden.

Sostiene que, pese a que el sector no es peligroso, prefiere que los alumnos de menor edad practiquen temprano. Los más grandes están en la tarde, cuando baja el sol. Aunque aquí no se corre peligro, los padres se asustan si escuchan cosas y tener tantos niños aquí a mi cargo es una gran responsabilidad.

Clases gratuitas

El entrenamiento de Óscar es gratuito. Asegura que, pese a recibir comentarios de agradecimiento por su labor, también hay quienes lo critican y le reclaman por no pedir dinero a cambio, pero él se niega. Algunos vecinos le sugieren al entrenador cobrar así sea un dólar para gastos generales, compra de materiales y arreglo del lugar de juego.

Foto: Manuel Díaz

Alrededor también hay otras escuelas que enseñan lo mismo, pero la mayoría de niños que estaba en ellas se salieron y vinieron conmigo porque no tenían con qué pagar. Hay personas que me dicen que tengo que cobrar, pero no lo voy a hacer.

Óscar cuenta que hay escuelas que quisieran jugar contra sus guerreros, pero a él da pena porque el puente donde juegan no tiene las condiciones ideales para un torneo.

Adicionalmente a eso, no todos los jugadores tienen la posibilidad de comprar un uniforme. Tampoco zapatos, por eso, en los días de práctica, los niños y niñas asisten con lo que tienen: cholas y pies descalzos que saltan en el pavimento esperando su turno para encestar.

Foto: Manuel Díaz

Yo sé que el sonido de los balones puede ser molesto, o los gritos de los muchachos, pero de verdad, en los tres meses que llevo aquí, no me han dicho nada, ni me han visto de mala manera. Supongo que porque saben que no estoy haciendo nada malo, manifiesta el entrenador.

Motivación para crecer

Cada vez que puede, Óscar lleva a sus alumnos a juegos de baloncesto en lugares como La Vega de Petare y el Gimnasio Vertical El Dorado, ubicado entre La California y Petare, para que los niños y niñas se motiven y observen realidades distintas.

Yo quiero jugar como él, me dicen cuando ven a otros jugadores. Yo les digo que sí lo que pueden lograr, pero solo si son constantes y disciplinados, señala.

Foto: Manuel Díaz

Una de las cosas que más enorgullece a Óscar es que a su equipo se han sumado niñas. Y una de las mejores jugadoras que tiene es una niña.

Mi meta es que todos ellos sean federados, poder ubicarlos en un buen equipo. Ese es mi mayor sueño. Sé que lo voy a lograr, asegura Óscar, quien ve mucho potencial en la mayoría de sus alumnos.

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