Quienes habitan en las comunidades periféricas de la capital anzoatiguense sostienen que funcionarios aprovechan la escasez de agua en la ciudad para hacer negocios con recursos del Estado. Denuncian que personal de la llamada Guardia del Pueblo utilizan las llamadas “cisternas nodrizas” para cobrar por un servicio que, en teoría, debería ser gratuito.

Barcelona. La crisis por la escasez de agua en la zona norte de Anzoátegui da para todo. Vecinos, en especial quienes habitan en la llamada salida de Barcelona, denuncian que funcionarios gubernamentales aprovechan la crisis de agua en la zona para crear una especie de mercado negro utilizando recursos del estado.

En pleno auge de la pandemia, el entonces alcalde de Barcelona Luis José Marcano anunció la llegada al estado de cuatro cisternas “nodrizas”, con capacidad de 30.000 litros cada una, para paliar la escasez de agua que afecta a las comunidades de la zona norte. Y es precisamente una de esas comunidades la que denuncia que funcionarios de la Guardia del Pueblo utilizan las nodrizas como negocio particular.

Si bien antes de la llegada de la COVID-19 la comunidad de El Moriche enfrentaba problemas con el suministro del recurso, con la llegada del coronavirus el padecimiento se incrementó e incluso la rotura de una tubería de 36 pulgadas que lleva el agua hasta la zona periférica de Barcelona los condenó a estar hasta casi dos meses sin recibir agua. 

Esa emergencia, cuenta Maigualida Fernández, residente de una de las etapas de la urbanización, llevó a varios vecinos que trabajan en organismos públicos a gestionar la llegada de una cisterna para paliar la crisis de agua que enfrentan. Sorpresa mayúscula se llevaron quienes habitan en la urbanización El Moriche cuando el uniformado de la Guardia del Pueblo que acompañó al chofer de la cisterna comenzó a gestionar la cobranza de 30 dólares por cada carga de agua hasta la comunidad. 

“Se supone que esas nodrizas deben ser gratis, y esa gente hizo su agosto porque varios fueron los viajes que realizaron. Todo eso ocurrió el mes pasado, pero cuando nos enteramos de que estaban cobrando 30 dólares por cada viaje reclamamos y, como castigo, más nunca nos trajeron agua. Cómo es que los funcionarios usan esos recursos para sacar provecho”, señala Fernández. 

Fernández y Carmen Rosas sostienen que la crisis por la escasez de agua transformó a sus vecinos, porque, al enterarse de que varios de ellos reclamaron por la acción de los funcionarios de la Guardia del Pueblo, estos se molestaron.

“Sabemos que estamos en una crisis, pero por qué nosotros mismos tenemos que fregarnos. Cómo es posible que amparen la corrupción de esa manera; queremos un cambio de país pero nosotros contribuimos a que ese cambio no llegue”, refieren. 

Poco caudal 

Maritza Rodríguez, también habitante de El Moriche, afirma que cuando “Hidrocaribe se acuerda de enviar” el agua a la zona, lo poco que les llega no pueden aprovecharlo, puesto que los barrios vecinos y otras urbanizaciones instalaron las llamadas “bombas ladronas” y, por ende, no les llega el recurso.

“Aquí son cinco etapas, pero cada una tiene un tanque de 240.000 litros y cada uno tiene un sistema individual de llenado, lo que nos complica más la situación, ya que por la crisis de agua los sectores aledaños nos quitan la presión y no llega nada de agua a esta zona”, añade. 

Así como los residentes de El Moriche, quienes habitan en el urbanismo José Antonio Anzoátegui también sienten la escasez de agua. Yajaira Rodríguez vive en uno de los 50 apartamentos que componen el conjunto residencial y afirma que para que llegue el agua a su residencia tiene que llover.

escasez de agua
Habitantes de la periferia de Barcelona confían en que la reparación de la tubería les devuelva el agua a sus casas. Foto: Cortesía

“El agua llega aquí tres horas cada semana y eso no alcanza para nada. Qué hacemos en tres horas si durante el resto de los seis de la semana no tenemos agua; las cisternas no llegan solas, tenemos que pagarlas. Nunca hemos recibido un aporte ni de la alcaldía o gobernación, en este sector nos tienen olvidados”, dice. 

Una luz en medio de la crisis

Las esperanzas de tener un mejor servicio y superar la crisis de agua que padecen las comunidades periféricas de la capital anzoatiguense radican en la reparación de 1200 metros de la tubería de 36 pulgadas (aducción Mesones), que comenzó a finales de septiembre. 

El conducto colapsó en junio, cuando se detectaron seis roturas, lo que dejó sin el servicio a quienes habitan en los sectores Mesones, El Moriche, José Antonio Anzoátegui, La Ponderosa, Viñedo, La Orquídea, Puente Ayala, El Tamarindo, Ciudad Bahía, Ciudad Real, entre otros.

En una primera etapa, Hidrocaribe inició la sustitución de 500 metros de la tubería, y el resto se realizará en el momento en que los metros restantes de conducto se encuentren en el sitio.


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