Virtuoso considera que el modelo de acuerdo alcanzado ante la OPS puede replicarse en otras áreas

Las iglesias, la sociedad civil, la Unión Europea o la FAO podrían ser el tercer actor necesario para avanzar en soluciones puntuales a los problemas más sensibles para la gente, afirma el padre José Virtuoso. Valora el acuerdo ante la OPS como “una luz en medio de tanta oscuridad”. Afirma que unas elecciones parlamentarias confiables “no contradicen la necesidad de unas presidenciales sino que fortalecen esa dirección”.

Caracas. En mayo, durante una conversación virtual con periodistas, el padre José Virtuoso expresó su inquietud por la probada debilidad del modelo de negociación y diálogo empleado por la oposición y el oficialismo venezolanos en los últimos años, y planteó la necesidad de explorar nuevas fórmulas de aproximación política entre los actores.

Al esquema probado y reprobado en el que representantes de cada sector se sientan, con veeduría de un tercero, a construir ellos mismos una agenda que luego de ir y venir, no avanza ni se concreta en soluciones para la crisis humanitaria e institucional del país, Virtuoso propuso un esquema donde un tercero con capacidad de ser oído por ambos bloques en pugna haga los contactos, construya la agenda sobre la base de las coincidencias y siente a la gente a conversar y a acordar.

La opinión de Virtuoso no es de poca importancia. Además de ser un politólogo estudioso y actualizado, dirigir una de las universidades más importantes del país (la UCAB) e integrar el Frente Amplio Venezuela Libre, es una voz respetada y con resonancia dentro de la Iglesia venezolana, una de las pocas instituciones del país que mantiene su integridad.

A propósito del reciente acuerdo alcanzado entre la Asamblea Nacional y el Ministerio de Salud para trabajar con la OPS en la lucha contra el COVID-19 en Venezuela, Crónica.Uno conversó más extendidamente con Virtuoso para conocer a fondo su planteamiento. Esto nos dijo.

¿Cómo sería ese nuevo esquema de negociación sobre el que usted ha venido reflexionando?

–La negociación es la búsqueda de acuerdos entre actores que tienen conflictos en relación con un punto. En el caso venezolano hemos tenido muy mala experiencia en las negociaciones de estos últimos años. Lo que he planteado tiene que ver con que la negociación requiere de una etapa previa de mediación, donde un tercer actor distinto a gobierno y oposición pueda ir encontrando puntos de encuentro.

¿Cuál podría ser ese tercer actor?

–Las iglesias pueden ser ese actor, o la comunidad internacional o un sector de la sociedad civil. Cuando digo las iglesias por ejemplo, no me refiero solo a la Iglesia Católica, sino a todas las iglesias que están presentes en Venezuela. Siento que las iglesias pudieran jugar ese papel. No solo por su interés en la vida pública, sino por su aceptación en el pueblo. Y creo que esta posibilidad hay que estudiarla en el conflicto venezolano de una manera más seria y coherente. Puede haber otros actores por supuesto. Esta semana fuimos informados de este acuerdo entre la Asamblea Nacional, el gobierno de Maduro y la OPS, donde el tercer actor es justamente la OPS. Esa también es una posibilidad.

¿Cuál es el alcance político del acuerdo ante la OPS sobre el COVID-19?

–Que abre posibilidades, que es un acuerdo que indica un camino a seguir. Creo que todavía hay que hacer mucho, pero abre posibilidades de entendimiento ante un drama que nos arropa a todos. Allí se atiende un problema que incumbe a todo el pueblo y requiere la cooperación de las partes. Es como una luz en medio de tanta oscuridad y que permite entender que es posible replicarlo en otros sectores de la vida venezolana.

¿De qué manera podría replicarse?

–La experiencia de este acuerdo en torno al COVID-19 abre un camino importante. Tenemos la pandemia que supone fortalecer el sistema sanitario y que requiere fondos internacionales; tenemos a la Asamblea Nacional, desconocida por el TSJ, pero es con ella con quien se sienta el Ejecutivo y tenemos a la OPS, que actúa de intermediario, una organización cuya especialidad es la salud en la región. Muchas veces la negociación se aborda desde el punto de vista estrictamente constitucional global; sin embargo, este acuerdo es un buen ejemplo de un problema muy concreto, que apaña a todos los venezolanos y cuya atención requiere concertar la voluntad política de los actores. Sectorizar los problemas podría ayudar a encontrar distintas fórmulas de mediación en la búsqueda de acuerdos para soluciones específicas.

Desde 2016, la comunidad internacional ha estado en las distintas negociaciones en Venezuela. El Vaticano estuvo en dos de ellas. ¿Cuál sería el rol de la comunidad internacional en una fórmula de negociación sectorizada?

–Estamos en la vía de aprender. Lamentablemente todavía las experiencias que tenemos son limitadas. Este acuerdo con la OPS que conocimos por los medios de comunicación está todavía en una fase preliminar. Está todo por aprender, pero veo una gran potencialidad en cuanto al rol de la comunidad o de los organismos internacionales. Por ejemplo, hace una semana la Unión Europea organizó la Conferencia de Donantes para ayudar a atender el drama de 5 millones de venezolanos fuera del país. Y ciertamente hay una voluntad desde la UE en ayudar en ese drama. Si la UE hiciera de facilitador o mediador de un acuerdo entre Venezuela, otros gobiernos y la Asamblea Nacional, esa ayuda podría beneficiar tanto a los venezolanos migrantes como a los llamados “dejados atrás”, sus familiares. Sería un rol muy interesante qué jugar para un caso concreto. La Organización para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, que pronosticó escasez, desabastecimiento y desnutrición en el continente y en Venezuela, está dispuesta a mover recursos en función de esto. También allí tienes a una organización que podría ser clave. Los distintos actores de la comunidad internacional pueden jugar un rol importante de facilitador de acuerdos en temas sensibles.

La migración, la desnutrición, el agua, la electricidad, el COVID-19 son problemas generalizados en Venezuela, pero en una fórmula de negociación sectorizada ¿dónde quedaría la negociación política? En la propuesta opositora, la raíz de todos los problemas es el modelo político que representa Nicolás Maduro y la solución es un cambio de modelo y de actores.

–Yo creo que en Venezuela tenemos planteadas varias luchas, no una sola lucha. La primera y fundamental es por el cambio político, el pasar de un autoritarismo extremo o una dictadura, como prefieras llamarlo, a la recuperación de la vida democrática, de las instituciones, de la libertad y la participación civil. Esa es la base fundamental del desarrollo, de la confianza del capital, de las posibilidades de inversión y de la calidad de vida de la gente. Solo avanzaremos en la medida en que tengamos condiciones de vida adecuadas y la lucha por el cambio político es fundamental. Pero eso lo podemos ir desarrollando en distintos espacios y metodologías. Enfrentar el tema de la pandemia logrando articular recursos, que se reconozca a la AN –porque este acuerdo se firma con la AN que días atrás proscribió el mismo TSJ–, esa lucha del cambio político tenemos que irla traduciendo y concretando en distintos espacios y acciones. No hay que ver lo que se logró con este acuerdo como una especie de “peor es nada”. No. Ese acuerdo es un espacio donde se han logrado mejorar las condiciones de vida de personas y se ha logrado con el reconocimiento de las instituciones legítimas.

Pero dentro de ese esquema ¿cómo retomar una negociación que permita renovar el CNE? El Comité de Postulaciones Electorales está suspendido. ¿El acuerdo con la OPS podría ser un primer paso para alcanzar acuerdos sobre una ruta política-electoral?

–Creo que se está trabajando en la dirección correcta. Acuerdos como este nos abren un poco la esperanza de que es posible ir construyendo una solución. No es fácil y no nos podemos llamar a engaños, pero este convenio es fundamental. Tenemos que verlo con entusiasmo, apostar por que se concrete y que eso que pasó lo podamos replicar en otras áreas. Hay un camino emprendido que comenzó en 2019 y continuó este 2020 con el trabajo adelantado por el Comité de Postulaciones Electorales. Creo que el Comité tiene que proseguir su camino, no se puede comenzar ese proceso otra vez desde cero ni borrar todo lo hecho. Ahí hay una lucha muy importante y los venezolanos tenemos que luchar porque se continúe con la conformación de un nuevo CNE desde la Asamblea Nacional, porque es fundamental ir a unas elecciones parlamentarias con condiciones que generen confianza entre los venezolanos.

¿Y las presidenciales?

–Eso es parte de las aspiraciones que hay que ir trabajando, pero desde el comienzo de este año he dicho que unas elecciones parlamentarias no contradicen la necesidad de presidenciales sino que fortalecen esa dirección. Unas elecciones parlamentarias, confiables, transparentes, con observación, plurales permitirían fortalecer la ruta hacia unas elecciones presidenciales.


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