Ysidro Rodríguez, un médico zuliano dispuesto a servir a su comunidad “hasta que Dios disponga”

Medico Zuliano

Rodríguez tiene 24 años ejerciendo la medicina en el Zulia, dice que todo se ha venido a menos porque la red de salud pública del país atraviesa su peor crisis. Aun así tiene dos trabajos y no piensa en la jubilación, piensa en sus pacientes.

Maracaibo. Vestir una bata blanca después de graduarse en la Universidad del Zulia fue el anhelo de Ysidro Rodríguez durante toda su juventud y aunque en el camino se hizo padre, estuvo en el Ejército y fue locutor, ya cumplió 66 años de edad y 24 ejerciendo la medicina. Hoy, Día del Médico, dice estar convencido de que servirá a la comunidad hasta que Dios disponga de él.

No se arrepiente, alargar su carrera era algo que Dios le tenía destinado, asegura, porque eso le permitió formarse con los mejores, a los que les agradece no solo sus conocimientos, sino el sentido humano, la empatía y la mística que hoy lo caracterizan.

Aquellos años “cuando el sueldo alcanzaba”, se mantienen intactos en los recuerdos del especialista en medicina ocupacional y control de la diabetes, programa que ha llevado desde la Guajira venezolana hasta el oeste de Maracaibo, donde actualmente atiende su consulta. Hoy su sueldo es de 614 bolívares mensuales (25,4 dólares a tasa BCV) por eso tiene dos trabajos.

Cuando estudiaba Medicina, a la par trabajaba. Me ganaba 2000 bolívares de los viejos. Eso me alcanzaba para todo, siendo padre, y todavía me quedaba para darnos un gustico como comer en la calle; ahora la cosa es muy diferente, ahora no alcanza”, contó.

Su análisis sobre la situación que viven los médicos en la administración pública fue tajante: “Estamos haciendo de tripas corazón, porque no es solo la realidad a la que nos enfrentamos a diario con los pacientes, sino el malabarismo que hacemos con lo poco que ganamos”.

Medico zuliano
El médico zuliano dice que el desplome de la salud pública lo llevó a buscar un segundo empleo que lo ayudara a sobrevivir a la crisis/Foto: Mariela Nava
Trabajar más, por menos

Ysidro trabaja en la mañana en un ambulatorio rural que está bajo la administración de la Secretaría Regional de Salud y, por la tarde, en una clínica privada. En ambos lleva un programa para la atención de la diabetes, hipertensión arterial y medicina ocupacional, pero la brecha entre los que pueden pagar una consulta y los que no es marcada.

Se supone que uno tiene una profesión para mejorar su calidad de vida como ser humano, pero eso ya no existe en este país. Ahora, esto es parejo porque mientras en el ambulatorio tengo 120 pacientes, en la consulta privada tengo 10, después de tener 30 antes de la pandemia”.

Eso significa que trabaja 12 horas al día por la salud de los zulianos, pero su calidad de vida no mejora, su poder adquisitivo es cada vez menor. “Hay gente que no puede pagar 10 dólares por la consulta, entonces yo los veo en su casa y no les cobro porque si no no les queda para las medicinas”.

Antes, en consulta privada, podía facturar hasta 150 dólares al mes, hoy se bandea con 50. “Si no tuviera dos trabajos me la viera más difícil. Cuando me pagan, salgo a caminar a ver dónde compro más barato, la verdad es que no me alcanza”, relata el médico que considera que su gremio debería ganar, al menos, 600 dólares mensuales.

Curan con las uñas

Esos malabares que hace en casa, son los mismos que le toca hacer en el ambulatorio porque la medicina no llega. Decir que en la red hospitalaria del Zulia hay medicinas es calificado por Rodríguez como una falacia. “Es duro, pero es la realidad, porque estamos sobreviviendo por la ayuda que prestan las ONG y la autogestión”.

Y continúa: “Antes uno pasaba las fallas a la proveeduría y te reponían el medicamento, los insumos, ahora dicen rotundamente que no hay o te dan una cajita pequeña con tres amoxicilina, 10 paracetamol y 10 frasquitos de acetaminofén pediátrico, más nada. Algunos programas como el de diabetes nos da la insulina que es la más cara, pero antes daban los hipoglucemiantes en tabletas orales y las inyectadoras, ya no”.

En su consultorio no hay ni siquiera un glucómetro, esencial para su área. Según sus pacientes para poder medir su diabetes deben comprar uno en el Mercado Las Pulgas en 15 dólares, los mismos que entregó Hugo Chávez cuando hizo el convenio médico con Cuba. La caja de biosensores es aparte y cuesta 5 dólares en el mismo mercado.

Muchas veces la única salida que hay son las donaciones de medicamentos y biosensores que dejan los pacientes fallecidos. “Los familiares nos dan lo que les queda del tratamiento de su ser querido, todo eso lo reunimos para hacer jornadas de despistaje de diabetes en la comunidad porque la unidad de diabetes de sanidad, que son los que nos surten esas cosas, no tienen”.

Hace unos días, después de tres meses sin recibir insulina, el doctor recibió el medicamento. “Nos dieron la misma cantidad de frascos pero de 3 cc, eso no le alcanza al paciente porque necesitan 10 cc para cumplir su tratamiento completo y no le puedo dar tres frascos a cada paciente, no alcanza, no hay manera. Lo peor es que los reclamos se los lleva el médico, porque somos los que damos la cara en consulta”, criticó.

Médico Zuliano
Con 66 años de edad y 24 de servicio, Ysidro Rodríguez dice que está lejos de jubilarse. Planea seguir atendiendo con pasión a los zulianos hasta que Dios disponga de él/Foto: Mariela Nava
Pura vocación

Hay días en los que Ysidro camina desde su casa hasta el ambulatorio, es aproximadamente una hora de camino o le ofrece al chofer lo que tenga en el bolsillo para que lo deje montar en el bus. Dice que lo suyo es pura vocación de servicio: “A estas alturas yo me hacía jubilado, visitando a mi familia en oriente y descansando, pero ese es un lujo que no puedo darme”.

Para él lo más difícil es saber que la gente llega a los hospitales y salen con una lista inmensa de insumos que se hace muchas veces vital para que los galenos puedan salvarle la vida.

El familiar lleva al paciente al hospital para que muera, para decir que lo llevó, porque una persona que gana 130 bolívares mensuales, ¿cómo compra esa catajarria de medicamentos?”, cuestiona.

Lo cierto es que a lo largo de sus años de servicio, Ysidro nunca se ha dejado de poner en los zapatos de sus pacientes y con jocosidad se pregunta ¿será por eso que no soy millonario? Hace recorrido por las farmacias para conocer los precios de los medicamentos que prescribe, así puede darle referencia a sus pacientes, atiende gratis cuando alguien tiene una emergencia y dice que antes de recetar se pone la mano en el corazón, tiene empatía.

La radiografía de la la salud pública en Zulia, según el médico, es una cascada de malas noticias, de deterioro que ha venido acabando con todo. Aun así es más importante para él la situación que atraviesan los pacientes que la propia. “Mis profesores me enseñaron que debo estar al servicio de la gente, con amor y vocación, por eso no pienso en la jubilación todavía, si me jubilo pierdo”, concluyó Ysidro antes de continuar con su consulta.


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