En este sector del oeste de Barquisimeto, las calles son de tierra y la mayoría de las viviendas, precarias. El agua y la electricidad son intermitentes y tampoco reciben gas, por lo que se ven obligados a cocinar con leña.

Barquisimeto. La Fe en Dios. Así se llama una comunidad ubicada en la parroquia Juan de Villegas, al oeste de Barquisimeto.

El nombre hace referencia al único patrimonio con el que cuentan, pues nacieron, hace doce años, como una de las tantas invasiones que hay en esa zona y hoy aproximadamente 450 familias sobreviven allí sin ayuda gubernamental alguna y sin acceso a servicios básicos.

Las calles son de tierra, casi todas las viviendas son de zinc y apenas dos o tres son de bloque. Los habitantes de la comunidad están en pobreza extrema y no han tenido oportunidad de mejorar las casas que construyeron.

La vecina Yelitza Silva señala que tienen servicio de luz y agua porque ellos mismos se organizaron y sacaron las tomas desde la calle principal.

El suministro de agua no es regular. Les llega tres veces a la semana y aprovechan lo que pueden para cocinar, bañarse y almacenar para tomar. En cuanto a la electricidad, no tienen horario fijo para recibirla. Debido al racionamiento de energía, pueden durar de cuatro a seis horas diarias sin el servicio, que les puede llegar de día o de noche.

Geilin Salas, otro residente de La Fe en Dios, asegura que a ellos no los visita nunca ninguna autoridad gubernamental y solo han visto alguna en época de elecciones, cuando han ido a pedirles el voto.

Entre las promesas incumplidas que les han hecho está el asfaltado, pues las 14 calles de la comunidad, cada una de ellas con unas 9 casas, son de tierra. El último funcionario que recuerdan que se acercó fue Luis Jonás Reyes, actual alcalde de Iribarren, quien tiene más de un año en el cargo y al parecer también se olvidó de la zona.

La Fe en Dios, Barquisimeto
Una de las principales peticiones de la comunidad es que asfalten las calles. Foto: Karina Peraza.

La Fe en Dios cuando llueve es puro barro, cuesta movilizarse. A los niños, que forman un grupo grande en la comunidad, la mayoría en edad escolar, les toca jugar entre lodos. Muchos de ellos se han enfermado por esa causa, cuentan los vecinos.

Otro mal que viene aquejando a la comunidad es la falta de suministro de gas, que no reciben desde hace dos meses. La mayoría cocina a leña y tanto mujeres como hombres se ven obligados a ir hasta el Parque del Oeste a buscar algunos maderos para cocinar a leña.

Quienes residen en esta comunidad le hacen honor a su nombre: siguen con la fe puesta en Dios, esperando algún día vivir mejor


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