Una mala preparación en los niveles previos a la universidad aunado a la poca motivación, ha incidido, afirman profesores de la Universidad de Carabobo, en el bajo índice académico de los actuales alumnos del alma mater.
Valencia. Daniel Farfán obtuvo un 20 puntos en uno de sus exámenes de derecho y eso lo hizo feliz. siempre sintió que la prueba había sido fácil para todo lo que estudió. Sin embargo, en la medida que nombraban a sus compañeros las bajas calificaciones inundaban el panorama hasta dejar una cifra en la que había más reprobados que aprobados.
Farfán se sintió sobrecogido. “Era el único 20 y aunque todos me aplaudieron no era tan chévere celebrar así. Lo peor es que esto se repitió en casi todas las materias, incluso en aquellas en la que los temas son absurdamente fáciles”.
Cuando Farfán cuenta que son temas “fáciles”, explica que se trata de tópicos como la lectura, el estudio o qué es la ciencia. En todas esas preguntas sus compañeros cayeron.
Yetsenia Campos es profesora de la Universidad de Carabobo, y abogada. Lleva 15 años dando clases y dice que las notas altas son cada vez más escasas. Incluso en sus cálculos promedia las notas de sus estudiantes entre los 10 y 13 puntos. Sin contar el grueso que componen los reprobados.
Poco interés
Campos imparte clases en la Faculta de Ciencias Jurídicas y Políticas en quinto, tercero y primer año. Con pesar expresa que los que están en el último año no saben leer una sentencia. Otros profesores apuntan que hay estudiantes graduados que obtienen el título sin saber qué significa OEA o terminología básica de derecho.
Pero la Universidad de Carabobo está apretando las tuercas. Desde noviembre de 2023 solo se admite la aplicación de exámenes de desarrollo. Talleres, exposiciones, debates y exámenes orales quedaron suspendidos.
“Es una forma que tiene la universidad de depurar a sus estudiantes y evitar graduar a alumnos con malas condiciones académicas”, dijo.
Según Campos, los exámenes de desarrollo obligan al estudiante a leer y aprender conceptos elementales, por lo que califica esta medida de positiva. Sin embargo, la perspectiva negativa es que no todos los estudiantes responden igual ante exámenes de desarrollo.
Hay quienes por la vía oral son muy hábiles, entonces no se desarrollan todas las formas posibles para enfrentar pruebas”, contó Campos.
Pero sigue habiendo un problema y es el poco interés de los estudiantes para involucrarse en el proceso educativo. “Te hablo de estudiantes que no indagan, no intervienen, no se preparan para los exámenes y no van más allá. La clase que uno da es la base, el complemento lo busca cada quien por sus vías y eso no está pasando. Ahí hay una gran falla”.
Ayudar para no raspar
Farfán lleva un record de notas entre 20 y 18 es uno de los pocos de su sección que lo ha logrado y se ha dado a la tarea de crear guías de estudio y dar clases particulares disfrazadas de tardes de estudio con compañeros.
“Me puse como reto que mi grupo de amigos saquemos de 13 para arriba y así salvar el año”, contó.
A veces también se acerca a otros compañeros quienes tienen bajas calificaciones, pero le espanta el poco interés.
Sin embargo, la pregunta que nace es cómo ingresan a la universidad estudiantes con tan bajo rendimiento. Yetsenia Campos también observa esto con preocupación. A su juicio pareciese que la Oficina de Planificación del Sector Universitario no está haciendo un buen trabajo de selección.
En teoría, la Opsu debería seleccionar a los estudiantes con mejores calificaciones para los cupos de educación superior. No obstante, se desconoce cuál es el índice académico de la población joven venezolana.
Solo en 2023, la OPSU asignó a la Universidad de Carabobo 9000 estudiantes, según informó el vicerrector administrativo, José Ángel Ferreira. Esto equivale a 60% de los ingresos. El resto es para las otras modalidades de ingreso. El detalle es que de esos 9000 la mayoría no se inscribe.
Además las condiciones actuales de la Universidad de Carabobo, tampoco permiten un gran número de estudiantes. En la actualidad solo se ven clases dos veces a la semana, tanto en el campus Bárbula como en La Morita (Aragua). Turnos como el vespertino y el nocturno desaparecieron,
Una década de deterioro
Campos explica que antes se veía cuatro veces clases; dos materias por día. Ahora se ven tres y eso dificulta más a los estudiantes puesto que en un día se pueden acumular hasta tres exámenes. Pero eso tampoco justifica las bajas notas que Campos afirma se han vuelto una constante desde 2014 y que tras la pandemia empeoraron.
La calidad de profesores también ha variado. La abogada internacionalista no critica a sus colegas por temas éticos, pero si destaca que hay muchos profesores nuevos.
Antes cuando yo llegué te encontrabas con profesores mayores de mucha trayectoria y peso. Ahora cuesta más. Si hay gente buena pero los de antes eran mejores”, dijo.
En el pasado incluso también los exámenes eran mejores. “Digo mejores porque eran más difíciles, ahora raspan un examen de cinco preguntas básicas”.
Pero la Universidad de Carabobo también tiene responsabilidad. Desde hace dos años aplican un curso introductorio en todas las facultades, exceptuando la escuela de Medicina y Odontología. Aquí realizan tres exámenes en los que evalúan conocimientos en materias específicas, tras un compendio de clases que quedan plasmadas en unas guías en formato PDF.
“Tengo compañeros que ingresaron con 17 puntos, otros con 16, yo lo hice con 15.54 y esos que sacaron buenas notas tienen un record muy bajo”, comenta Farfán quien además denuncia que hay quienes incluso pagaron hasta $500 para obtener una plaza estudiantil.
Los cursos
Las Facultades han desarrollado un programa de talleres de pocas horas para ampliar conocimiento. Sin embargo, algunos de estos llenan sus cupos porque hay un premio detrás.
Te dicen que al hacerlo tienes parte de una materia electiva aprobada ¿Qué sentido tiene ver materias electivas si luego con dos talleres que hagas de $5 no la ves más”, Dice Dayana Obregón quien cambió su nombre porque como estudiante tiene miedo de que hayan represalias.
“Hay una profesora de primer año que amenaza a los alumnos con rasparlos si le llevan la contraria. Imagínate esa profesora regala puntos por ir a su curso”, denuncia Obregón.
Obregón hace referencia a un taller difundido por varios grupos de Whatsapp y que no se realiza en las dependencias de la Universidad, lo hace en las del Colegio de Abogados del Estado Carabobo.
A esto hay que sumarle el sin fin de clases perdidas desde noviembre hasta la actualidad. Obregón relata que una profesora renunció luego que su sección hiciera un reclamo formal ante las autoridades. Pero no es la única, hay otra que desde el inicio de clases hasta la actualidad ha asistido siete veces.
Esta cadena de deterioro viene dada por un sistema universitario que recibe menos del 3 % de su presupuesto, un estudiantado que viene de una primaria y un bachillerato con menos horas de clases, materias ausentes y un interés por aprender reducido. Así como unos profesores sin motivación que se mantienen en el cargo por no dejar la academia.
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