Niños que pasan a educación secundaria y adolescentes que culminan bachillerato, quienes meses atrás vieron partir a sus padres y familiares en búsqueda de mejores oportunidades laborales, acuden solos a sus promociones. Abel Saraiba, psicólogo de Cecodap, recomienda a las personas con las que viven los graduandos que los acompañen.

Caracas. Luciana contó en su cuenta Twitter (@LucyPN) que en una misa de graduación le partió el corazón la situación de una niña que llegó despeinada, con la camisa mal abotonada, acompañada de su hermana de 14 años. Sus padres no asistieron a los actos de grado, porque la mamá está fuera del país y el papá tenía fractura en el pie. Una representante, que estuvo en el evento, la llamó y le tomó fotos junto con su hija también graduando. Los ojos de la pequeña brillaron.

Luiciana también narró que abotonó bien la camisa, peinó el cabello de la niña y le hizo saber que estaba muy contenta porque había sido promovida de grado. Su mirada volvió a brillar de alegría cuando dijeron su nombre y apellido para entregarle el certificado. Me paré y empecé a gritar ‘bravo’ y aplaudí muy fuerte, dijo Luiciana en sus redes sociales.  Contó que gritaba el nombre de la pequeña y sus compañeros no tardaron en imitarla. “La niña caminaba como una diosa, toda orgullosa”, contó en la red social.

Similar situación vivió el pasado 12 de julio Alex Colmenares Monsalve, estudiante del liceo Simón Bolívar de Carapita, quien estuvo sin su madre en la misa realizada en la iglesia La Coromoto, como parte del acto de grado de bachiller en Ciencias. Alex se mostró triste, pues ella está en Colombia y no pudo llegar, pero sus amigos trataron de llenar parte del vacío, lo contagiaron de alegría, se tomaron fotos con él y lo colmaron de ánimos.

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27 alumnos de la escuela San Miguel Arcángel del barrio Carapita pasaron a séptimo grado
Tristeza y depresión

La ola migratoria también ha traído como consecuencia que los docentes, muchos sin estar preparados en la materia, estén dando atención psicológica a estudiantes de padres migrantes, para que puedan continuar en clases superando tristezas y la depresión.

En el caso de la escuela básica San Miguel Arcángel, ubicada en Carapita, parroquia Antímano, durante este año escolar, además de que algunos niños dejaron de ir a la institución sin la debida notificación de sus representantes, tuvieron que lidiar con los niños dejados atrás. La especialista Crismar Meza narró que estos muchachos estaban dados a la apatía y perdieron el interés en asistir a clase, “estaban más rebeldes para llamar la atención por el abandono de esos padres”, dijo.

Vimos este año mucha tristeza, nos topamos con un niño que ya no tenía las alegrías de antes, venía con pocas ganas hasta el punto de que ya no quería asistir. A petición del representante a cargo se refirió a la psicopedagoga, ella aplicó la estrategia necesaria para ver cómo lo ayudaba a él y a sus familiares a sobrellevar esas ausencias”.

Dejados atrás 

Con el término “niñez dejada atrás”, la asociación civil Centros Comunitarios de Aprendizaje por los Derechos de la Niñez y Adolescencia (Cecodap), se refiere a aquellos casos de niños que se quedan en el país al cuidado de otra persona del entorno familiar, mientras sus padres, madres o cuidadores principales migran a otro país.

En la página Papagayo News, Cecodap estima que “aproximadamente 840.000 niños, niñas y adolescentes venezolanos han sido abandonados por al menos un padre en el proceso de migración. Cada vez son más los padres de niños y adolescentes que deciden emprender camino en otro país y dejan a los menores de edad de sus familias bajo la responsabilidad de un familiar, amigo o vecino“.

Al respecto, Abel Saraiba, psicólogo y coordinador del Programa Creciendo sin Violencia de Cecodap, dice que son válidos todos los recursos emocionales que se puedan utilizar para apoyar a estos niños y adolescentes que están por graduarse y sus familiares no están.

Sabiendo que las pantallas no sustituyen los abrazos, no sustituyen los afectos, saber que al otro le importas y que le importa lo que te sucede creo que es importante. Es conveniente para las personas que se encuentran con hijos acá y familiares fuera que estos familiares puedan enviar videos y fotografías y que de alguna manera estuvieran presentes.

Saraiba recomendó a los familiares que, indistintamente que sea tan directa o no la relación con el niño o adolescente, asistan a los actos de grado porque “cuando no es posible que estén papá y mamá u otra persona, vale la pena que el responsable con quien vive el niño pueda acompañarlo en ese proceso, así se sentirá reconocido. La mirada de otro es fundamental. Hay que buscar estos mecanismos de reconocimiento que hagan que un evento trascendente no pase por debajo de la mesa”.

Fenómeno social

Diana Andrades, licenciada en Trabajo Social, con doctorado en Ciencias de la Educación y Gerencia en Salud Pública, lamenta la situación que viven las familias venezolanas como resultado de la diáspora, fenómeno social que afecta el desarrollo integral de la personalidad de niños y  jóvenes, quienes sufren los rigores de la orfandad.

En este punto histórico, donde los jóvenes deben recibir su título de bachiller con algarabía, felicidad, la ausencia de sus padres en este momento empaña su alegría, quebrando su voluntad para la continuidad de sus estudios. La nueva opción en la elección de metas en su proyecto de vida está pautada: migrar hacia el reencuentro con sus padres.

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Andrades ofrece recomendaciones elementales para atender esta situación:

  • Tenemos que reconocer que la migración es un problema nacional de Salud Pública que está afectando directamente a nuestros estudiantes de bachillerato.
  • Se debe evaluar como tal la situación en un diagnóstico social.
  • Se deben establecer estrategias para abordar, reorientar, y generar confianza en los jóvenes en su ámbito educativo.
  • Organizar grupos terapéuticos con equipos multidisciplinarios que promuevan su autoconfianza.
  • Que se promueva el emprendimiento, la asertividad y se fortalezca su estabilidad emocional.
  • Fortalecer la autoconfianza e integración familiar, motivando el retorno a casa de los padres y familiares.
La otra cara de la moneda 

Johana Bello pudo llegar a tiempo para la graduación de sus dos hijas, una va a secundaria y la otra es bachiller. Estuvo año y medio en Perú. Dijo que las llamaba a todos los días, las ayudaba hacer sus tareas, investigaba temas y se los pasaba por WhatsApp.

Para una madre comprometida con sus hijos es primordial. Tomé la decisión de venirme, siete días viajando para llegar aquí. Llamaba todos los días, prácticamente estuve aquí por medio de Internet. Mis hijas se quedaron sorprendidas porque ellas no sabían que venía.

A Johana Bello le pareció hermoso el acto de grado realizado en la escuela San Miguel Arcángel, donde 27 niños con edades comprendidas entre 11 y 13 años pasaron a séptimo grado. Afirma que se quedaría en el país si consigue un trabajo para sustentarse, sus hijas no quieren que se vaya nuevamente.

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Johana Bello, con su mamá y su hija en el salón Santiago Argüelles de la Escuela San Miguel Arcángel, se reencontraron después de un año separadas

En ese mismo plantel, pero en el acto de transición de inicial a primaria, dos representantes llegaron a tiempo. La madre de uno de ellos viajó ocho horas desde Ecuador para ver en primera fila a su hijo.

Yaritza Monsalve, madre de Alex Colmenares, no pudo estar en la misa de grado de su hijo. En la raya llegó desde Colombia al Teatro Catia a la entrega de títulos. Lo sorprendió con un detalle de globos de colores.


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