Los salarios en las universidades no permiten asumir la docencia como una forma de vivir dignamente. En los años 70 un profesor llegó a percibir 1000 dólares. En los últimos 5 años no han superado la brecha de ganar más de 5 salarios mínimos. En la UCV han renunciado más de 2000 profesores, mientras que en la USB la planta de investigadores pasó de 424 a 224. Los estudiantes tampoco pueden continuar, la deserción en la UCV es 29 %. En la USB dejó de inscribirse 31 % de los alumnos.

Caracas. Los pupitres y escritorios se quedan vacíos en las aulas de las universidades nacionales. La matrícula estudiantil y la relación del personal académico son números que mes a mes pierden dígitos. El asfixie presupuestario que se instaló en las universidades como una política pública desde 2007, deja morir de mengua a la academia. Una agonía que las vacía de su principal capital: profesores y estudiantes.

Para Tulio Ramírez, profesor universitario y doctor en Educación, los salarios de los profesores en las universidades no permiten asumir la docencia como una forma de vivir dignamente. El Vicerrectorado Administrativo de la UCV hizo en abril un cálculo de las tablas salariales en dólares. Ni siquiera un docente titular, con doctorado y a dedicación exclusiva, percibe más de 20 dólares al mes.

En los últimos 5 años los docentes no han superado la brecha de cobrar más de 5 salarios mínimos. Los gremios de profesores califican esta situación de el periodo de salarios más bajos de la historia universitaria. Hasta 22,36 salarios llegó a recibir en 1978 un profesor titular, mientras que un instructor alcanzó los 10,84.

Alfredo Marcano, coordinador del Vicerrectorado Administrativo, tiene 30 años de servicio en la universidad y recuerda que el salario de entrada de un profesor instructor —primer escalafón— llegó a ser 1000 dólares. Siendo estudiante y preparador, su beca fueron 100 dólares.

Pero no solo han vivido 10 años en total desalarización, también quedaron rezagados con respecto a la discusión de la IV contratación colectiva. Dependemos de aumentos unilaterales, no hay posibilidad de discutir el salario las federaciones y gremios con el patrono, dijo Tulio Olmos, de la Asociación de Profesores Universitarios de la UCV.

El abandono de las aulas por parte de los docentes es desgarrador. En los últimos cinco años han renunciado 2018 profesores de la UCV, si se sentaran en el Aula Magna la llenarían casi en su totalidad. Los picos más altos han sido 2015 y 2016, cuando en cada año se registraron más de 400 renuncias.

La UCV cuenta con una nómina de 22.000 trabajadores, más de 50 % corresponde a personal jubilado. Marcano destaca que hay “importantes renuncias en todos los sectores laborales sin contar los permisos no remunerados”.

En 2017 el Vicerrectorado Académico hizo un análisis de personal docente y de investigación. Para 2013 la universidad contaba con 3125 profesores ordinarios, en 2017 descendió a 2889.

El personal de las universidades continúa yéndose. Forman parte de la crisis de refugiados más importante de la historia reciente de América Latina, por la que 4 millones de venezolanos han salido del país. De 2014 a 2019 en la Universidad Simón Bolívar renunció 63 % de los profesores, reportó el Vicerrectorado Administrativo. En los primeros 5 meses de 2019 se han ido otros 19, según datos de la Dirección de Gestión del Capital Humano.

La planta de docentes ordinarios —que hacen investigación— para el año 2000 era de 424 solo en la sede Sartenejas. Dos años después, superó los 500. Esta cifra comenzó a caer hasta reducirse a la mitad en 2018, cuando la Secretaría de la USB reportó que quedaban 224 docentes investigadores.

Los profesores universitarios que quedan aquí se están echando al hombro la academia, cada vez con menos posibilidades de sobrevivir, apunta Ramírez.

Él prefiere hablar de abandono en vez de deserción. “Literalmente, han huido buscando mejores ofertas. Al menos 30 % de los docentes de las grandes universidades han renunciado. Un poco más en LUZ y UCV. Un poco menos en ULA y UDO”, indicó.

universidades

Estudiantes no pueden continuar

Llegó un momento en que Brawyan Aparicio ya no pudo concentrarse en sus estudios de Ingeniería de Producción en la USB: Cada día veía como se deterioraba la universidad, los profesores se iban. Todo iba peor, eso me dolía y me estaba afectando. Mi mente estaba en otra parte. La salida fue emigrar.

Abandonó estando en el tercer año de la carrera. Y aunque ha pasado un año y medio desde que se fue a Argentina, dice seguir enamorado de la universidad: Tengo un sentido de pertenencia muy grande con la Simón Bolívar. Es mi casa de formación personal, más allá de que no fue la profesional.

Aparicio ya tiene 23 años de edad, la misma que tiene la mayoría de quienes fueron sus compañeros y que hoy están por graduarse. Él, al contrario, comenzó  a estudiar en abril Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina. Tiene dos compañeros que son venezolanos, fue estudiante de la USB en la sede Litoral.

“Me ha tocado trabajar 12 horas durante casi 9 meses. Estoy haciendo algo que no hacía antes, estudiar y trabajar, pero no me arrepiento”, expresa. Con el dinero que ganó se compró una moto y ahora trabaja como delivery.

La Dirección de Admisión y Control de Estudios (Dace) de la USB realizó una encuesta en 2018 para conocer las razones por las cuales los estudiantes no continuaban sus estudios.

El documento expone que la difícil situación del país ha llevado a que 33 % emigraran o vayan hacerlo, 32 % respondió que van a continuar estudios fuera del país, 19 % dijo que no era la carrera de su preferencia, mientras que 16 % expresó que tienen la necesidad de trabajar para mantener a su familia.

Dace también preparó un informe sobre la población que dejó de inscribir el trimestre entre enero de 2010 y diciembre de 2018.

En 2010 la USB contaba con 7612 inscritos. En 2018, la cifra de estudiantes inscritos bajó a 5445, de esos, 2523 no formalizaron la inscripción.

Desde el trimestre enero-marzo de 2010 y hasta el 2016 el promedio de estudiantes activos por trimestre que no se inscriben en cada período es de 14 %, sin embargo, en los últimos dos años se incrementó a casi 26 %. El año pasado se registró el mayor número con 31 %.

Una de las razones que lleva a los estudiantes a no inscribir el trimestre es la suspensión de actividades tras los paros universitarios.

Las condiciones político-económico-sociales que actualmente enfrentan los ciudadanos de nuestro país, han afectado la prosecución de nuestros estudiantes y el panorama no visualiza un cambio sustancial en el corto plazo, se lee en el documento.

universidades

Solo en el trimestre septiembre-diciembre de 2018; 403 estudiantes perdieron la inscripción por normas de retiro.

El último dato oficial de deserción estudiantil que la UCV dio fue en marzo de 2018. Para entonces el secretario de la UCV, Amalio Belmonte, dijo que llegó a 29,1 % en 2017. De 48.000 estudiantes pasó a 32.000.

Según del Resumen Gerencial de 2017 que realizó el Vicerrectorado Académico, la matrícula total de estudiantes de Postgrado y Pregrado de la UCV entre 2015-2016 era de 54.656 estudiantes. El padrón electoral para las elecciones estudiantiles del 7 de junio fue de 28.000 estudiantes.

Para entonces Belmonte ya alertaba que la tendencia para 2018 no es alentadora, “la situación se percibe con mayor fuerza que el año pasado”, dijo.

Para Mariella Azzato, vicerrectora administrativa de la USB, el Estado logró que la educación sea elitista: Estudian solo que los pueden, no los que quieren, ni siquiera las universidades públicas y gratuitas pueden salvar una matrícula.

En los últimos tres años la Universidad de Carabobo ha perdido 20.000 estudiantes. En 2015 llegaron a tener 60.000. Tenemos 30 % menos de la demanda de estudiantes de bachillerato. Eso afecta al número de estudiantes a futuro, dijo el vicerrector administrativo, José Ángel Ferreira.

Las becas estudiantiles no son una opción para los estudiantes: apenas son 720 bolívares. La beca ayudantía está en 900 bolívares y la de preparadurías en 1080 bolívares. Desde 2017 la Organización de Bienestar Estudiantil (OBE) de la UCV, solicita al Ejecutivo que se establezca un monto relacionado con el salario mínimo.

La idea es que se incremente al mismo ritmo que los sueldos, aunque estamos conscientes de que apenas cubriría parcialmente el pasaje y materiales de estudio, dijo Aurimer Meza, directora de OBE.

Lea también: 

• Las fallas eléctricas le apagan la luz a la Universidad del Zulia (I)

• Las sombras de la delincuencia no han podido vencer al Núcleo de Maracay de la UCV (II)

• UDO intenta sobrevivir entre presupuesto irrisorio, toma del rectorado de Cumaná y robos sistemáticos (III)

• Profesores de universidades del Táchira buscan alternativas más allá de la frontera para subsistir (IV)

• Presupuesto para mantener las universidades sale del bolsillo de sus profesores (V)

Fotos: Tairy Gamboa


Participa en la conversación