El rector de la UCAB, quien tiene amplia experiencia en la organización popular, señaló que el Gobierno “desdibujó” el papel de los dirigentes comunitarios.
Caracas. El rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) José Virtuoso (1959) tuvo una activa participación en la organización comunitaria en la década de los 70, 80 y 90. El Sacerdote Jesuita (S.J.) señala que en los últimos años, el Gobierno desdibujó la figura del dirigente comunitario para convertirlo en un “empleado” del Estado y quitarle su autonomía. “Se generó una dinámica perversa”, sostuvo.
Aunque considera que sería “mezquino” no reconocer que entre los años 2003 y 2009, hubo beneficios reales para los sectores populares a través de las misiones sociales, agrega que todo esto se hizo a costa del necesario impulso que había que darle a la productividad y se perdieron valores como la idea del esfuerzo y del trabajo. Apunta que lo que añora el venezolano de a pie es la época de las “vacas gordas”, por lo que vaticina que si el petróleo sube de precio, también lo hará la popularidad del chavismo: “Si no aprendemos de lo que nos está pasando estamos condenados a seguir viviendo en el fracaso”.
Virtuoso es un hombre que puede navegar por distintas aguas con facilidad. Además de ser licenciado en Ciencias Políticas y doctor en Historia, tiene una amplia experiencia en la observación electoral nacional e internacional. A su juicio, el diálogo “serio” es necesario, pues ninguna transición democrática se produce sin un proceso de negociación de por medio. “El diálogo y la movilización son dos cosas que van de la mano”, indicó.
¿Ha cambiado en algo la situación de las comunidades en estos 18 años?
—Hay dos miradas: una de lo obvio, que sería mezquino no tener en cuenta, y después hay una mirada un poco más profunda que es donde podemos dar algunos elementos críticos. A partir del 2003, el Gobierno asumió la bandera de las luchas reivindicativas populares. Su gran invento, a mi manera de ver, fueron las misiones sociales. Fueron un modo de vincular las políticas públicas con la participación comunitaria. En segundo lugar fue una manera de distribuir la renta petrolera en los sectores populares, a través de bienes y servicios, fue una manera también de empoderar a la gente. Ese es un elemento que estaba también vinculado con el proceso de crecimiento real de la economía. No solamente es lo que tú vivías en tu barrio, sino que de alguna manera la economía crecía gracias al crecimiento del consumo.
Hay que decir que, lamentablemente, la producción no creció mucho, sino que nos convertimos en una sociedad con una gran capacidad de importación y en un Estado que distribuía eso que importaba a muy bajos costos. Esto es desde el año 2003 hasta el año 2009, aproximadamente. Evidentemente, durante esos seis años hubo una serie de beneficios reales.
Luego vino lo que todos nos temíamos. En la medida en que bajaran los recursos, que bajara la capacidad de distribución del Estado, porque se mermaban los recursos económicos gracias a los precios del petróleo, empezaron a llegar los problemas hasta el momento en que el Estado no puede seguir cumpliendo esa función como la venía desarrollando antes. A partir del año 2010 se ve ese crecimiento acelerado de la pobreza en el país.
Más allá de eso, creo que a nivel comunitario se generó, durante estos años, una dinámica perversa. En el sentido de que mucho de este liderazgo, muchas de estas organizaciones que surgieron, mucha de esta participación que hubo en las comunidades estuvo muy vinculada al auspicio del Estado y estuvo muy relacionada de manera clientelista con el Estado.
En todos estos años, se nos fueron desdibujando las organizaciones comunitarias con sentido de autonomía, de lucha, independencia y de esfuerzo propio. Ahí tenemos lo que pasó con las cooperativas en Venezuela que fue una cosa realmente lamentable. De la noche a la mañana nos inventamos que había no sé cuántas cooperativas. Muchos se metieron a cooperativistas. Las buenas que existían se fueron al desastre. Empezaron a recibir créditos muy blandos y fáciles del Estado, bajo la pretensión de que eso era ayudar a la gente y en realidad eso no es ayudar a la gente, eso lo que termina es creando una dinámica perversa de muchas maneras.
[irp posts=”36242″ name=”Aveledo: Nunca se puede renunciar a conversar con los adversarios”]¿Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) entran ahora en esta misma política?
—Claro, a partir de ahí se han generado las perversiones habidas y por haber. Los consejos comunales comenzaron siendo una iniciativa, a mi manera de ver, buena, pero al estar tan vinculados al Ejecutivo terminaron convirtiéndose en correas de transmisión de las políticas públicas del Estado. El consejo comunal eran, en su gran mayoría, empleados prácticamente del Estado. La presencia de los Clap, la manera como entiendo que se está organizando y llevando adelante, es realmente problemática. Es un grupo de la comunidad que escoge el Estado, que hace el censo de la familia, lleva la bolsa, prepara la bolsa, recibe la bolsa. De alguna manera conviertes a un grupo de esos en el representante del Estado ante la comunidad, y de alguna manera son los emisarios del Estado de una política pública concreta.
Se ha hablado mucho de que el liderazgo político, de un lado y del otro, no sabe interpretar las demandas de las comunidades.
—Hoy desde el lado del Gobierno me parece que eso es clave. Así como uno puede decir que el éxito de Chávez en el año ’98 es que hablaba sobre las demandas de la gente y que el liderazgo político estaba de espaldas a las exigencias de la gente y esta se sintió representada en el discurso, en las expresiones de Chávez y él sabía que esa era su fortaleza y la continuó profundizando. El chavismo dejó eso a partir de la muerte de Chávez. El chavismo, hoy por hoy, requiere, si quiere mantenerse como fuerza social, repensarse en los contextos populares, requiere fortalecer sus redes a esos niveles y su capacidad discursiva y simbólica. Tiene que dejar de estar de espaldas a la gente.
No puede ser que el discurso sistemático del Gobierno sea negar el problema con las medicinas, con la inseguridad, con los Clap. Todo lo que implique una crítica al Gobierno, eso es problema de la oposición, del imperialismo, etc,. La gente en la calle se pregunta en dónde vive el Gobierno porque siente que sus necesidades están fuera de ese contexto. Si algo está pasando es el desapego del Ejecutivo con la conexión popular.
En el caso de la oposición ha habido un proceso inverso. Los partidos de la oposición han venido ganando espacios, significados, presencia en los sectores populares. Creo que sería mezquino con la oposición no reconocer que el triunfo del 6D pasado fue un triunfo que se obtuvo gracias a que se alcanzó la mayoría de votación en sectores populares. Eso no es simplemente porque la gente decidió votar en castigo al Gobierno. La gente estaba descontenta con el Gobierno pero escogió esta opción. Si se convierte en una opción es porque algún nexo de confianza hay. Me parece que sería mezquino negarle a la oposición partidista que hay, que se ha venido ganando espacio en comunidades populares importantes.
Ahora, no basta con eso, en la oposición todavía hay un espacio importante que hacer, de seguir creciendo y vinculándose, de seguir tratando de entender mejor la cultura popular, participar más activamente en los procesos de organización de la vida comunitaria, acercarse más a su realidad, de tal manera que gane espacios ahí.
[irp posts=”29583″ name=”López Maya: Lo ocurrido en la frontera es un muro de Berlín a la venezolana”]¿Qué añora la gente en este momento?
—Los años de las vacas gordas. Si no aprendemos de lo que nos está pasando, estamos condenados a seguir viviendo en el fracaso. Aquí pasaron dos cosas: uno oye el desparpajo con que el Gobierno dice que hay que superar el rentismo, y si alguien fue rentista a lo largo del siglo XX, ha sido precisamente el chavismo. Incluso el socialismo, la revolución socialista, fue una revolución socialista rentista. ¿Qué es lo que se distribuía en la población? La renta que el Estado tenía por concepto de petróleo y ese rentismo fortalecía los principios de la “revolución”. Me parece un desparpajo esto de que hay que ir a la Venezuela productiva. Lo primero es que nosotros como venezolanos, en estos ciclos de baja de renta, nos hacemos especialmente críticos del rentismo, pero cuando la renta está en sus mejores momentos y vivimos de la distribución del Estado se nos olvidan todas las críticas.
Si el país quiere avanzar, tiene que ponerse serio en el tema de que un país no puede echar para adelante sino con trabajo, productividad, con desarrollo de la empresa, tanto pública como privada, que el Estado no lo puede hacer todo, que es necesario que la empresa colabore y esté presente, que el régimen de mercado es necesario. Un mercado que funcione, un mercado de competencia y con los controles que el Estado tiene que poner para que no se desvirtúen las cosas. Si eso no lo asimilamos y maduramos no vamos a salir adelante. Si mañana se recuperan los precios del petróleo y el Estado puede seguir con su distribución y sus beneficios a todos los niveles, la popularidad del chavismo crece.
¿Ve posible que se haga el revocatorio este año?
—Todas las cartas están sobre la mesa y cualquier cosa puede pasar. Puede pasar que el régimen político y su liderazgo decidan suspender la consulta del 26, 27 y 28 de octubre. Es una acción perfectamente válida por varias vías o también puede decidir ir a la consulta, probablemente la pierde y entonces decide es ir al referendo en el 2017. Cualquier cosa de esas puede pasar. Yo sí comparto la tesis de que matar el referendo, como se ha dicho, en el sentido de que ni vamos a la consulta del 26, 27 y 28, que en ese caso la oposición tiene razón. Le estás quitando la única válvula de escape que tiene la sociedad venezolana. La única esperanza de comenzar una transición pacífica y, efectivamente, el cuerpo social va reaccionar a eso y vas a generar una dinámica en la que abiertamente has cambiado de régimen, pasas de ser una democracia a ser abiertamente una dictadura y eso cambia toda la situación.
Los momentos que vivimos son momentos definitorios. Estamos en el límite, porque si se mata el revocatorio con una sentencia que dice que hay que volver a recoger el 1 %. ¿qué es lo que haces? Estás desconociendo la Constitución y la voluntad popular por la vía de los hechos. Estas creando un Gobierno inconstitucional, imponiendo la voluntad de un sector sobre la gran mayoría, incluso contra esa mayoría. Estás generando un régimen dictatorial y tiránico. Eso cambia totalmente la dinámica política. Yo creo que el Gobierno también está consciente de eso y creo que a nivel político saben que eso tiene un costo muy grande y me imagino que eso se está analizando.
Hay actores políticos que dicen que hay que descartar el escenario del revocatorio en el 2017. ¿Qué opina usted?
—Lo ideal es que sea en el 2016, es lo que la mayoría de la gente espera, pero si se produce en el 2017 claro que hay que ir y hay que participar. Claro que tendrá unos efectos importantes. A mí me perece que ponerse con eso de que en el 2017 es ‘salir del dictador pero dejar la dictadura’ no es así. Con un revocatorio en 2017, la gente está diciendo no queremos a este Gobierno y, por supuesto, no queremos este régimen. Eso sería una conquista, una victoria muy importante de la sociedad. A veces pareciera que el Gobierno se prepara para ese escenario.
[irp posts=”36921″ name=”El descontrol del Gobierno en el manejo de las finanzas públicas”]¿Qué papel puede jugar el Vaticano en el proceso del diálogo?
—El dialogo es necesario. Yo soy de los que cree que no hay transición democrática si no hay acuerdo y no hay negociación. Ninguna transición democrática ha sido por los golpes. Las transiciones que han sido por los golpes son transiciones violentas, no democráticas. ¿Eso quiere decir que si dialogamos no protestamos? No, es diálogo y presión, diálogo y exigencia democrática. Diálogo y movilización son dos cosas que van de la mano.
Segunda cosa: lo que hay que exigir es que el diálogo sea verdadero. El diálogo no es para reunirnos a conversar o un intercambio de insultos. El diálogo tiene que tener unos objetivos, unos propósitos, una metodología. Es una cosa muy seria. Lo hemos visto en Colombia. Con todas las deficiencias que se acusan de este acuerdo de paz entre las FARC y los colombianos, se hizo con un proceso, una metodología y unos mediadores. Yo sí creo que Venezuela requiere de un diálogo profundo pero serio. Si alguien tiene que luchar por un diálogo en Venezuela son precisamente los sectores sociales que quieren un cambio.
El Vaticano puede jugar un papel clave, pero tampoco se debe sobredimensionar. Hablar del Vaticano es hablar del Papa Francisco que tiene un liderazgo real importante y la Iglesia Católica venezolana tiene un reconocimiento muy importante. Ojalá que, aparte del Vaticano, pueda haber otras instancias internacionales que puedan fortalecer ese papel, al igual que instancias nacionales. También tendría que haber una cierta participación de personas o de instituciones de la vida nacional que jueguen ese papel de intermediadores y de convocantes.
Fotos y video: Miguel González
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