Teresa forma parte de la Cofradía de Cargadores del Nazareno desde hace 25 años. Los orígenes de esta cofradía datan de finales del siglo XVII, pero fue en 1997 cuando la Arquidiócesis de Caracas la formalizó como una organización, que incluso tiene normativas.

Caracas. Teresa Aguilera conoció la devoción por el Nazareno de San Pablo a través de su mamá. Sus recuerdos no son muy claros. No sabe muy bien qué fue lo que llevó a su madre a tener tanta fe hacía la figura religiosa de piel morena, vestida con túnica morada.

Esta era la iglesia preferida de mi mamá. No sé muy bien por qué, pero para ella todo era El Nazareno.

No está muy alejado de la realidad decir que Teresa fue de las primeras mujeres, posiblemente la primera, que cargó sobre sus hombros a la figura de El Nazareno, cuando sale de procesión por el centro de Caracas, cada Miércoles Santo.

Desde hace 25 años Teresa forma parte de la Cofradía de Cargadores del Nazareno. Los orígenes de esta cofradía datan de finales del siglo XVII. Pero no fue hasta 1997 cuando la Arquidiócesis de Caracas la formalizó como una organización, que incluso tiene normativas.

Foto: Manuel Díaz
Lo que pesa el Nazareno 

La cofradía del Nazareno es la encargada de sacar en procesión al Nazareno en Semana Santa y también de cuidarlo durante gran parte del año, sobre todo en eventos especiales. La imagen pesa unos 850 kilogramos y mide 1,74 de alto. Su origen data de los años 1600.

La luz de la tarde es lo que acompaña a la procesión de El Nazareno, una de las costumbres más emblemáticas de la Semana Santa caraqueña.

La cofradía está compuesta en la actualidad por 120 personas. 102 hombres y 18 mujeres. El grupo de mujeres se encarga de llevar en hombros a la virgen de La Dolorosa, figura que acompaña la procesión. Pero ellas también cargan al Nazareno. La que quiera hacerlo puede tomar un lugar en cada relevo. La primera vez que Teresa cargó al Nazareno fue cuando ya tenía un año dentro de la cofradía.

Foto: Manuel Díaz

Teresa tiene 69 años de edad. Por estos días camina con ayuda de un bastón. Así anda de allá para acá por la Basílica de Santa Teresa porque está encargada de custodiar quién entra y quién sale de la capilla, donde habita el Nazareno durante todo el año.

La oscuridad y la fe

La vida de Teresa tiene episodios claros y oscuros. Entre la oscuridad está la muerte de tres de sus cuatro hijos, los vicios que estuvieron por mucho tiempo en su cotidianidad y un desamor. Sobrevivir a toda esa oscuridad son “milagros” que Teresa le atribuye al Nazareno.

Ahora su soporte son sus tres nietos y la fe, esa misma que la mueve a levantarse tempranito, salir de El Cementerio, donde vive, e ir a cuidar al Nazareno.

Me vine escondida de mi nieta. Ella no quería que saliera porque la osteoporosis casi no me deja caminar, pero a mí no me gusta depender de nadie.

La emoción de saber que se acerca el momento de cargar al Nazareno puede más que el dolor en sus rodillas y en sus pies.

Teresa sabe que este año sus compañeros se oponen a que ella cargue la pesada figura pero ella está dispuesta a hacerlo, lo expresa en las facciones contundentes de su rostro cuando dice que no puede pasar un año sin que ella esté ahí.

A mí el Nazareno no me pesa. Cuando lo cargo siento paz. Para mí es una dicha estar aquí.

Lo que hace falta para cargar al Nazareno

Para cargar al Nazareno hacen falta 32 personas. Todos y todas lo hacen con un uniforme en particular: pantalón, correa y corbata negra y una camisa de vestir morada, que usan solo el Miércoles Santo. Hay otro que es para eventos especiales cuya diferencia es una camisa de vestir blanca.

También hace falta seguir un vaivén, un andar que los “cofrades” aprenden con la práctica.

Foto: Manuel Díaz

Nosotros practicamos y nos esmeramos en ese vaivén con el que va su batola y que hace parecer que él va caminando. Es una pasión.

Llevar al Nazareno en procesión es un baile que requiere “elegancia, disciplina y ética”. Así lo describe Humberto Mariño, integrante de la cofradía desde hace más de 30 años y quien tiene 65 años de edad.

Los párpados de Humberto se abren con holgura y su voz se vuelve enfática cuando habla sobre lo que significa cargar al Nazareno. Estar delante de miles de personas y ser él una de las 32 personas que lleva en hombros al Nazareno “es un privilegio y un honor”.

Foto: Manuel Díaz

“Llevamos un ritmo bailado, muy suave. Ese no es cualquier santo. Cuando llegamos a una esquina, hacemos lo que llamamos un cuarto. Allí avanzamos de la manera más lenta, más suave, de la manera como él iba hacia el camino del calvario: con pasión”.

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