Protagonizada por Diego Luna, la historia de Disney+ crea un personaje que se ubica en los entrañables del mundo ficticio. Una trama coherente y cautivante

Caracas. Disney vuelve a fortalecer la saga Star Wars con una serie. Si con The Mandalorian revitalizó una historia que en sus películas perdían potencia por los altibajos, ahora con Andor se confirma que el universo creado por George Lucas puede sobrevivir sin las constantes referencias ni alusiones demagógicas al pasado.

La serie está ambientada en los momentos previos a todo lo que ocurre en Rogue One: una historia de Star Wars (2016), esa película que mostró cómo se ideó el plan para destruir la Estrella de la Muerte.

Cuenta la historia de Cassian Andor (Diego Luna) un piloto que vive en el sector de Libre Comercio Ferrix, donde empieza a incursionar en los entonces incipientes movimientos rebeldes.

Con un pasado desconocido, es presentado como un personaje inquieto, algo errático, inconforme y algo altanero, pero esa actitud es acorde con los caminos que empieza a tomar, no sin antes experimentar una confusión bien llevada en su determinación por entender su lugar en los hechos en los que poco a poco se ve involucrado.

Andor fue creada por Tony Gilroy, quien escribe y dirige varios de los capítulos. Es el director de películas como El legado Bourne (2012) y Michael Clayton (2007), además de guionista de Rogue One: una historia de Star Wars, por lo que no solo sabe maniobrar en los intríngulis de historias de acción y personajes atormentados.

Andor
Desde el comienzo, Cassian Andor se muestra solitario y en constante búsqueda

Son 12 capítulos en los que el protagonista recibe un tratamiento coherente y afilado en su viaje, en el que siempre anda en una constante búsqueda. Todo comienza por la intriga debido al destino de una hermana desaparecida, pero en ese proceso, son cada vez más los eslabones hacia una tarea ulterior, en la que está siempre en constante huida.

A su vez, en las altas esferas se mueven los tejidos de la conspiración, entre aquellos integrantes de la élite inconformes con lo que sucede debido a las decisiones imperiales. Así, las intenciones se van concatenando en un camino hacia el mismo objetivo, pero en una intriga que se transmite al espectador.

Como ocurre con The Mandalorian, Andor es una serie que puede sobrevivir incluso sin el resto de la saga. Si bien hay referencias notables, su cierta autonomía en esta primera temporada permite captar su conflicto y resolución sin depender de las redes perpetuas a todo el universo de la saga.

Andor
El protagonista de pronto se ve envuelto en todo un movimiento rebelde

De los 12 episodios, hay tres que destacan por toda la tensión alrededor, el manejo de los miedos en el protagonista, la determinación posterior para evitar la caída y la posterior inestable redención. Son los números 9, 10 y 12, entre los que tienen mejor puntuación en el portal IMDB.

Contrario a Obi-Wan Kenobi, que también se estrenó el año pasado, Andor elude complacencia y constantes reminiscencias a las figuras claves de la saga. De hecho, en contraposición a la historia protagonizada por Ewan McGregor, no hay lugar para impulsar la duda en el comportamiento futuro de aquellos personajes que aparecen en las películas famosas. Ambas están disponibles en Disney+.

La actuación de Diego Luna en Andor le valió nominaciones a premios como los Globos de Oro y los Critics Choice en las categorías actorales de drama. No sorprende, pues su trabajo está muy bien para un personaje que se suma a los entrañables de Star Wars. Un punto clave es un villano que empieza a delinear su destino desde los primeros capítulos: Syril Karn (Kyle Soller). Calculador y frío, da entender que su plan es contundente, pero en estas primeras entregas tan solo se ve la antesala. Va desde la derrota hasta el vehemente regreso. 

Es una serie inquietante y cautivante, que va más allá del populismo hacia los fanáticos. Se nota que sus responsables no solo aman el universo de George Lucas, sino que también lo respetan y tratan con dignidad. Logran así una obra que está en sus plenos cabales, que no solo cumple, sino que mantiene un ritmo de emociones en cada episodio, con un protagonista incierto, pero no por desorden de escritores, sino por su humanidad, por esa perplejidad en la que se encuentra sumido en el sendero hacia la búsqueda de un fin máximo.

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