El trujillano de 21 años aspira a convertirse en el primer venezolano que dispute una final de clavados en la máxima cita del deporte universal.

Caracas. Oscar Ariza llegó al Centro Acuático Tatsumi de Tokio y, como es habitual antes de cada competencia, revisó las instalaciones, observó la rutina de los demás atletas y levantó su mirada para contemplar la plataforma de clavados. “Me percaté de que en ese escenario podría estar para los Juegos Olímpicos y me dije a mí mismo que iba a demostrar para clasificar a esos juegos”, apunta el saltador.

Al momento de subir para realizar su ejecución en el Mundial, el joven de apenas 21 años de edad recordó el consejo de su padre: “Hijo, cuando estés en la plataforma, imagina que todo el ambiente está en blanco. Concéntrate, porque allí eres tú y más nadie”.

A juzgar por el resultado, las recomendaciones paternas fueron más que oportunas. Ariza se ubicó en el puesto 17 de 46 participantes en la plataforma de 10 metros, suficiente para asegurar su presencia en la máxima cita del deporte universal. ¿Su reacción al obtener la clasificación? Entre la emoción y la incredulidad.

Quedé como en shock, porque había logrado mi primer objetivo después de tantos años de preparación. Tuve muchos sentimientos encontrados”, señala el nativo de San Isidro, en Valera, estado Trujillo.

El clasificado 24 de Venezuela a los Juegos de Tokio –la cuenta va por 26 anotados al 13 de mayo– está en su segundo ciclo olímpico, si bien desde los 9 años de edad integra la selección nacional de la disciplina. Su buen desempeño le valió obtener una beca de la FINA (Federación Internacional de Natación) para prepararse en Rusia, donde afina detalles y corrige los errores cometidos en suelo japonés.

“En este ciclo he participado en todas las competencias de la ruta. He crecido mucho porque he competido con los grandes en Suramericanos, Centroamericanos y el Mundial, y eso me ha ayudado en mi parte psicológica y a drenar esos nervios que todavía están pero no como antes”, asegura.

Ariza resalta sus progresos en lo mental porque, a su juicio, los clavados se resumen en 90% de importancia para lo psicológico y el 10% restante para lo físico.

“He aprendido mucho a manejar la mente. Respiro profundo y eso es algo que influye mucho al momento de competir, porque te pueden traicionar los nervios. Te pueden temblar las piernas o puede pasar que la adrenalina suba demasiado y el clavado no te vaya a salir bien”, explica.

Pilares de vida

Claro que, según el tritón andino, hablar de su evolución en los saltos no sería posible sin mencionar el apoyo de su familia, “su pilar de vida” que ha estado allí desde que, como cualquier niño, quería saltar en una piscina y quedaba embelesado al ver a los clavadistas dando vueltas en el aire, algo que a su edad consideraba como “fuera de este mundo”.

Mi familia para mí lo ha sido todo. He tenido los mejores padres, al igual que mi hermana. Me han apoyado al 100 %. Mi clasificación para ellos fue la mejor noticia, señala quien aspira a convertirse en el primer clavadista venezolano en una final olímpica.

Ariza reconoce que los competidores de otros países son “durísimos”, y estar en el podio de Tokio “es difícil porque hay atletas con distintos grados de dificultad”, aunque no cree en imposibles. Al menos ya sabe qué consejo seguir cuando toque subirse a la plataforma.

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