Artesana marabina inspirada en su devoción pinta punto a punto réplicas de La Chinita con material reciclado

artesana en Maracaibo

Madera, taparas y cartón, son la materia prima de los lienzos de Raquel Ocando. Aplicando la técnica del puntillismo, convierte las estructuras en imágenes de La Chinita que los maracuchos se han llevado por el mundo en medio de la migración venezolana.

Maracaibo. La plazoleta de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá (La Chinita) fue durante varios años el lugar feliz de la familia Ocando, lugar en el que el señor Nerio, llevaba cada 18 de noviembre a sus cinco hijos. Con cada bajada de la patrona del Zulia, encuentro y muestra de gratitud, la fe y el regionalismo se fue arraigando en el corazón de los hermanos.

Para Raquel, la menor de aquellos cinco niños que iban de la mano de papá a adorar a María, esos recuerdos están inmortalizados en su memoria y confiesa que son la base de su devoción, inspiración y la negación total de partir de su tierra.

Se abre el portón eléctrico de la vivienda de Raquel Ocando, y al fondo se ve la pared del garaje que sirvió de lienzo para ilustrar las casitas del saladillo, coloridas y llenas de vida, son las responsables de dar la bienvenida a la casa familiar y como si el tiempo no pasara, se mantiene luminosa y llena de arte en cada rincón.

En la planta alta, al lado de su habitación, está su taller, atiborrado de materiales de desecho, frascos de pintura, pinceles, cuadros, trozos de madera y en el centro una mesa con un escrito que dice: No se dice no sé, se dice ¿Cómo se hace?, ese es el lugar en el que nacen sus obras y pasa más de 12 horas al día pintando chinitas y tarareando canciones del grupo San Luis.

virgen morena
Raquel Pasa mas de 12 horas pintando en su taller. una virgen tarda tres días de trabajo/José Ángel Núñez

La historia del arte de Raquel se remonta a su niñez, cuando ella y su hermana Maridyn, que hoy es artista plástica, hacían recuerditos para fiestas, comuniones, cumpleaños, entre otros y así ganaban un poco de dinero mientras mostraban sus habilidades con las manualidades. En 2007 Raquel conoció a Adriana Martínez, una empresaria y artesana zuliana que le enseñó el arte del puntillismo sobre madera y ese mismo año, luego de pintar a la perfección un muñeco de nieve, se enamoró de esta técnica que hasta la fecha conserva.

¿Por qué la Chinita?

Porque soy muy devota. Desde muy pequeñita mi papá nos inculcó el amor a María. La Chinita es parte de lo que somos, es nuestra tradición. Yo soy chiquinquireña de corazón, ella es la que me inspira, tanto que si alguien me encarga una Chinita y no me dan ganas de pintarla, sé que es porque ella no se quiere ir con esa persona y no lo hago”, dijo la artesana de 44 años.

Perfectamente ilustrada y moldeada en puntos de colores que se van degradando entre luz y sombra para dar un efecto de realismo, la mujer mostró el modelo de virgen que más vende, para la que se necesitan 25 tonos de pintura diferentes y tres días de trabajo. Las vírgenes de Raquel, como son conocidas en el mercado, han llegado a Perú, Chile, Argentina y Estados Unidos debido a la migración.

“Cada vez hay más maracuchos regados por el  mundo que quieren tener un pedacito de su tierra, de su fe, en su nuevo hogar”.

También hay quien recibe de manos de la artesana las obras como regalo y dice que eso le trae bendiciones, porque generalmente obsequia las vírgenes a gente que llega a la vida de su familia y es una manera de agradecer para ella. “Salen rápido, a veces no las he terminado de pintar cuando ya están pedidas y la mitad las obsequio. Si no hay ventas es porque no hay inspiración, no hay chinitas que transmitir”, insistió.

Gracias a esos regalos, el arte de Raquel tiene en la publicidad boca a boca, una promoción y gracias a eso tiene un ingreso familiar, aunque confesó que es apenas este año que las ventas se han levantado, porque durante el confinamiento por la pandemia no generó nada, ahora se ayuda con sus redes sociales.

Siempre el reciclaje

Saber administrar el tiempo es la especialidad de Raquel, entre ser mamá de tres chamos y su arte, también funge como Coordinadora Social de la Fundación La Papelera Tiene Hambre en el Zulia, da talleres de pintura en el Instituto de la Mujer, imparte educación ambiental y enseña a los niños a hacer ecobloques y sus propios juguetes con botellas plásticas como carritos y perinolas. Además, participa en el programa Orillas Limpias del Lago de Maracaibo, pinta murales, entre otras actividades.

material reciclado
Raquel imparte clases de reciclaje ambiental en varias comunidades donde enseña a los niños a hacer sus propios juguetes con botellas plásticas/José Ángel Núñez

Está convencida de que su presencia es importante para enseñarle a otras generaciones el valor del reciclaje, por eso se niega a migrar de la tierra que la vio nacer y que según explica es su razón.

No me importa cuanto tenga que hacer, pintar, limpiar, barrer, yo lo hago por Maracaibo. Sé que si me voy de aquí podría hacer mucho más dinero con la artesanía afuera, pero esto no es una cuestión económica, es por amor a mi ciudad. Vivir en Maracaibo es difícil, pero sigo apostando porque somos una ciudad buena y sé que poco a poco vamos a salir de la tormenta”, auguró.

Escasez y altruismo

Ser artesano en Venezuela es sortear la crisis. En el caso de los artistas zulianos deben lidiar a diario con la falta de materiales en el mercado o su alto costo en dólares, una escasa variedad y finalmente la baja cotización de sus productos que son infravalorados por sus paisanos.

En el caso de Raquel, el ingenio a la hora de buscar materia prima la ha mantenido a flote. Madera tipo MDF reciclada, cartón duro, pedacitos de madera que le donan en las carpinterías y taparas son sus lienzos. El proceso comienza cuando enciende la máquina de corte con la que le da forma a la madera que luego lija para pintar una base que llenará con puntos de colores.

Artesanía en Maracaibo
La artesana marabina transforma taparas secas en obras de arte inspiradas en la Virgen de Chiquinquirá/ José Ángel Núñez

En el caso de las taparas son fáciles de conseguir, pero el proceso es más largo. Las deja en el techo por varios meses hasta que sequen, las lija y pinta al menos tres veces para tapar los poros y luego las convierte en el rostro iluminado de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Estoy tratando de usar el mismo tono con sombras y otras cosas porque han desaparecido muchos colores del mercado, además, no es fácil cubrir los gastos de lija y pintura, por eso pinto en todo lo que pueda aprovechar, lo importante es hacer un buen sellado y jugar con luces y sombras”, sostiene.

Otro de los puntos en contra son los envíos al exterior. Según explicó Raquel, las empresas que prestaban ese servicio dejaron de hacerlo después de la pandemia y las pocas que quedan son muy costosas.

Los envíos son prácticamente imposible a menos que el cliente acepte el cobro a destino. Pero la mayoría aprovecha la visita de alguien a Maracaibo para llevarse a las Chinitas en las maletas o en las manos, dependiendo del tamaño que me pidan”, dijo.

Para ella la artesanía en Maracaibo es mal pagada. “La gente prefiere comprar un producto más elaborado. Si los artesanos no tenemos patrocinio de marcas o exhibiciones, no hay mucha posibilidad. Las marcas quieren comprar un producto artesanal barato y venderlo mucho más caro. Por eso yo trabajo por encargo, no con tiendas”.

La comercialización de las piezas de Raquel varía dependiendo de la temporada, aunque asegura que la Virgen de Chiquinquirá se vende todo el año. También hay pedidos para imágenes de Jesús de la Misericordia, Virgen de Guadalupe, Virgen del Carmen y Virgen del Valle. A partir de noviembre sube la venta de la virgen morena. El costo de las imágenes va desde 12 hasta 40 dólares y pueden ser enteras o tipo rompecabezas.

Artesana de la virgen
Las vírgenes de Raquel están en Chile, Perú, Argentina y Estados Unidos debido a la migración venezolana/José Ángel Núñez

La devoción y el arte que han estado presente en la familia Ocando siguen vigente y amenaza de buena manera con pasar a la siguiente generación pues Anne y Anais, dos de las hijas de Raquel, ya pintan y dibujan a su lado con increíble talento.

Feliz por los nuevos proyectos que pronto activará en compañía de otras mujeres artesanas de la ciudad, Raquel agradece a la Chinita por su familia.

“La unión que mantenemos hoy, aunque estemos separados físicamente, es nuestro pilar como nos enseñó papá”, contó.


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